Ayer ya tratamos una entrada relacionada sobre el oso en la Vall d'Arán, a través de algunas de las referencias históricas recogidas sobre esta especie, vinculadas con el área norte de la provincia catalana, hace poco menos de dos siglos atrás.
La situación de regresión vivida por este animal, propició que para impedir su extinción, se hubiesen de reintroducir ejemplares de origen esloveno en los años noventa del siglo pasado, ya que el último oso autóctono del Pirineo, desapareció hace unos 15 años.
Estos nuevos ejemplares, y gracias a los que la población de este animal ha ido incrementándose, fueron en origen dos hembras y un macho. Es importante tener en cuenta que el hecho de que el oso tuviese como uno de sus principales reductos la franja septentrional de esta provincia catalana, es algo lógico, si partimos de las cualidades biogeográficas y geomorfológicas de su medio natural.
La preferencia de este plantígrado por zonas montañosas en alturas que se mueven por encima de los 1000 metros y por debajo de los 1800, así como los paisajes boscosos, con escasa presión demográfica, acompañados por una abundante fauna salvaje y presencia de agua, favorecieron sin duda su permanencia.
La continua práctica de la caza del oso en tiempos pasados, afectó mucho a la especie, al margen de su persecución para garantizar la protección del ganado (junto el interés que despertaba su piel para la confección de alfombras, abrigos y mantas), ya que este siempre se asoció con la valentía y el prestigio.
Al mismo tiempo, su carne incluso llegaba a consumirse en épocas en las que escaseaban los alimentos, además de utilizarse su grasa para remedios caseros, incluso como lubricante para armas de fuego y otros utensilios empleados en los quehaceres diarios de los campesinos.
En la zona de Alós, Isil, Borén, Sorpen y Berrós Jussà, conocida era su presencia a mediados del siglo XIX. Al respecto, Madoz comenta como en esos sitios todavía quedaban “algunos osos”. Nada extraño teniendo en cuenta que la zona del Pallars Subirà ha sido uno de los espacios en los que la especie resistirá hasta el siglo XX.
Ya comentamos que en la Vall d'Arán (más concretamente en la iglesia de Santa María de Arties), apreciamos en la zona superior de una de las naves laterales, una pintura en la que se representa un oso siendo encañonado por un hombre. Hemos de decir que este no es el único templo del norte de Lleida donde se ilustra a un oso, puesto que en las pinturas de la iglesia románica de Esterri de Cardós también se representa.
David Gómez de Mora
Referencia:
*Madoz Ibáñez, Pascual (1845-1850). Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid