miércoles, 27 de agosto de 2025

Notas históricas sobre los Mora de Piqueras del Castillo

En alguna ocasión hemos dedicado varias líneas a esta familia piquereña, sobre la que cada vez van apareciendo más datos, que nos ayudan a esclarecer una pequeña parte de las historias de algunos de sus integrantes.

Uno de los que siempre nos ha despertado mayor interés, es la figura de Cayetano de Mora, quien como sabemos fue hijo de Victoriano de Mora y María Antonia Gómez. Cierto es que todavía nos queda por averiguar mucho sobre su vida, no obstante, durante las últimas semanas, hemos ido encontrándonos con diferentes referencias, que junto con lo que conocemos sobre algunos miembros de su familia, nos permiten realizar este pequeño artículo.

Cayetano nació alrededor de los años 1846-1847, teniendo con anterioridad varios hermanos, como María Simona, Valentina, o Victoria, esta última, madre de otro personaje conocido en la localidad, el Tío Simón. Cayetano creció en la localidad de Solera de Gabaldón, de donde era natural su progenitora. Esta era hija de Manuel-Domingo Gómez, quien ostentaba el cargo de Procurador Síndico, y estaba casado con una mujer perteneciente a la familia Carrelero.

Por aquel entonces el linaje de los Carrelero de Solera, era sin duda una de las casas más influyentes de la localidad. Solo tenemos que ver como además de ser propietarios de tierras, en los años treinta del siglo XIX la corporación local estaba representada en buena medida por estos. Nicolás Carrelero era escribano, cirujano y llegó a ejercer como alcalde. Felipe Carrelero también tuvo el bastón de mando, de modo que por aquellas fechas sus nombres aparecerán a menudo en la documentación municipal.

En el año 1836, en pleno conflicto de la primera guerra carlista, la milicia local de Solera estaba principalmente representada por Felipe Carrelero, quien figuraba como sargento segundo y Nicolás, quien lo hace en el puesto de cabo primero. Nadie discutía la importancia que jugarían los Carrelero, de la misma forma que los Gómez que habían entroncado con ellos, y cuyas raíces genealógicas nos conducirán hasta la localidad de Monteagudo de las Salinas.

La familia de los Mora, era sobradamente conocida en los pueblos de la zona, especialmente en la localidad de Chumillas, de donde procedía Victoriano (el padre del anteriormente referido Cayetano). Este señor tenía por aquellos tiempos a su padre como regidor en el ayuntamiento de Solera, y según parece ser, a diferencia de los Carrelero, mostró poco interés en el momento de tener que defender los intereses del gobierno, cuando fue llamado para las quintas del pueblo.

Entendemos que a Victoriano, como otros muchos mozos que no querían prestar servicio en la milicia, poco le interesaban las ideas que por aquellos tiempos se querían impregnar a una juventud, que especialmente en las zonas rurales, durante los tiempos de las guerras carlistas, muchas veces les llevaban a desaparecer del lugar, o incluso mostrar su apoyo por la causa rebelde.

Precisamente, escasos años antes, en esta misma localidad, sucedieron unos hechos que marcarían a fuego a muchos de los vecinos, y es que en una de las casas de Solera, se produjo la heroica resistencia del carlista Nicolás Segovia, en compañía del mítico Cirondo y su hijo. Estamos convencidos, qué situaciones como la vivida durante las Navidades de escasos años atrás, impactaron a muchas personas, que entendían como el rumbo del país, tomaba unos derroteros, que se iban alejando cada vez más del modelo de vida que había imperado durante muchas generaciones en las casas de sus antepasados.

Victoriano, para evadir las obligaciones que le correspondían cuando fue llamado para colaborar con los jóvenes del pueblo, argumentó que no podía dejar tirado a su padre, pues lo calificaba como un hombre sexagenario y pobre, que dependía económicamente del trabajo que este realizaba.

No obstante, entre los miembros de la corporación, y donde precisamente se encontraba gente que a Victoriano lo conocía muy bien, la argumentación rebatía lo contrario, indicando que lo que decía Victoriano era falso, añadiéndose que la familia tenía “labor suficiente propia para mantener mozo y cultivar”, indicando que su casa tenía “labor propia suya (...) y animales suficientes para cultivarlas, y no ser pobre”.

A partir de ahí, poco más podremos saber de este personaje. Y es que Victoriano viviría unos cuantos años más, teniendo varios hijos, entre los que a nosotros nos interesan Victoria y Cayetano. Su esposa María Antonia Gómez, hija del Procurador Síndico Manuel-Domingo Gómez, tras enviudar volvería a rehacer su vida con un molinero integrante de la familia Panadero, el cual ejercía su oficio en la aldea de Huércemes. 

Por aquel entonces Cayetano era un mozo soltero, menor de edad, que se fue a vivir con su madre hasta este pequeño enclave. Sabemos que Huércemes era una aldea compuesta por poco más que un puñado de casas, en las que residían escasas personas, entre las que se encontraba la de los molineros.

Huércemes a mediados del siglo XIX, es descrito por Madoz como un conjunto de siete viviendas, habitado por menos de 30 personas, agregado al ayuntamiento de Campillo de Altobuey, y situado en la falda de un cerro, con un clima frío, y una ermita dependiente de la iglesia de Paracuellos, a la cual iba el cura a oficiar misa únicamente los días de fiesta. Su terreno es escabroso y las tierras para el aprovechamiento agrícola eran poco productivas, estando casi todo el territorio poblado de pinos y arbustos, con una hermosa alameda entre su río y el pueblo. Los caminos que la comunicaban eran de herradura y bastante pésimos, criándose en medio de aquella zona alejada de la mano de Dios, mucha caza de ciervos, venados, tejones, conejos, liebres, perdices, además de animales que generaban daños en los corrales, es decir, lobos, zorros y gatos monteses1.

Finalmente, Cayetano emprendería una nueva vida hacia Piqueras del Castillo. Así pues, en 1868, se registrará un acta de consentimiento de matrimonio con la piquereña Juana de Lizcano y de Zamora. Esta era hija de una familia de labradores con recursos que había en la localidad, fruto de cuyo matrimonio nacerán diferentes líneas del apellido Mora. Por aquel entonces, Cayetano figurará como vecino de la aldea de Huércemes, por lo que al ser todavía un varón menor de veinte años, necesitó ese consentimiento, que le llevará a su madre María Antonia Gómez, declarar en la villa de Paracuellos el día 21 de octubre de ese mismo año, que daba su consentimiento para que casase con su futura esposa Juana.

Escaso tiempo después, la madre de Cayetano y su padrastro de Huércemes, marcharán hacia Piqueras, donde se encargarán de trabajar el molino que había en la localidad. Entendemos que los integrantes aprovecharían sus conocimientos en el oficio, para decidir encargarse de hacerlo ahora en Piqueras. La tercera guerra carlista estallaría, Cayetano ya había sido padre, y pasarán entremedio muchas cosas, hasta que de manera repentina, décadas después, tendremos datos sobre su defunción.

En el libro de defunciones del registro civil de Piqueras2, se recoge la partida de muerte de Cayetano, fechada a 8 de noviembre de 1904. Este figura como un hombre de 58 años, del que se dice “había aparecido sobre el carro que yo conducía en la puerta de su casa el cadáver de Cayetano Mora Gómez de cincuenta y ocho años de edad, casado, labrador vecino de este pueblo y natural de Solera, que según había resultado de la diligencia de autopsia su muerte había sido violenta, ocurriendo según las averiguaciones practicadas sobre las diecinueve del expresado día ocho en el sitio llamado Molino Caído”.

Cayetano dejaría descendientes, como también una de sus hermanas, y que había casado antes que él con otro vecino de Piqueras. Fruto del matrimonio entre esta y Francisco Alarcón, nacería el Tío Simón (sobrino de Cayetano). Simón Alarcón Mora casó con Emiliana Checa y Checa, hija también de labradores de la localidad.

Diseño de la iglesia parroquial de Piqueras del Castillo

Evelio Moreno (2013, 348)3 en su obra sobre el pasado de Piqueras, a Simón llega a dedicarle unas líneas en las que describía a este vecino con las siguientes palabras: “era de esa -rara avis- de piquereños que, teniendo sus tierras y labrándolas de alguna manera, se dedicaron a una profesión distinta de la de labrador, en su caso, la de carpintero. Fue además un poeta ocasional; su vena poética le llevaba a resumir su filosofía vital con aquella frase de: -prefiero ser colorín del pueblo que águila del campo-. Varios legajos fechados el 31 de diciembre de 1924 nos hablan de las relaciones económicas de tío Simón con la Iglesia, en su calidad de sacristán”.

El tío Simón custodió durante algún tiempo los documentos de la Iglesia, junto a un pequeño cuaderno escrito de su puño y letra, que originariamente pudo ser un libro de contabilidad de la carpintería, en el que anotaba los trabajos realizados en su taller, además de acontecimientos ocurridos en el pueblo que le impresionaban. Precisamente, entre la documentación de los legajos variados del Archivo Diocesano de Cuenca4, dimos con otra de esas libretas, que pertenecían a Simón. Esta concretamente recogía anotaciones desde los años 1917 a 1932.

En ella Simón va anotando los trabajos que realiza y repara en su carpintería, mencionando piezas como dentales, astiles para el azadón, arreglos de cunas, mesas, un cargador para la paja, cajas de harina, puertas, canalones para los tejados, pértigos o lanzas de carro, trabajos de corte de pinos, arreglos de cabezales, colocación de ladrillos en las chimeneas, reparaciones de yugos, timones... La lista continúa especificando otro tipo de reparaciones como la del rayo de un carro, una artesilla, una armadera y teleros para el rulo, incluso el mobiliario de la escuela, armarios, asientos, además de también afilar herramientas, y efectuar reparaciones en el molino. También fabricaba marcos para ventanas, y efectuaba reparaciones en los corrales, sin olvidarnos de la realización de los ataúdes para la gente que fallecía.

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Piqueras del Castillo


Referencias:

1 Madoz, 1847, pp. 292-293. Madoz, Pascual (1847). Huércemes. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar IX. Madrid.

2 Archivo Municipal de Piqueras del Castillo. Libro de defunciones del registro civil, año 1904, fol. 25

3 Moreno Chumillas, Evelio (2013). Crónica de Piqueras. Bubok Publishing S. L., 531 pp.

4 Archivo Diocesano de Cuenca, legajo de papeles varios de Piqueras del Castillo. P-2605