domingo, 22 de diciembre de 2019

Los Martínez-Unda y los Vicente de Saceda del Río


Las primeras referencias de los Martínez nos llegan a través del volumen I de bautismos de Saceda, el cual arranca del año 1546. En esta fase, la familia establece matrimonios con casas fuertes del lugar que le darán una posición preeminente. A tenor de los datos que hemos ido estudiando durante estos años, el despegue del linaje se consolidará tras el trascurso de dos generaciones por la influencia que jugarán los López-Lobo junto con los Saiz-Mateo.

Una situación que motivó una conjunción recíproca de intereses entre familias de curas y labradores, que se materializará en la celebración de determinados matrimonios, indispensables para promocionar la posición de sus hijos y futuros descendientes.

En este tipo de políticas entraría el enlace de Juan Martínez con María Saiz, y que pudo ocurrir alrededor de 1568, siendo sin lugar a dudas crucial para sus intereses, puesto que Juan se convirtió en el principal heredero y cabeza de su familia, ya que por ahora desconocemos si sus hermanos dejaron algún descendiente con el que hubiese de compartir sus propiedades.

Sabemos que Juan Martínez fue bautizado en 1551 y redactó su testamento en 1599. Lo cierto es que a priori del mismo no se desprenden datos relevantes, pues sólo pagó  25 misas por el alma de su esposa, ya que ésta había fallecido con anterioridad. También se cita a su hijo Pedro Martínez Saiz, a quien entrega unas propiedades que formarían parte de una memoria de bienes raíces que ya creó su padre Gonzalo Martínez.

No cabe la menor duda de que Gonzalo pudo ser un labrador con un patrimonio agrícola, que incrementaría tras la aportación de los bienes que le supuso su alianza matrimonial con María López-Lobo, pues como ya indicamos en el artículo anterior, los linajes que entroncaban con los López en generaciones siguientes solían prosperar. Resulta indicativo que María tras fallecer en 1565 manda un pago de casi 400 misas por su alma y la de sus seres queridos, una cifra elevada para lo que era la media de las que se producían en el municipio, hasta el punto de que será la más alta de todas las que se registran en el primer volumen de difuntos.

No está del todo claro cuando comienzan las relaciones entre los Martínez y Vicente, aunque todo apunta a fechas bastante tempranas. Así pues, Marina Martínez celebra sus nupcias con un tal Francisco Vicente. Marina fallece en 1579 con pago de 224 misas, y es después de María López-Lobo, la tercera sacedeña que más oraciones solicita en relación a todas las partidas reflejadas en el referido libro de defunciones. Marina y Francisco tuvieron sólo dos hijos, Juan (bautizado en 1577) y que debió fallecer al poco tiempo, pues un año después se vuelve a bautizar otro niño de mismo nombre.

A pesar de que Gonzalo tuvo varios vástagos (siendo su mayoría mujeres), la continuación del linaje por línea de varón se concentraría en su hijo Juan, quien de los seis que tenemos documentados, fue curiosamente el más pequeño. Recordemos que en 1565 cuando María López fallece (la esposa de Gonzalo), se cita a dos hijas suyas que ya estaban muertas (María y Catalina).

Mucho tiempo habrá de transcurrir desde este momento hasta llegar al período en el que los Martínez son sin ningún tipo de dudas los amos y señores de Saceda y sus alrededores. Esto sucederá durante el siglo XIX.

Su poder fue tal que tampoco sería descabellado afirmar que se encontrarían entre una de las casas más destacadas de la comarca, pues su proyección abarcó más allá de las tierras conquenses. Recordemos que don Andrés María Martínez de Unda, fue Senador por la ciudad de Cuenca, falleciendo en la legislatura de 1838, tal y como leemos en su expediente político. Andrés tenía diversidad de bienes en Valdemoro del Rey, Mazarulleque, Saceda, Portalrubio, Bonilla y Valparaiso de Abajo, gracias a las muchas fincas rústicas, así como varias haciendas y reses que había atesorado.

Para comprender que espacio de tiempo separa los antiguos labradores de esta familia, con la distinguida casa de políticos que se asociaron con linajes variopintos de la aristocracia madrileña, hemos de realizar un viaje al pasado, poniendo nuestras miras en la Saceda más antigua de la que conservamos documentos. El de aquella localidad donde campesinos y ganaderos comenzaron a acrecentar un conjunto de bienes que poco a poco, y generación tras generación, fueron dándoles una mayor autonomía.

Sin lugar a dudas, la familia que está asociada con los Martínez en esta primera etapa fue la de los Vicente, una casa de labradores que desde su origen retuvieron una cantidad importante de tierras.

Pensamos que probablemente la ausencia de una presión señorial en este lugar, permitió el auge de diferentes familias de la pequeña burguesía rural, que a pesar de las limitaciones que podían sufrir, al menos consiguieron aglutinar un conjunto de bienes raíces, que desde la figura del vínculo u otro tipo de fundaciones patrimoniales, acabaron ayudándoles con el tiempo.

Entre los Martínez, sabemos que Juan Martínez López-Lobo fue el afortunado en llevarse la herencia de su padre Gonzalo. Dicho Gonzalo es sin lugar a dudas quien más nos interesa, pues éste será el personaje que se empleará a finales del siglo XVIII como creador y representante del linaje sacedeño, argumentado que se estableció en el municipio recién llegado desde tierras vascas. Referencia que únicamente se extrae de su partida de defunción, y que tal y como sostenemos de acorde a nuestras hipótesis genealógica, fue fruto de una previa manipulación por parte del escribano, encargado de compulsarla y adjuntarla en la ejecutoria de hidalguía que los Martínez defenderán ante la Chancillería, para así consolidar la génesis un relato en el que se borrará de manera súbita las raíces campesinas del linaje, y por tanto, conseguir adscribirlo a la esfera nobiliaria.

El planteamiento en el que fundamentamos nuestra hipótesis se apoya en diferentes elementos que aquí pasamos a describir. La familia de los Martínez y que tenemos documentada desde mediados del siglo XVI, se dedicó mayormente a trabajar la tierra. Con el paso del tiempo, después de la ampliación de su patrimonio, comienzan a efectuar matrimonios con familias de la nobleza comarcal. Esto les dará un mayor nombre y unas aspiraciones que van más allá de las de arar sus propiedades en Saceda.

El inconveniente es que la nobleza difícilmente podía conseguirse de manera súbita, salvo méritos militares o acciones destacadas, que entre otras alternativas, quedaban prácticamente extinguidas en un marco rural como en el que los Martínez se movían, por ello una de las escasas opciones y más práctica, era la de demostrar una ascendencia que los vinculara por línea de sangre con alguna casa de hidalgos que ya estuviera adscrita en ese escalafón. Dicho y hecho, durante el siglo XVIII, los Martínez invertirán una suma considerable de dinero en abrir un proceso que consistirá en llevar ante la Chancilleria un compendio de pruebas y testimonios, que pretendían demostrar una conexión genealógica con una serie de ancestros que legitimaban su derecho a ser reconocidos como miembros del estado noble.

El problema es que los libros de Saceda llegaban “sólo” hasta mediados del siglo XVI, y el nombre más antiguo que se podía relacionar de la familia era el de Gonzalo Martínez. Es entonces cuando la maquinaria de la época, fundamentada en la figura del escribano, por ser hábil y diestro en labores de compulsar y dar fe de la documentación que custodiaba, reescribirá el tomo más antiguo de defunciones de la localidad, y que es donde se menciona a dicho Gonzalo, añadiéndole al apellido Martínez la partícula “Unda”, ya que en las lejanas tierras de Durango, se sabía de hacía varios siglos atrás, que en sus armoriales se citaba una familia de la nobleza local con idéntico apellido. De esta forma, se conseguirá establecer la relación entre el apellido Martínez de Saceda, con el de la forma Unda de Durango, propiciando una solapación del mismo, que comportaba la tan ansiada anexión al ámbito nobiliario. Un catalizador social que obviamente ayudará a que la familia genere un mayor atractivo y grado de influencia. Siendo en realidad un procedimiento más que habitual de la época, y que se convertía casi en una acción necesaria para muchas gentes que tenían miras altas en ámbitos como el de la política y el comercio.

El caso que comentamos, y que presentamos como hipótesis de trabajo ya en un artículo anterior, lo sostenemos por las evidencias que nos revelan algunos detalles, especialmente de forma y tipo paleográfico, en los que se aprecia como la partida de defunción del referido Gonzalo está alterada respecto la que pudo ser la original, y en la que se apoyaron sus descendientes para conseguir el reconocimiento de la ejecutoria de hidalguía a finales del siglo XVIII.

Primeramente la forma Unda (excepto en el libro de defunciones elaborado a posteriori) no la hemos visto escrita en ningún otro documento entre el período que abarca desde el siglo XVI hasta la redacción del texto de la Chancillería. Incluso a los descendientes tampoco se les trata como nobles, sin llegar a desprenderse ningún atisbo de ello en la documentación que hemos consultado, disminuyendo por tanto cualquier sospecha, por mínima que sea a la hora de querer relacionarlos con la casa del linaje vasco.

Otro elemento claramente revelador se aprecia de nuevo en la partida del referido Gonzalo, empleándose una fórmula exclusiva y nada habitual con respecto a las demás partidas presentes en el libro. Ya que se especifica que éste “declaro ser vizcaino hijo de Sancho Martínez de Unda y Alonsa Avellaneda”. Sin lugar a dudas este tipo de información que a cualquier genealogista nos parece un regalo inesperado, no aparece en ninguna otra partida del resto de ese libro, ni de los varios que hemos ido cotejando.

Este elemento resulta trascendental, pues es sobre el que se apoyará el relato que vinculará los Martínez sacedeños con las tierras vascas. Pero por si no hubiese más dudas, otra cuestión de la que hemos de partir, es que si analizamos todo el primer libro de bautismos y matrimonios del siglo XVI, existen otras líneas que también portan el Martínez, y con las que teóricamente éstos no guardan ningún nexo, pudiendo ser en realidad hermanos de Gonzalo, primos o parientes nos muy lejanos, por lo que en ese caso hablaríamos de una familia más amplia, cuyas raíces afloraban de la Saceda tardomedieval.

Partida de defunción de Gonzalo Martínez (Unda). Libro I de defunciones, fol. 11. Archivo Eclesiástico de Huete

Al margen de la operación de ennoblecimiento efectuada, y que como otras tantas fueron casi necesarias para poder medrar y generar una imagen de popularidad del linaje, el patrimonio de Gonzalo recaerá sobre su hijo más pequeño. Juan Martínez López-Lobo, supo de la importancia que requería casar a sus descendientes con familias bien posicionadas, de ahí que sus hijos pusieran sus miras en la casa de los Vicente, con quienes suponemos por el matrimonio antes referido de Francisco y Marina, no sería la primera vez que ocurría.

Tampoco hay discusión alguna en lo que se refiere a que Juan Martínez supo con quién debía celebrar sus nupcias, ya que María Saiz procedía de otra de las grandes casas de labradores de la localidad.

Por un lado Miguel Vicente de las Heras casará en 1595 con Magdalena Martínez Saiz, mientras que en 1617 lo hará Pedro Martínez Saiz con Catalina Vicente Escudero. Ello dará pie a la línea que se apellidará como Saiz Martínez junto con otra que denominaremos como Martínez Escudero, y entre las que su grado de parentesco era el de primos hermanos.
La descendencia escogería rumbos y estrategias diferentes, pues los Vicente-Martínez se asociarán con los Fernández, García y Olmedilla. Mientras que por otro lado los Martínez-Escudero lo harán con los Pérez y los González.

Relaciones genealógicas de los Vicente y los Martínez de Saceda (apuntes del archivo familiar). Elaboración propia.

Sin lugar a dudas la línea de los Martínez-Vicente será la mejor parada, convirtiéndose en la más importante con el trascurso de los siglos. Si Pedro Martínez y Catalina Vicente, tuvieron por hijo a Juan Martínez Vicente, éste casó más tarde con María Vicente. Inicialmente nada tenían que ver ambas familias, pues los abuelos maternos de Juan Martínez eran el señor Francisco Vicente e Inés Escudero (también naturales de Saceda), no obstante, su esposa María era hija de dos vecinos de Jabalera, Juan Vicente y Ana de los Pérez, quedando en el aire el interrogante de si su padre tenía alguna relación con los Vicente de Saceda, pues en principio en la partida de 1663 no se dice nada sobre cualquier grado de consanguinidad entre los contrayentes.

De acorde a nuestras investigaciones las dos líneas de Vicente (tanto la de Juan Martínez, como la de su esposa María), estaban económicamente bien posicionadas, ya que por la parte de Juan era pariente suyo el Licenciado Alonso Vicente, el mismo que hizo seis fundaciones patrimoniales en 1620. Por lo que respecta a María, su hermano fue el Licenciado Francisco Vicente, también controlador de un patrimonio importante, y que tras fallecer en 1682 mandó más de 500 misas por su alma y la de sus seres queridos, además de enterrarse en la sepultura que su padre tenía en la capilla mayor, sin olvidar a ello que mandó construir una capilla dedicada a San Guillermo en la Ermita de Nuestra Señora de la Paz, y que también restauró con el dinero sobrante.

Juan Martínez Vicente, el marido de María Vicente falleció en 1677 con pago de 1060 misas. Su esposa lo hizo tres años antes, con una manda también destacada de 550 misas, siendo una muestra más del nombre que ya por aquellas fechas había empezado a amasar este linaje. Será pues a partir de los hijos de ambos, cuando comenzarán a gestarse enlaces matrimoniales con familias de fuera de Saceda, y que se adscriben al ámbito de la nobleza local (García-Vaquero y Garrido, entre otras).


David Gómez de Mora


Referencias:

* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de matrimonios (1565-1601).

* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro II de matrimonios -incluye bautismos- (1601-1621).

* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro III de matrimonios (1622-siglo XVIII).

* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de defunciones (1556-1594).

* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro siguiente de defunciones (1670-1738).

* Gómez de Mora, David (2019). El  linaje de los Martínez de Unda en Saceda del Río. En: davidgomezdemora.blogspot.com

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).