sábado, 9 de agosto de 2025

La bestia de Veyreau

A finales del siglo XVIII, en la zona occitana de Veyreau, se produjeron una serie de ataques mortales, ocasionados por una criatura, sobre la que escasos datos se han podido recabar hasta la fecha.

Como solía ocurrir en este tipo de situaciones, aquel animal se acabaría asociándo con uno de los muchos que el imaginario popular nunca llegaba a determinar, pero que nada más lejos de la realidad, podría tratarse de uno de los tantos lobos, que vivían en las entrañas de la Francia rural.

La bestia de Veyreau (IA)

En este caso, los sucesos relataban las incursiones de un animal, rápido y violento, que desaparecía en escaso margen de tiempo, y que tenía como presa preferente a los niños que vivían en la región de la Causse Noir. Un relato que recuerda mucho en parte a los trágicos sucesos, vividos tres décadas atrás en la región de Gévaudan.


I. El terror se apodera de la región de la Causse Noir

La bestia de Veyreau, llegó a ser vista por algunas personas, no obstante, nunca se llegó a certificar que acabase siendo cazada, por lo que sólo podemos suponer que el periodo en el que se movía por esta región rural, fue al menos entre los años 1799-1801.

Foto del autor

Hubo incluso gente de la zona que creía que la bestia de Gévaudan cazada en 1767 por Jean Chastel, no había sido abatida, llegando a señalarla como causante de lo sucedido. Algo obviamente sin sentido, pero que alimentaba todavía más el miedo.

A priori no conocemos la cifra exacta de víctimas que se vieron afectadas, aunque se cree que pudieron ser alrededor de una decena de personas fallecidas. La información que nos llega sobre este animal, procede básicamente de la crónica del padre Fages1, así como de los relatos recogidos en la obra “Peiralèu” de Christian-Pierre Bedel2.

La bestia de Veyreau se desplazaba a lo largo de diferentes zonas de la Causse Noir (foto del autor)

Las primeras informaciones apuntan a que este animal se movía por el entorno de Paliès, sin temor a ser visto a plena luz del día. Concretamente, la historia nos sitúa en verano de 1799, cuando el padre Fages, apoyándose en una recopilación de los hechos recabados años más tarde, nos informa de que esta criatura efectúa un ataque mortal en una granja de Paliès, justo el día de la víspera de San Juan (23 de junio), ante unos niños que se encontraban en el campo.

Estos, al percatarse de la presencia del animal, corrieron rápidamente en busca de un lugar seguro, escogiendo la zona alta de un árbol, no obstante, uno de aquellos niños no conseguiría salvarse, alcanzándolo el animal, a pesar de encontrarse a una altura de dos metros. En este caso, la víctima era un niño de 6 años, llamado Pierre-Jean Mauri, del cual en su partida del registro parroquial se especifica que fue “devorado por la feroz bestia”.

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Esta información, resulta de sumo interés, ya que se nos está hablando de una criatura, que parece ser ya era conocida en la región, y que la gente denominaba como “la feroz bestia”. Como se ha indicado, en el libro de Christian-Pierre Bedel, en la página 248, se dan detalles sobre algunos ataques más, como el ocurrido dos semanas después, es decir, en la jornada dominical del 7 de julio.

En esta ocasión, se trató de un niño que estaba guardando los bueyes con su hermano mayor en una granja de La Roujarie. Por desgracia, y a pesar de los intentos de ayuda del hermano mayor, y que salió corriendo en busca de socorro hacia la localidad de Veyreau, al volver al lugar de los hechos, su hermano ya había fallecido.

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A partir de ese momento, la aparición de este animal, demostraría que lo ocurrido poco antes no era un caso aislado, por lo que empezaría a extenderse el miedo en esta región francesa, donde como sabemos la presión demográfica era muy baja en comparación con otros lugares del país.

La cifra de ataques no cesó, pues veremos como de nuevo se menciona otra víctima, sobre la que desconocemos la fecha del ataque, aunque si algunos datos. Se trataba de un niño llamado Julien, el cual vivía en Bourjoie. Se dice que su padre estaba recogiendo los frutos de su explotación agrícola, cuando súbitamente, y teniendo al lado a sus hijos, aquel animal se abalanzó rápidamente hacia estos, llevándose consigo a uno de ellos. Finalmente su cuerpo fue encontrado sin vida días más tarde.

Como se había visto, las edades de las víctimas eran bajas, pues la mayoría de las que hemos podido investigar, se situaban entre los 6-14 años. Un perfil que nos recuerda también al de muchas de las muertes ocasionadas por la bestia de Gévaudan. Un hecho por desgracia nada extraño, si tenemos en cuenta que este era el sector de la población más vulnerable, ya que con esas edades antaño la gente trabajaba en el campo, además de que no podían ofrecer la misma resistencia o disponer de armas para defenderse como una persona adulta.

La gente del lugar decía que la zona en la que se cobijaba este animal era en el área del Puits des Fangettes (foto del autor)

Sobre esta criatura, la tradición relata que el animal en alguna ocasión fue alcanzado por cazadores, aunque sin conseguirlo abatir, algo que de nuevo nos recuerda a los hechos que se indican de la primera bestia de Gévaudan, y que como sabemos sobrevivió a varios encuentros con vecinos que se enfrentaron a ella.

Sabemos por una descripción que se realizó del ejemplar de Veyreau, que este precisamente no sería excesivamente corpulento como en el caso del famoso lobo abatido el 21 de septiembre de 1765 cerca de Saint Julien des Chazes. El de Veyreau era esbelto y muy rápido.

Como se ha dicho anteriormente, algunos testigos indicaron que este fue visto a plena luz del día en la localidad de Saint-André-de-Vézines. No cesando por desgracia la cifra de víctimas, ya que las fuentes mencionan que antes de acabar el año, se registraron varias bajas más, teniendo estas un perfil muy similar a las anteriores. Se trataba en esta ocasión de una niña y dos niños.

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El pánico era tal, que la gente si tenía que desplazarse por la montaña, lo hacía especialmente durante las horas de sol, incluso yendo pertrechados con una punta o filo cortante sujeto a un palo (a modo de alabarda), para de esta forma plantarle cara al animal en el caso de un hipotético encuentro.

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Durante aquel año de 1799, las teorías como era de esperar comenzaban a extenderse entre la gente del lugar, tal y como también ocurrió con las bestias de Gévaudan. Se decía que si se trataba de una hiena, un lince de gran tamaño, incluso un hombre lobo.

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Al igual que apreciaremos en los casos de la región de Gévaudan, hubo gente que en su encuentro con este animal consiguió sobrevivir. Hecho que por ejemplo se sabe que le sucedió a una niña que fue atacada en Labadie. En este caso, la niña tuvo la suerte de poder defenderse, gracias a la intervención de su hermano, quien la liberó del animal, llevándola hacia su casa, y pudiendo cerrar la puerta, manteniéndose ambos a salvo.

Según cuenta el padre Fages, aquel lobo estuvo merodeando en la zona exterior de la vivienda durante un periodo de tiempo, hasta que vio que aquellos niños no salían del hogar. En este caso, lo que salvó la vida a los jóvenes, fue la cercanía en la que se encontraba su vivienda en el momento del ataque, pues esto les permitió resguardarse rápidamente. 

Cabe decir, que este no será el primer caso, en el que se relataba que estos animales llegaban casi a plantarse hasta en la misma puerta de las casas, algo que de nuevo, volvemos también a apareciar en la bestia de Gévaudan. Aquella niña como consecuencia de la mordedura que padeció, tuvo una cicatriz de por vida, que podemos suponer que no le permitiría borrar aquel momento tan terrorífico de su mente.

Saint Jean des Balmes se ubica en las cercanías donde se produjeron varios de los ataques mortales de 1799 (foto del autor)

Como se ha indicado, la bestia no consiguió cazarse, a pesar de los intentos llevados por los vecinos a través batidas y cebos distribuidos en muchos puntos de las Causse Noir. Aunque el relato tradicional nos habla de “decenas” de personas atacadas, por ahora solo podemos registrar con rigurosidad poco más de media docena de muertos, no obstante, la cifra de diez o incluso unos cuantos más, es perfectamente factible, ya que por ejemplo se nos habla de otra niña fallecida dos años más tarde.

Este dato se recoge a través de una referencia sacada de los Archives de Millau (4 D 81), citada en la página de millavois.com3, donde se indica que en el valle de Dourbie, en el mes de mayo de 1801, se tienen noticias de que una niña de entre 10-12 años fue atacada mortalmente por un lobo. Se decía que aquel animal era el mismo que con anterioridad había estado en Saint-André-de-Vézines, un dato clave, que nos informaría de que todavía la bestia de Veyreau seguía con vida.

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Al respecto, un elemento interesante que apreciamos en esta zona de estudio, lo tenemos en la Iglesia dedicada a Saint-Amans-et-Saint-Loup de Paulhe, donde comprobamos a día de hoy la representación heráldica de un lobo rampante esculpido en piedra, el cual se ha planteado que podría guardar alguna relación con el co-patrón de la parroquia y un señor medieval4.

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Para nosotros no cabe la menor duda de que las advocaciones dedicadas a Saint Loup, y que tienen sus reminiscencias mayoritariamente en figuras del clero francés que vivieron durante el periodo de la Alta Edad Media, mantienen un nexo muy estrecho con la protección contra los peligros del lobo, el cual como es sabido, tras la caída del Imperio Romano, comenzó a incrementar su población por el territorio europeo.

Esto en parte se debe a los relatos que se irían contando sobre la vida de algunos de estos religiosos, los cuales en más de una ocasión hemos apreciado que se asociarán con intervenciones en las que salvarán a sus vecinos del ataque del cánido, como ocurrirá en el caso de Saint-Loup de Troyes. Al mismo tiempo, el nombre que portaron estas personas (Lupo/Loup), es una derivación del latín lupus (lobo), lo que obviamente aguarda un significado muy profundo por ese simbolismo que asocia el nombre del santo y esa característica protectora atribuida contra dicho animal.

No sería por ello un disparate el proponer que en esas zonas donde emerge la devoción hacia los diferentes Saint Loup, pueda deberse en parte a ese temor hacia el lobo, debido a la ocurrencia de ataques como los que se recogerán a lo largo de los siglos alrededor del territorio francés.

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II. Los “meneurs de loups”

Hasta principios del siglo XX, en esta área geográfica, era muy bien recordada por sus gentes, la figura de los “meneurs de loups” o guías de lobos. Se trataba de personas que domesticaban a estos cánidos, y que luego empleaban para pedir dinero a los vecinos de la zona, a cambio de sus supuestas habilidades para controlarlos, y de esta manera, ejercer un chantaje que funcionaba como una garantía para que a la cabaña ganadera de aquellas personas nunca les sucedería nada malo.

La gente por norma general tenía respeto y temor a este tipo de personajes, ya que siempre estaba presente la preocupación de que si no se cumplía con el estipendio que este solicitaba (en forma de dinero o comida), los lobos de la zona podían acabar siendo un riesgo para los granjeros de ese lugar.

Obviamente, las autoridades comenzaron a perseguir a este tipo de personajes, ya que muchas veces veremos que actuaban como bandoleros, teniendo a la gente de la región amedrantada ante las exigencias a las que los sometían. En cierto modo, esta figura nos recuerda un tanto a la del famoso lobero que hubo por las tierras de Cuenca (“el lobero de Castejón”), y que fue procesado por la Inquisición.

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Por norma general, estas personas decían tener una serie de poderes o habilidades, que la gente no tardaba en asimilar con el mismísimo diablo. Tengamos en cuenta que en el caso francés, se sabe que estos intimidaban sólo con su presencia, pues muchas veces iban abrigados con pieles de esos mismos animales, que estos decían mantener alejados de las zonas habitadas. Aquello acabaría dando pie al nacimiento de figuras conocidas dentro de ese mundo, como ocurrirá en la región de Veyreau con el meneur llamado “La Conque”5, así como con Jean Grin6, quien se decía que se escondía en el Mas de la Vaysse.

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Precisamente, sobre este, veremos que su nombre salía a menudo a relucir en la localidad de Monna, para así asustar a los niños que se portaban mal, incluso precisándose que este podía aparecer en el barranco de Massebiau7.


David Gómez de Mora


Referencias:

1https://johnknifton.com/2016/01/18/the-beast-of-veyreau-another-cannibal-killer/

2 Bedel, Christian-Pierre (1999). Peiralèu: La Cressa, Mostuèjols, Ribièira, La Ròca, Sent-Andriu, Vairau. Mission départementale de la culture, Aveyron, 272 pp.

3 https://millavois.com/2020/05/23/au-mas-de-la-vaysse-sur-les-pas-de-jean-grin/

4 https://millavois.com/2019/10/19/leglise-saint-amans-et-saint-loup-de-paulhe/

7 Testimonio oral de Mª Manenq, contado en septiembre de 1975 en la fuente de Monna a Raymond Robert. Archives Raymond Robert: https://millavois.com/2020/05/23/au-mas-de-la-vaysse-sur-les-pas-de-jean-grin/