Corría mediados del siglo XVI,
cuando en uno de esos muchos flujos migratorios que se produjeron a partir de
aquella centuria sobre esta tierra de la Mancha, tenemos constancia de la
presencia de un tal Martín Saiz entre los habitantes de la localidad de
Buenache de Alarcón.
Por aquel entonces, Martín Saiz
era conocido como el “vizcaíno” entre los vecinos del lugar. El calificativo
era una clara reseña que indicaba su procedencia geográfica, tal y como
apreciamos en un par de partidas del primer tomo de bautismos del libro
parroquial, donde se anotan los nombres de dos hijos suyos, y que éste bautizó
en 1550 y 1552. Nuestro personaje siguiendo la costumbre de sus paisanos, optó
por precisar el lugar concreto de aquel amplio territorio del que descendía, de
ahí que justo tras la generación de su hijo Martín el mozo, comencemos a leer
el apellido Aceta o Saiz de Aceta.
La forma Azeta o Aceta le venía
de uno de los pequeños barrios del que era oriundo, desconociendo si era exactamente
alusivo al ubicado en Sodupe (Güeñes) o al hoy absorbido por la trama urbana de
Portugalete. Fuese de cualquiera de las formas, sendas demarcaciones
pertenecían al territorio Vizcaíno, de ahí que Martín automáticamente gozaba de
un privilegio que pocas familias tenían en el espacio conquense, se trataba de
la declaración de una hidalguía para los vascos, y que como bien sabemos apareció
tras el fuero de 1526, siendo 64 años después reconocida por la Corona a través
de una Real Provisión.
De este modo, familias como los
Aceta, eran técnicamente integrantes del estado noble. Lo cierto es que no
serán los primeros vascos en llegar hasta Buenache, pues tenemos constancia de
que los Hergueta ya se hallaban instalados aquí desde antes, así como durante
la primera década, idéntico caso sucederá con los Urreta de Lizcano,
consiguiendo estos últimos sacar poco después su ejecutoria de hidalguía. Será justo
en la segunda mitad de aquel siglo cuando los Barambio también harán su
entrada, de modo que tendremos en un lugar no excesivamente grande, un
destacado peso de sangre vasca, que de modo paralelo se extenderá por otros
muchos rincones de Castilla.
Como habíamos comentado
anteriormente, Martín tuvo varios hijos, María (bautizada el 22 de agosto de 1550),
Martín (el 27 de diciembre de 1552), así como Tomás de Aceta y del que conocemos
su partida matrimonial (sin descartar otros personajes que por ahora ignoramos
en este artículo). Los hijos de Martín Saiz eran fruto del matrimonio con su
esposa Teresa Herráiz, y que a diferencia de él, era de raíces manchegas,
siendo su padre Pedro Herráiz de Valera. Una familia que tampoco vivía mal, y
de la que suponemos Martín aprovecharía su posición.
Martín y Teresa dejaron
descendencia que conservará el apellido Aceta. Entre las líneas que hemos
visto, estaría la del citado Tomás, quien en 1573 casó con Catalina de
Baldeolivas, así como su hermano Martín de Aceta (bautizado en 1552), y que en
1585 celebró su matrimonio con Catalina Saiz de Arias. De este último nacerán
un conjunto de integrantes, que serán los que tenemos documentados en nuestra
genealogía familiar, y que pasamos a describir en el siguiente árbol.
Los descendientes de estos
Aceta casarán con los Saiz-Carnicero (así lo veremos en el caso de una biznieta
de Martín y Teresa), o un tataranieto con una miembro de los Moya. Sabemos que
por ejemplo en 1586 falleció Juan de Aceta, marido de María López, quien además
de testar, pagó tras su muerte casi 80 misas, cifra nada mala para la época y
que en cierto modo nos revela como los Aceta ya irían disponiendo de recursos.
Línea
de recta de varón de los Aceta de Buenache de Alarcón. Genealogía familiar
(elaboración propia).
David
Gómez de Mora
Referencias:
* Archivo Diocesano de Cuenca.
Tomo I de bautismos de Buenache de Alarcón (1513-1561).
* Genealogía de la familia
Gómez-de Mora Jarabo. Apuntes
Imagen:
* mareometro.blogspot.com