Las primeras
referencias de los Martínez nos llegan a través del volumen I de bautismos de
Saceda, el cual arranca del año 1546. En esta fase, la familia establece
matrimonios con casas fuertes del lugar que le darán una posición preeminente.
A tenor de los datos que hemos ido estudiando durante estos años, el despegue del
linaje se consolidará tras el trascurso de dos generaciones por la influencia
que jugarán los López-Lobo junto con los Saiz-Mateo.
Una situación que motivó
una conjunción recíproca de intereses entre familias de curas y labradores, que
se materializará en la celebración de determinados matrimonios, indispensables
para promocionar la posición de sus hijos y futuros descendientes.
En este tipo de
políticas entraría el enlace de Juan Martínez con María Saiz, y que pudo
ocurrir alrededor de 1568, siendo sin lugar a dudas crucial para sus intereses,
puesto que Juan se convirtió en el principal heredero y cabeza de su familia,
ya que por ahora desconocemos si sus hermanos dejaron algún descendiente con el
que hubiese de compartir sus propiedades.
Sabemos que Juan
Martínez fue bautizado en 1551 y redactó su testamento en 1599. Lo cierto es
que a priori del mismo no se
desprenden datos relevantes, pues sólo pagó
25 misas por el alma de su esposa, ya que ésta había fallecido con
anterioridad. También se cita a su hijo Pedro Martínez Saiz, a quien entrega
unas propiedades que formarían parte de una memoria de bienes raíces que ya creó
su padre Gonzalo Martínez.
No cabe la menor duda
de que Gonzalo pudo ser un labrador con un patrimonio agrícola, que incrementaría
tras la aportación de los bienes que le supuso su alianza matrimonial con María
López-Lobo, pues como ya indicamos en el artículo anterior, los linajes que
entroncaban con los López en generaciones siguientes solían prosperar. Resulta
indicativo que María tras fallecer en 1565 manda un pago de casi 400 misas por
su alma y la de sus seres queridos, una cifra elevada para lo que era la media
de las que se producían en el municipio, hasta el punto de que será la más alta
de todas las que se registran en el primer volumen de difuntos.
No está del todo claro
cuando comienzan las relaciones entre los Martínez y Vicente, aunque todo apunta
a fechas bastante tempranas. Así pues, Marina Martínez celebra sus nupcias con un
tal Francisco Vicente. Marina fallece en 1579 con pago de 224 misas, y es
después de María López-Lobo, la tercera sacedeña que más oraciones solicita en
relación a todas las partidas reflejadas en el referido libro de defunciones. Marina y Francisco
tuvieron sólo dos hijos, Juan (bautizado en 1577) y que debió fallecer al poco
tiempo, pues un año después se vuelve a bautizar otro niño de mismo nombre.
A pesar de que Gonzalo
tuvo varios vástagos (siendo su mayoría mujeres), la continuación del linaje
por línea de varón se concentraría en su hijo Juan, quien de los seis que
tenemos documentados, fue curiosamente el más pequeño. Recordemos que en 1565
cuando María López fallece (la esposa de Gonzalo), se cita a dos hijas suyas que
ya estaban muertas (María y Catalina).
Mucho tiempo habrá de
transcurrir desde este momento hasta llegar al período en el que los Martínez son
sin ningún tipo de dudas los amos y señores de Saceda y sus alrededores. Esto
sucederá durante el siglo XIX.
Su poder fue tal que
tampoco sería descabellado afirmar que se encontrarían entre una de las casas más
destacadas de la comarca, pues su proyección abarcó más allá de las tierras
conquenses. Recordemos que don Andrés María Martínez de Unda, fue Senador por
la ciudad de Cuenca, falleciendo en la legislatura de 1838, tal y como leemos
en su expediente político. Andrés tenía diversidad de bienes en Valdemoro del
Rey, Mazarulleque, Saceda, Portalrubio, Bonilla y Valparaiso de Abajo, gracias
a las muchas fincas rústicas, así como varias haciendas y reses que había atesorado.
Para comprender que
espacio de tiempo separa los antiguos labradores de esta familia, con la
distinguida casa de políticos que se asociaron con linajes variopintos de la
aristocracia madrileña, hemos de realizar un viaje al pasado, poniendo nuestras
miras en la Saceda más antigua de la que conservamos documentos. El de aquella
localidad donde campesinos y ganaderos comenzaron a acrecentar un conjunto de
bienes que poco a poco, y generación tras generación, fueron dándoles una mayor
autonomía.
Sin lugar a dudas, la
familia que está asociada con los Martínez en esta primera etapa fue la de los
Vicente, una casa de labradores que desde su origen retuvieron una cantidad
importante de tierras.
Pensamos que
probablemente la ausencia de una presión señorial en este lugar, permitió el
auge de diferentes familias de la pequeña burguesía rural, que a pesar de las
limitaciones que podían sufrir, al menos consiguieron aglutinar un conjunto de
bienes raíces, que desde la figura del vínculo u otro tipo de fundaciones
patrimoniales, acabaron ayudándoles con el tiempo.
Entre los Martínez,
sabemos que Juan Martínez López-Lobo fue el afortunado en llevarse la herencia
de su padre Gonzalo. Dicho Gonzalo es sin lugar a dudas quien más nos interesa,
pues éste será el personaje que se empleará a finales del siglo XVIII como
creador y representante del linaje sacedeño, argumentado que se estableció en
el municipio recién llegado desde tierras vascas. Referencia que únicamente se extrae
de su partida de defunción, y que tal y como sostenemos de acorde a nuestras
hipótesis genealógica, fue fruto de una previa manipulación por parte del
escribano, encargado de compulsarla y adjuntarla en la ejecutoria de hidalguía
que los Martínez defenderán ante la Chancillería, para así consolidar la
génesis un relato en el que se borrará de manera súbita las raíces campesinas
del linaje, y por tanto, conseguir adscribirlo a la esfera nobiliaria.
El planteamiento en el
que fundamentamos nuestra hipótesis se apoya en diferentes elementos que aquí
pasamos a describir. La familia de los Martínez y que tenemos documentada desde
mediados del siglo XVI, se dedicó mayormente a trabajar la tierra. Con el paso
del tiempo, después de la ampliación de su patrimonio, comienzan a efectuar
matrimonios con familias de la nobleza comarcal. Esto les dará un mayor nombre
y unas aspiraciones que van más allá de las de arar sus propiedades en Saceda.
El inconveniente es que la
nobleza difícilmente podía conseguirse de manera súbita, salvo méritos
militares o acciones destacadas, que entre otras alternativas, quedaban
prácticamente extinguidas en un marco rural como en el que los Martínez se
movían, por ello una de las escasas opciones y más práctica, era la de
demostrar una ascendencia que los vinculara por línea de sangre con alguna casa
de hidalgos que ya estuviera adscrita en ese escalafón. Dicho y hecho, durante
el siglo XVIII, los Martínez invertirán una suma considerable de dinero en
abrir un proceso que consistirá en llevar ante la Chancilleria un compendio de
pruebas y testimonios, que pretendían demostrar una conexión genealógica con una
serie de ancestros que legitimaban su derecho a ser reconocidos como miembros
del estado noble.
El problema es que los
libros de Saceda llegaban “sólo” hasta mediados del siglo XVI, y el nombre más
antiguo que se podía relacionar de la familia era el de Gonzalo Martínez. Es
entonces cuando la maquinaria de la época, fundamentada en la figura del
escribano, por ser hábil y diestro en labores de compulsar y dar fe de la
documentación que custodiaba, reescribirá el tomo más antiguo de defunciones de
la localidad, y que es donde se menciona a dicho Gonzalo, añadiéndole al
apellido Martínez la partícula “Unda”, ya que en las lejanas tierras de Durango,
se sabía de hacía varios siglos atrás, que en sus armoriales se citaba una
familia de la nobleza local con idéntico apellido. De esta forma, se conseguirá
establecer la relación entre el apellido Martínez de Saceda, con el de la forma
Unda de Durango, propiciando una solapación del mismo, que comportaba la tan
ansiada anexión al ámbito nobiliario. Un catalizador social que obviamente
ayudará a que la familia genere un mayor atractivo y grado de influencia. Siendo
en realidad un procedimiento más que habitual de la época, y que se convertía
casi en una acción necesaria para muchas gentes que tenían miras altas en
ámbitos como el de la política y el comercio.
El caso que comentamos,
y que presentamos como hipótesis de trabajo ya en un artículo anterior, lo
sostenemos por las evidencias que nos revelan algunos detalles, especialmente
de forma y tipo paleográfico, en los que se aprecia como la partida de
defunción del referido Gonzalo está alterada respecto la que pudo ser la original,
y en la que se apoyaron sus descendientes para conseguir el reconocimiento de
la ejecutoria de hidalguía a finales del siglo XVIII.
Primeramente la forma
Unda (excepto en el libro de defunciones elaborado a posteriori) no la hemos visto escrita en ningún otro documento
entre el período que abarca desde el siglo XVI hasta la redacción del texto de
la Chancillería. Incluso a los descendientes tampoco se les trata como nobles, sin
llegar a desprenderse ningún atisbo de ello en la documentación que hemos
consultado, disminuyendo por tanto cualquier sospecha, por mínima que sea a la
hora de querer relacionarlos con la casa del linaje vasco.
Otro elemento
claramente revelador se aprecia de nuevo en la partida del referido Gonzalo, empleándose
una fórmula exclusiva y nada habitual con respecto a las demás partidas
presentes en el libro. Ya que se especifica que éste “declaro ser vizcaino hijo de Sancho Martínez de Unda y Alonsa
Avellaneda”. Sin lugar a dudas este tipo de información que a cualquier
genealogista nos parece un regalo inesperado, no aparece en ninguna otra
partida del resto de ese libro, ni de los varios que hemos ido cotejando.
Este elemento resulta
trascendental, pues es sobre el que se apoyará el relato que vinculará los
Martínez sacedeños con las tierras vascas. Pero por si no hubiese más dudas,
otra cuestión de la que hemos de partir, es que si analizamos todo el primer
libro de bautismos y matrimonios del siglo XVI, existen otras líneas que también
portan el Martínez, y con las que teóricamente éstos no guardan ningún nexo,
pudiendo ser en realidad hermanos de Gonzalo, primos o parientes nos muy
lejanos, por lo que en ese caso hablaríamos de una familia más amplia, cuyas
raíces afloraban de la Saceda tardomedieval.
Partida
de defunción de Gonzalo Martínez (Unda). Libro I de defunciones, fol. 11. Archivo
Eclesiástico de Huete
Al margen de la
operación de ennoblecimiento efectuada, y que como otras tantas fueron casi
necesarias para poder medrar y generar una imagen de popularidad del linaje, el
patrimonio de Gonzalo recaerá sobre su hijo más pequeño. Juan Martínez
López-Lobo, supo de la importancia que requería casar a sus descendientes con
familias bien posicionadas, de ahí que sus hijos pusieran sus miras en la casa
de los Vicente, con quienes suponemos por el matrimonio antes referido de
Francisco y Marina, no sería la primera vez que ocurría.
Tampoco hay discusión alguna
en lo que se refiere a que Juan Martínez supo con quién debía celebrar sus
nupcias, ya que María Saiz procedía de otra de las grandes casas de labradores
de la localidad.
Por un lado Miguel Vicente
de las Heras casará en 1595 con Magdalena Martínez Saiz, mientras que en 1617
lo hará Pedro Martínez Saiz con Catalina Vicente Escudero. Ello dará pie a la
línea que se apellidará como Saiz Martínez junto con otra que denominaremos
como Martínez Escudero, y entre las que su grado de parentesco era el de primos
hermanos.
La descendencia escogería
rumbos y estrategias diferentes, pues los Vicente-Martínez se asociarán con los
Fernández, García y Olmedilla. Mientras que por otro lado los Martínez-Escudero
lo harán con los Pérez y los González.
Relaciones
genealógicas de los Vicente y los Martínez de Saceda (apuntes del archivo
familiar). Elaboración propia.
Sin lugar a dudas la
línea de los Martínez-Vicente será la mejor parada, convirtiéndose en la más
importante con el trascurso de los siglos. Si Pedro Martínez y Catalina
Vicente, tuvieron por hijo a Juan Martínez Vicente, éste casó más tarde con
María Vicente. Inicialmente nada tenían que ver ambas familias, pues los
abuelos maternos de Juan Martínez eran el señor Francisco Vicente e Inés
Escudero (también naturales de Saceda), no obstante, su esposa María era hija
de dos vecinos de Jabalera, Juan Vicente y Ana de los Pérez, quedando en el
aire el interrogante de si su padre tenía alguna relación con los Vicente de
Saceda, pues en principio en la partida de 1663 no se dice nada sobre cualquier
grado de consanguinidad entre los contrayentes.
De acorde a nuestras
investigaciones las dos líneas de Vicente (tanto la de Juan Martínez, como la
de su esposa María), estaban económicamente bien posicionadas, ya que por la
parte de Juan era pariente suyo el Licenciado Alonso Vicente, el mismo que hizo
seis fundaciones patrimoniales en 1620. Por lo que respecta a María, su hermano
fue el Licenciado Francisco Vicente, también controlador de un patrimonio
importante, y que tras fallecer en 1682 mandó más de 500 misas por su alma y la
de sus seres queridos, además de enterrarse en la sepultura que su padre tenía
en la capilla mayor, sin olvidar a ello que mandó construir una capilla
dedicada a San Guillermo en la Ermita de Nuestra Señora de la Paz, y que
también restauró con el dinero sobrante.
Juan Martínez Vicente,
el marido de María Vicente falleció en 1677 con pago de 1060 misas. Su esposa
lo hizo tres años antes, con una manda también destacada de 550 misas, siendo
una muestra más del nombre que ya por aquellas fechas había empezado a amasar
este linaje. Será pues a partir de los hijos de ambos, cuando comenzarán a
gestarse enlaces matrimoniales con familias de fuera de Saceda, y que se
adscriben al ámbito de la nobleza local (García-Vaquero y Garrido, entre otras).
David
Gómez de Mora
Referencias:
* Archivo Eclesiástico
de Huete. Libro I de matrimonios (1565-1601).
* Archivo Eclesiástico
de Huete. Libro II de matrimonios -incluye bautismos- (1601-1621).
* Archivo Eclesiástico
de Huete. Libro III de matrimonios (1622-siglo XVIII).
* Archivo Eclesiástico
de Huete. Libro I de defunciones (1556-1594).
* Archivo Eclesiástico
de Huete. Libro siguiente de defunciones (1670-1738).
* Gómez de Mora, David
(2019). El linaje de los Martínez de
Unda en Saceda del Río. En: davidgomezdemora.blogspot.com