Hace un par de años tratamos a fondo que familias del viejo Buenache, poseían cierto estatus entre los muchos vecinos que se fueron asentando en este municipio durante el trascurso de varias centurias. Un ejercicio de aproximación a la realidad social de este lugar, en el que un conjunto de linajes, gracias a las referencias documentales de partidas parroquiales y apoyadas en otra serie de reseñas, nos han ayudado a establecer con nombre y apellidos, que habitantes se pudieron integrar en lo que nosotros denominaríamos como los grupos de poder del ámbito local, cuyo marco de influencia en la mayoría de los casos no sobrepasaría el área que delimitaba su término municipal.
En su inmensa mayoría se tratará de gentes que mejoraron su situación económica gracias a la posesión de un patrimonio agrícola, a través del que irían medrando y pactando enlaces matrimoniales con personas de un mismo rango social, entre las que se apreciarán una serie de intereses conjuntos. Sin lugar a dudas la Iglesia sería su principal punto de apoyo, de ahí que muchos de estos harán todo lo posible para que algunos de sus vástagos ejerzan cierto rol dentro del clero local.
Si atendemos a las referencias que nos ofrecen los libros parroquiales de Buenache, y que se encuentran custodiados en el fondo del Archivo Diocesano de Cuenca, podemos apreciar claramente como en la mayoría de ocasiones muchos integrantes de aquella élite local, dejaban por costumbre muestra de su poder en el momento de su último adiós. Un fenómeno que se vislumbra en las correspondientes partidas de defunción, donde se efectuarán una serie de mandas, que irán desde el pago de varios centenares de misas por sus almas, además de otra serie de ofrendas que ayudarán a expandir el nombre del clan dentro de ese espacio geográfico.
El paso al mundo de los muertos no suponía el fin de la existencia, pues la sociedad bonachera, como la gran mayoría de las que veremos en los pueblos de nuestro país, era fiel al catolicismo, y como bien sabían, era necesaria la consecución de unos méritos que ayudaban a la salvación del alma de sus seres queridos. Es precisamente a raíz de esa situación cuando las personas verán indispensable invertir parte de su capital en la dedicación de misas (mientras más mejor), además de la fundación de vínculos y memorias, que ayudarán a limpiar los pecados del difunto. Todavía durante aquellas fechas las cofradías de las ánimas tenían un peso importantísimo en muchas de las localidades de nuestra geografía, de ahí que el temor en recaer durante un tiempo indefinido en el purgatorio, les llevaba a gastar ingentes sumas de dinero.
Este ejercicio religioso, se solapaba con otro de índole social, donde aprovechando la inversión de carácter económico que inmiscuía aquella acción protectora, los linajes a modo de imitación de las grandes familias que había afincadas en las ciudades principales (tal y como sucedería en este caso con Cuenca), intentaban ensalzar su nombre, a través de la posesión de una tumba en el interior de la Iglesia, que mientras más cerca estuviese del altar, otorgaba un mayor prestigio a los propietarios (ya que su coste era superior), además de garantizar un mayor acercamiento al lugar más sagrado del edificio. Los linajes con mayor capacidad de recursos potenciaban estas acciones con la adquisición de una capilla privada, que se engalanaba artísticamente con elementos decorativos, entre los que solían destacar los trabajos de forja y cantería, donde se representaban los escudos o blasones que realzarán el estatus de sus integrantes. Así lo hicieron en el caso que nos ocupa los señores del lugar, los Castillo-Reyllo o los Ximénez-Moreno.
Partiendo pues de esa idea y riqueza histórica que albergan los libros de difuntos, comentamos a continuación cuáles de aquellos linajes plasmaron su nombre en las respectivas partidas parroquiales que abarcarían desde finales del siglo XVI hasta los primeros años del XVII.
I. Alcaraz
Fueron una de las familias más influyentes y que tendrán un papel destacado en la sociedad local de finales del siglo XVI como principios del XVII. Bien es cierto que con el paso de las generaciones el apellido iría perdiendo fuerza, siendo sus representantes más destacados, aquellos que se remontan a los registros más antiguos que conocemos por los libros de la Iglesia, y que a aquí hemos recogido.
Bartolomé de Alcaraz muere en 1602 con pago 225 misas, solicitando que a su entierro acudan todos los señores clérigos del lugar. Se hizo con una sepultura propia y fundó una memoria perpetua con casas que recaerá sobre su descendencia. Siete años más tarde fallecerá Bartolomé de Alcaraz y de la Mota, quien también adquirirá su propia sepultura, creando una memoria perpetua que recaerá en su sobrino Agustín de Alcaraz sobre una viña de 500 cepas “para ayudar a su patrimonio para que sea sacerdote de misa”. Obviamente en este tipo de operaciones se vislumbran los intereses de la familia al intentar favorecer a su pariente para que este consiga hacerse con un puesto dentro del clero local, pues tal y como comentábamos anteriormente, el hecho de tener a un integrante entre las filas religiosas reportaba un estatus adicional al linaje dentro del pueblo. En 1626 moriría uno de los últimos Alcaraz que dio cierta solera al linaje, Bartolomé de Alcaraz Monteagudo, este se encargaría de fundar tres memorias perpetuas (lib. II, fol. 202-203).
II. Barambio
La llegada de los Barambio se produce durante la segunda mitad del siglo XVI. Sabemos que con el trascurso del tiempo irían prosperando hasta convertirse durante la segunda mitad del siglo XVII en una de las casas más importantes del municipio, debido al papel que ejercerían dentro del clero algunos de sus integrantes. En 1682 moría Francisco Barambio, padre de don Francisco de Barambio el mozo. Este solicitó un pago de 214 misas y mandó la creación de una memoria. Once años después fallecería Pedro de Barambio, marido en primeras nupcias de Ana López, y que citará como testamentario a Juan de Barambio Ruiz. Este pidió un total de 220 misas (lib. III, fol. 403).
III. Beltrán
Nos encontraríamos ante un linaje que consiguió cierto renombre al ocupar algunos cargos dentro del Santo Oficio, además de alcaldías que les permitieron codearse con personas destacadas de un rango similar. Al respecto merece la pena destacar la figura de Pedro Beltrán, familiar del Santo Oficio fallecido en 1630 (lib. III, fol. 5v-6) y casado con Ana Cortijo. Pedro fundó una memoria perpetua, mandó 300 misas y cita a su sobrino el Licenciado Alonso Beltrán, junto a su primo Bartolomé de Cuenca (quien fue alcalde de la villa). Recordemos que los Beltrán se asociaron con los Parra desde finales del siglo XVI, convirtiéndose en una de las familias que por aquellos tiempos gozaron de buenas influencias, de ahí que no sorprenda ver a distintos de sus representantes ostentando la vara de mando local.
IV.
Buedo
Los Buedo eran miembros del estado noble, y uno de los pocos grupos de poder que consiguió sacar ejecutoria de hidalguía, lo que incrementó más si cabe el nombre del clan. Recordar que estos se encontraban entre algunas de las familias que se asentaron en las fundaciones de Vara del Rey o Valera de Yuso, donde ya destacarían por sus enlaces con otros representantes del mismo grupo social. En el año 1687 muere Bartolomé de Buedo, presbítero, hermano de don Gaspar de Buedo, encargado de solicitar 375 misas y la creación de una memoria perpetua (lib. III, fol. 376).
Fragmento de la genealogía de los Buedo de Buenache de Alarcón. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sala de Hijosdalgo. Caja 1237, 0031
V.
Castillo
Otro linaje que no podemos pasar por alto es el de los Castillo, quienes en origen eran un grupo de conversos procedentes del Castillo de Garcimuñoz, de donde precisamente vendrán las dos líneas que veremos asentadas en la localidad tras su llegada durante el siglo XVI a Buenache de Alarcón. La proyección de la rama que entroncará con los Reyllo, fue sin lugar a dudas una de las más prósperas fuera del ámbito municipal, llegando a poseer el Señorío de Marín y Zarza. Ambas líneas conseguirán reconocer su hidalguía (una mediante ejecutoria, mientras que la otra por una alusión cruzada en un expediente de la Orden de Carlos III).
VI.
Cerrillo
La familia Cerrillo obtuvo el control de muchos de los puestos destacados que se presentaron en esta localidad. Tanto es así que alguno de sus integrantes llegó a hacerse con una capitanía militar, fenómeno que los acercó prácticamente al tratamiento que podían tener los miembros que componían la nobleza local. En 1673 Juan García de la Cerrilla fallecía con manda de 300 misas (lib. III, fol. 244v). La familia había entroncado con las principales casas de la población, y que por aquellos tiempos eran de las más importantes por sus cargos e influencias dentro del municipio, siendo ese el caso de los Parra o los Pérez, con quienes conjuntamente estaban asociados. En 1686 moría precisamente Elvira Pérez, viuda de Francisco Cerrillo, quien había pagado un total de 263 misas (lib. III, fol. 366v).
VII.
Hortelano
Se trata de otros de los grandes linajes desconocidos de la historia de este municipio, y sobre los que recientemente descubrimos una referencia en la que reclamaban ser descendientes de hidalgos, hecho que por otro lado que sepamos nunca se les acabaría reconociendo, y que se apoya en una reseña presente en la ejecutoria de los Castillo-Reyllo, donde precisamente se denuncia la falta de apoyo desde el área municipal a la hora de reconocer que familias portaban este tipo de privilegios, puesto que siempre acababan siendo ignorados por no ser reflejados en los registros municipales, tras ignorarse en la villa la distinción de estados. Como gente de recursos, desde el siglo XVI los veremos ejerciendo cargos importantes en la localidad, así como entroncando con algunas de las principales casas del municipio. Conocemos algunos nombres de la familia que dispusieron de recursos, especialmente mujeres, que además pactarían enlaces estratégicos, es el caso de Isabel Hortelano, quien casó con Alonso Moreno y mandó un total de 250 misas (lib. III , fol. 182), además de la creación de una memoria. Decir que su hijo era el comisario del Santo Oficio Francisco Ximénez-Moreno, linaje que como ya hemos estudiado en más de una publicación consiguió una de las capillas de la Iglesia de San Pedro.
VIII. Lezcano
El origen de los Lezcano de Buenache deriva de don Juan de Lezcano, quien casó con Luisa Ximénez alrededor de 1520-1530, cuando desde las tierras vascas esta familia hidalga procedente de la pequeña localidad guipuzcoana de Albiztur decidió desplazarse. Veremos el nombre de algunos de sus representantes como labradores bien posicionados, es el caso de la familia de Francisco López Lezcano, quien era marido de “la Mondéjar”. Este cuando falleció solicitó un total de 234 misas. Decir que esa Mondéjar era en realidad la señora Catalina Mondejar, quien moriría años más tarde (en 1651), con manda de 251 misas, además de indicar que su cuñado era el bonachero Sebastián López (lib. III, fol. 114). No obstante había por la misma fecha otra línea igual de destacada, y que era la descendencia de María de Moya Lezcano, esposa de Andrés López de la Osa. En el año 1692 Andrés de Lizcano, hijo de Juan de Lizcano, muere con manda de 213 misas (lib. III, fol. 402).
IX. López de Gonzalo
Representantes del Santo Oficio, y una de las familias mejor posicionadas de la localidad durante el siglo XVIII, los López de Gonzalo fueron otra de esas grandes casas con las que contó la población, pues fundaron un vínculo y patronato con aniversario y misa perpetua en la Iglesia de San Pedro, siendo su promotor el señor don Francisco López de Gonzalo y del Pozo, quien fuera capellán mayor del Rey en el Sitio del Buen Retiro de Madrid. El referido Francisco (hijo de Marcos y Catalina), fue sepultado en la capilla del Santísimo Cristo de la Redención en la Iglesia de San Lorenzo de la Parrilla. Precisamente en 1697 moriría su padre, Marcos López de Gonzalo, sin lugar a dudas una de las figuras más representativas de este linaje en la localidad. Marcos era esposo de la noble doña Catalina López del Pozo, solicitando un total de 1000 misas por su alma y la de sus seres queridos (lib. IV, fol. 35).
X.
Moreno
Nos encontraríamos con otra de las familias más influyentes y poderosas de Buenache durante el siglo XVII. Sin lugar a dudas la descendencia que más prosperó fue la dejada por el señor Fernando Saiz Moreno, marido de Quiteria Cano, quien fundó un vínculo y patronazgo para el linaje. Este vínculo aglutinaba casas, corrales, tierras con huertas, trigales y demás tipos de cultivos. Durante el año 1623 moría Miguel Moreno de la Fuente, marido de Elvira de la Parra. Este era hijo de una de las casas de labradores más acomodadas que había en el municipio. Miguel mandó 460 misas y tenía por primo al Padre don Pedro Ramón, su funeral fue todo un acontecimiento por las diferentes exigencias que este dejó plasmadas. Además de ello fundó una memoria perpetua, dos patronatos de legos, de los que uno recaerían sobre su hermano Alonso Saiz-Moreno, estando formado por varias casas de moradas y un conjunto de tierras, sin olvidar la elaboración para la Iglesia de una naveta de plata “para que se ponga el incienso”. En 1676 Fernando Saiz-Moreno, esposo de María Díaz, llegará a mandar más de 900 misas, junto la fundación de un patronato y una memoria (lib. III, fol. 264v). Su esposa María Díaz moriría cuatro años más tarde con un pago de 705 misas (lib. III, fol. 304v).
XI.
Moya
El caso de los Moya de Buenache es bastante curioso, ya que presenta dos líneas que acabarán emparentadas, pero que a priori nada tienen en común. Una nos conduce hasta Valera de Arriba, mientras que la otra al enclave septentrional de Priego. Sus representantes llegarán a alcanzar cierto renombre, ocupando la notaria del municipio, además de integrarse dentro de las filas del clero local y el Santo Oficio. En el año 1673 moría Catalina de Moya, viuda de Bartolomé de Cuenca, con manda de 246 misas, además de la creación de una memoria perpetua (lib. III, fol. 55v-56).
XII. Muñoz
Otra estirpe destacada de Buenache, es la de los Muñoz, y que en ocasiones veremos cómo cambian su apellido bajo la forma Muñiz. Gozaron de enorme protagonismo durante los siglos XVI y XVII, de ahí que establezcan nexos con muchas de las casas nobles del entorno. En 1628 es alcalde de la localidad Diego Muñiz Hortelano.
XIII. Parra
Una de las familias importantes que veremos en la historia de la localidad son los integrantes del linaje de la Parra. Sobre sus orígenes poco o casi nada sabemos, sólo que desde el siglo XV ya estarían asentados en la villa, y ocuparían cargos destacadísimos, que les llevarían a controlar los puestos municipales del Santo Oficio, así como proyectar algunos de sus miembros en cargos relacionados con la iglesia, desde capellanías locales, hasta llegar a ser canónigos de la misma catedral de Cuenca. Ya en 1593 moría el Licenciado Bartolomé de la Parra, encargado de solicitar un total de 400 misas por su alma y la de sus seres queridos (lib. II, fol 1-1v).
Mateo de la Parra fallecerá en 1604 siendo familiar del Santo Oficio (lib. II, fol. 60v-61), mandando enterrarse en la sepultura de su tío el Bachiller Alonso Pérez, y que era conocida en el municipio como la tumba de los Pérez, además de solicitar 264 misas. En 1621 moría Elvira de la Parra con pago de 250 misas, esta era hermana de Pedro de la Parra (lib. II, fol. 167 v-168). Al año siguiente fallecería don Bartolomé de la Parra, presbítero y comisario del Santo Oficio en Buenache, mandando 400 misas, y haciendo varias donaciones. Sabemos por la referencia parroquial que tenía a su servicio varias criadas (lib. II, fol. 175v-176). En 1626 muere el familiar del Santo Oficio, Francisco Martínez de la Parra, esposo de María Pérez y primo hermano de Bartolomé de la Parra, quien era teniente cura de la población, junto con don Pedro de la Parra (alcalde de Buenache). Solicitó más de 200 misas y creó una memoria perpetua. Más adelante lo hará Martín de la Parra (padre del teniente de cura don Mateo de la Parra), solicitando para su descanso un total de 300 misas. En 1654 moría el Licenciado Pedro de la Parra, presbítero, hermano del comisario Parra y primo de Luis de la Parra, quien dejó un patronazgo además de mandar 300 misas (lib. III, fol. 128-129). En 1697 muere Juan de la Parra, hermano de los fallecidos Martín de la Parra y Mateo de la Parra, este solicitó 300 misas (lib.IV, fol. 30v).
XIV. Pérez
A pesar de ser uno de los apellidos más frecuentes en el municipio, su historia en Buenache refleja datos de enorme valor, puesto que durante el siglo XVI los Pérez fueron una familia que gozó de un prestigio y que en un futuro nos gustaría seguir investigando más a fondo, pues algunas ramas consiguieron ocupar puestos importantes, además de establecer enlaces matrimoniales con miembros de la burguesía local. Conocemos el caso de Alonso Pérez y Pérez, quien en el año 1587 aparece como miembro del Colegio Mayor de San Ildefonso de Alcalá de Henares.
En 1599 moría el Licenciado Alonso Pérez, solicitando 400 misas, además de la realización de una casulla para la Iglesia del pueblo y un patronato de legos sobre una “veintena de hazas” que recaerán en su familia (lib. II, fols. 36v-37). En 1621 fallecía Juan Pérez, hijo de Martín Pérez, así como sobrino de Pedro Pérez (clérigo), quien en vida recibió por parte de su tío la hacienda mayor que el linaje poseían en Gascas. Este creó una memoria perpetua y aglutinó sus bienes en torno a la figura de un patronato. Cinco años más tarde moriría Mateo Pérez (esposo de la señora Ramón), quien mandó un pago de 336 misas además de la fundación de dos memorias perpetuas. En el año 1633 fallece el Licenciado Alonso Pérez de la Parra, comisario del Santo Oficio, mandando casi 400 misas, y enterrándose en la sepultura de su madre, la cual se ubicaba en la nave mayor de la Iglesia de San pedro. Su hermano era el Licenciado Parra y dejó una cláusula de una memoria perpetua. Esta línea de los Pérez es sin lugar a dudas una de las que mejor se proyectó dentro del clero local. Su asociación con los Parra fue una constante, lo que ayudó notablemente a que los integrantes de ambas familias medraran socialmente.
Más adelante veremos referencias sobre la defunción de Alonso Pérez Párraga, esposo de Bárbara Ximénez, quien era hijo del Licenciado Párraga. Alonso mandó un total de 600 misas el día de su defunción. En 1673 moría Fernando Pérez con manda de 300 misas, su sobrino era Sebastián López de la Parra (lib. III, fol. 247v). En 1686 lo hacía Mateo Pérez -el mayor-, esposo de Catalina Moreno, con pago de 300 misas (lib. III, fol. 370).
XV.
Ramón
Los Ramón son una familia estrechamente vinculada con los Moreno, debido a que en origen proceden de una misma línea en la que convergen ambos apellidos. Queda claro que aprovechando la situación de alianza con la línea de los López-Moreno, el linaje desvinculará una parte del patrimonio en forma de fundaciones, que en este caso para distinguir a los descendientes interesados en heredarlas, deberán de llevar siempre este apellido.
María Ramón (esposa de Mateo Pérez), falleció en 1621 redactando un testamento bastante extenso, en el que se detallaban varias solicitudes como la de diversas donaciones a la Iglesia del pueblo entre propiedades y la elaboración de textiles, además de la creación de una memoria perpetua y un patronato de legos sobre una viña con más de 2000 cepas y tierras adicionales. También fundó otra memoria perpetua que estaba a cargo de su sobrino Juan Gómez (canónigo). En el año 1633 moría el Licenciado Pedro Ramón, presbítero de la villa que solicitó un total de 600 misas. Un año después lo hará Ana Ramón, mujer de Pedro García Redondo, quien mandó 270 misas, además de la creación de una fundación y un patronazgo que recayó en su sobrino Mateo de Villora (lib. III, fol. 31-31v). En 1673 Ana Ramón moría con manda de 239 misas. Su esposo era el bonachero Gil Hortelano (lib. III, fol 245v-246).
XVI.
Rentero-Campos
Otra de las líneas que nos resultaría imposible de obviar, es la de la familia Rentero, y que en origen estuvo entroncada con los Campos. La relación de este linaje a través de María de Campos, resultará clave para comprender el vínculo sanguíneo que ambas casas establecieron.
Domingo Campos falleció en 1595, fundando tres memorias perpetuas, entregando una casulla a la Iglesia, además de realizar el pago de más de 600 misas. Más adelante, en 1627 leemos la partida de defunción de doña Violante Morán y Buitrón, viuda de Juan Ibáñez de Campos, noble que mandó 280 misas, y que además de contar con un buen patrimonio era hija de don Alonso Morán y doña Catalina Navarro. En 1690 fallece el Licenciado Diego Rentero Varela con pago de 324 misas, entre las que se encontraban las dedicadas a su tío el Licenciado Diego Rentero (lib. III, fol. 393v).
XVII. Reyllo
Los Reyllo son un linaje de hidalgos de los que ya hemos efectuado varias publicaciones, que nos recuerdan la posición destacada que alcanzaron dentro del ámbito de la nobleza municipal de Buenache, así como incluso en las tierras de esta comarca. Sabemos que durante el siglo XVI hay una clara alineación de dos familias -los Castillo (también hidalgos procedentes del Castillo de Garcimuñoz), así como los Silva (que serán acusados de conversos)-, y que intercalarán el apellido de este linaje durante mucho tiempo en sus descendientes. En 1633 moría el Licenciado Francisco de Reyllo, canónigo de Coria, quien mandó 1378 misas y cita como sobrino al Licenciado Alonso Beltrán (lib. III, fol. 27). Décadas después sorprenderá la partida de defunción (1674, lib. III, fol. 251) de una de las grandes figuras de esta familia, el doctor don Diego de Reyllo, quien llegaría a ser Prior de la Colegiata de Belmonte y que sin lugar a dudas marcaría un punto de inflexión en la historia del linaje, pues la línea genealógica de su familia entablaría con el trascurso de las generaciones una serie de políticas matrimoniales con familias destacadas de la nobleza conquense. Un par de años después, María de Reyllo fallecerá con manda de 340 misas, además de la creación de una memoria (su marido era Diego de Arias Calleja) (lib. III, fol. 266).
XVIII. Rubio
Ya desde los primeros siglos, la familia Rubio adquirió un peso destacado en el municipio. De acuerdo a los datos que nos proporciona el expediente de finales del siglo XVI de Alonso Pérez Pérez, se dice de este linaje, que su origen se encuentra en la cercana localidad de Valera, siendo parientes de los de Buenache y considerándolos además como una de las principales familias de Valera. Entre las personalidades con este apellido hemos de destacar al escribano Martín Rubio Gallego (lib. II, fol. 121v), quien manda 240 misas y deja como heredero a Juan Lopez-Moreno. En el año 1644 morirá María Rubio, esposa de Bartolomé Saiz. Esta mandó un total de 390 misas (lib. III, fol. 108-109), además de dejar un censo de 50 ducados y una memoria sobre su sobrina María López.
XIX.
Ruipérez
Se
trata de un apellido bien posicionado en la localidad desde sus
inicios, y que como se desprende de otros muchos, parece ser que en
diversas localidades era incluso portador de nobleza. Es el caso de
la zona de Motilla del Palancar y algunas otras vecinas, en donde su
adscripción hidalga era indiscutible. En Buenache veremos cómo su
origen nos conduce a la línea de los Pérez de Ruipérez, fenómeno
que en cierta medida complica averiguar sus raíces. En 1695 moría
Ana de Ruipérez, esposa de Miguel de Villora, mandando un pago de
213 misas (lib. IV, fol. 10v). Dos años después Pedro de Ruipérez solicitará 302 misas (lib. IV, fol. 34).
XX. Saiz
El
apellido Saiz aparece de manera repetida en multitud de
documentación, nada extraño si además de su frecuencia, partimos
de que sus integrantes mantuvieron cierto protagonismo en momentos
puntuales de la historia de la localidad. Existen varias líneas que
acaban cruzándose entre sí, y que debido a los saltos que se da con
los apellidos, no sabemos en ocasiones si se adscriben a la misma
familia. Siendo los más importantes aquellos que engloban los
linajes de los Saiz-Carnicero, Saiz-Asensio y Saiz-Izquierdo. No
olvidemos por ejemplo que el famoso Antonio Saiz de Zafra
Martínez-del Castillo que entró en la Orden de Carlos III, era en
realidad por línea recta de varón Saiz, además de uno de los
vecinos más ricos de su tiempo en Buenache, al margen de que este
apoye sus informaciones genealógicas en el linaje hidalgo de los
Zafra por el peso que tenían para conseguir su reconocimiento
nobiliario. En el año 1677 Pedro Saiz-Carnicero mandará 376 misas,
además de la fundación de un vínculo (lib. III, fol. 267). Durante
1682 moría Pedro Saiz Herráiz Beltrán, quien solicitó el rezo de
435 misas, además de la creación de una memoria perpetua (lib. III,
fol. 316v).
XXI. Salonarde
Una
de las grandes estirpes de la ganadería conquense fueron los
Salonarde. Los sucesivos cruces entre primos, fueron una estrategia
habitual, que veremos en las dispensas de Buenache de Alarcón.
Muchos de estos matrimonios fueron alianzas planificadas, y que una
vez que consolidaron a la familia en la localidad, apuntaron con una
miras más ambiciosas. La jugada les salió perfecta, si tenemos en
cuenta que pocas generaciones después consiguieron comprar una casa
palaciega en el mismo casco central de la ciudad de Cuenca. Uno de
los personajes destacados con los que entroncará la familia es la
casa del Licenciado don Tomás de Sancha y Ayala, quien mandaría un
total de 3000 misas tras fallecer en 1694 (lib. IV, fol. 8).
XXII. Ximénez
Nos encontraríamos ante una estirpe de labradores bien posicionados, que en algunas ocasiones intentó ennoblecer, como veremos en el caso de la línea de los Ximénez-Moreno, y que acabó adjudicándose una capilla privada dentro de la Iglesia de San Pedro. Igual de interesante nos resultarán los integrantes de la rama que se autodenominaba como descendiente de los Ximénez de Cisneros, que sin haber pruebas consistentes que demuestren tal parentesco con esta ilustre casa de la nobleza española, no deja de ser curiosa por reflejar que tipo de aspiraciones sociales albergaban algunos de los miembros de este linaje documentado desde tiempos antiguos en el municipio. En 1606 fallece Juan Ximénez con pago de 200 misas, mandando enterrarse en la sepultura de su padre de mismo nombre y apellido. Otra figura destacada de la familia fue Bartolomé Ximénez, casado en primas nupcias con Quiteria Ximénez, y que después de haber enviudado con esta, sellaría alianzas matrimoniales con la bien posicionada doña Ana Laynez. Bartolomé murió en 1695 con pago de 512 misas (lib. IV, fol. 18).
Las fundaciones religiosas
Adjuntamos a continuación un listado de vínculos, patronatos y capellanías que fueron creados por las familias aquí descritas o que con el tiempo acabarían recayendo en su poder. Como podremos comprobar algunas son las que aparecen citadas en la información que hemos recogido en las respectivas partidas de defunción de sus integrantes. Las referencias proceden de un documento sobre las capellanías de la localidad entre los años 1791-1864 (ADC).
- Vínculo de Pedro Pérez. En 1791 está en posesión de don Gregorio Fermín Coronado (presbítero).
- Capellanía del Licenciado don Mateo de la Parra (con título de las benditas almas). En 1791 está en manos de don Marcos José Coronado (presbítero).
- Patronato de Diego García Rentero, y que en 1791 todavía se encuentra en posesión de Pedro José García Rentero.
- Vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 se halla en manos de don Francisco de Barambio, vicario de la ciudad tarraconense de Tortosa.
- Segundo vínculo de don Francisco de Barambio. En 1791 está en posesión de don Benito de la Fuente y Barambio, clérigo de corona.
- Patronato de María Ramón, que en 1791 es de Pedro Pérez de Santacruz.
- Patronato de Francisco Martínez, que en 1791 está en posesión de don Manuel Epifanio de Buedo.
- Vínculo del Licenciado don Bartolomé de Buedo, en manos del referido don Manuel Epifanio de Buedo.
- Patronato de Pedro Alcaraz (al que hicieron agregación don Bartolomé Redondo, cura de Alarcón; Don Bartolomé Alcaraz, cura de Valverde del Júcar y su hermano el presbítero don Joaquín Alcaraz). En el año 1791 estaba bajo el control de Blas de Alcaraz, vecino de Valverde del Júcar.
- Capellanía de don Diego de Reyllo. En 1791 es su poseedor el señor don Pedro del Castillo y Reyllo, presbítero de la ciudad de Cuenca.
- Vínculo del doctor don Francisco López, y que en 1791 es posesión de don Marcos López de Gonzalo (residente en Valladolid).
- Vínculo de Ana Ramón. En 1791 está en manos de Isabel de Villora.
- Patronato de Elvira de la Parra. En 1791 es de Víctor Blanco.
- Capellanía de don Juan Cerrillo, y que en 1791 se encuentra en posesión de don Francisco Antonio de Villora.
- Patronato de don Juan Cerrillo. En 1791 está en manos de Matías Vicente Rodríguez, escribano de Sisante.
- Vínculo de Pedro de la Parra. En 1791 es de Luis de la Parra -mayor-.
- Vínculo de Ana Cortijo. En 1791 es poseedor Marcos López de Gonzalo.
- Vínculo de Fernando Saiz-Moreno. En 1791 es poseedor Bartolomé Antonio Moreno.
- Capellanía de Isabel Rubio. En 1791 es del presbítero Luis de la Parra.
- Vinculo del Padre Ximénez, y que en 1791 estaba inmerso en un pleito.
- Vínculo de Diego Hortelano Muñiz. En 1791 era propiedad de Diego Muñiz.
- Vínculo de Marcos López. En 1791 estaba en posesión de Fermín Hortelano.
- Patronato del Bachiller Alonso de la Parra. En 1791 estaba en posesión de Bartolomé de Cuenca (presbítero).
- Patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 es su poseedor don José Clemente, canónigo de Cuenca.
- Segundo patronato de Miguel Moreno de la Fuente. En 1791 su poseedor es Miguel Moreno.
- Capellanía del Licenciado Pedro Hortelano. En 1791 se halla en manos del presbítero don Francisco Ramírez.
- Capellanía del doctor Diego de Reyllo. En el año 1791 su poseedor es el presbítero de Villaescusa del Haro, don Gabriel Ruiz de Lara.
- Vínculo de Emerenciana Pérez. En 1791 es su poseedor Juan Vicente López Beltrán.
- Vínculo de don Julián de Moya Lozano. En 1791 es su poseedor Julián Calleja.
- Vínculo de don Alonso Saiz Moreno. En el año 1826 está en manos de Julián Moreno, presbítero.
- Vínculo de Elvira de la Parra. En 1791 es de Julián Gallego.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro II de defunciones (1593-1629), Sig. 24/38, P. 586
* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro III de defunciones (1629-1693), Sig. 24/39, P. 587
* Archivo Diocesano de Cuenca. Buenache de Alarcón, libro IV de defunciones (1694-1735) Sig. 24/40, P. 588
* Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Sala de Hijosdalgo. Caja 1237, 0031
*
Gómez de Mora, David (2018). “Las élites de Buenache de Alarcón
siglos atrás”. En: davidgomezdemora.blogspot.com