sábado, 26 de septiembre de 2020

Los Jarabo

El apellido Jarabo está estrechamente asociado con uno de los linajes más importantes que han existido en determinados municipios del territorio optense, hecho comprobado desde la perspectiva historiográfica en enclaves como Gascueña o La Peraleja, donde de manera ininterrumpida han sido una de las casas mejor posicionadas con el trascurso de los siglos. Las múltiples reseñas que extraemos a través de documentación testamentaria, la posesión de cargos destacados, además de muchas situaciones que reflejan la trayectoria y méritos obtenidos por varios de sus representantes, son sólo un pequeño ejemplo del rol que jugaron dentro de las élites rurales de esta zona de la Alcarria conquense.

Celebres y reputados historiadores como don José María Álvarez Martínez del Peral intentarán relatar el poder del linaje, efectuando una relación con la familia noble de los Jaraba, de quien siempre se ha creído que eran descendientes tras una mutación del apellido que acabaría masculinizándolo.

A día de hoy el investigador que más tiempo ha dedicado al estudio de este linaje es el magistrado y descendiente de La Peraleja, don Alberto Jarabo de Calatayud, quien durante dos décadas ha analizado a fondo parte del pasado de muchas de las líneas de esta familia, y que como bien sabemos en buena medida proceden de la casa afincada en esta localidad, a través de la descendencia de un personaje que vivió durante el siglo XVI y sobre el que vamos a hablar más adelante. Será precisamente a partir de uno de sus hermanos, Juan Jarabo de Uterviejo, sobre quien conocemos muchísimos detalles de la familia gracias a su testamento. Juan será una figura estrechamente vinculada con los grupos de poder que antaño había en estas tierras, y sobre el que en un futuro nos gustaría ahondar. Sabemos que la cantidad de propiedades agrícolas sobrepasaba el centenar, expandiéndose por diferentes municipios como Uterviejo, Verdelpino y Carrascosilla. Hemos de pensar que no todos sus bienes se adscribieron dentro de la figura del mayorazgo que acabó consolidando, pues veremos como algunos no quedarían sujetos, sin contar los sustanciosos lotes de tierras que recaerían sobre sus hermanos, fenómeno por el que resulta complicado precisar el patrimonio total acumulado por su padre antes de repartirse entre sus hijos.

El tiempo iba pasando, y siguiendo la apacible rutina de estos pueblos, la familia desempeñaría una proyección social poco ambiciosa, que la reduciría al ámbito local, donde las alianzas matrimoniales entre familias del mismo lugar estaban a la orden del día. Así seguiría trascurriendo el modus vivendi de aquellas casas de labradores, cuando entrado el siglo XIX, estos seguían manteniendo parte del poder que ya desempeñaron desde épocas pasadas. Recordemos al respecto que en el caso de La Peraleja, los representantes mejor posicionados de la familia resaltarían su posición a través de la construcción de una bonita tumba familiar y que podemos apreciar dentro del cementerio municipal. Nada extraño si tenemos en cuenta que por aquellas fechas los descendientes de Bonifacio Jarabo seguían siendo una de las casas más ricas del pueblo, fenómeno que fortaleció más si cabe su posición cuando la línea principal se volcaría con la causa liberal tras el estallido de las guerras carlistas, consiguiendo por ello su reconocimiento como caballeros de la Orden de Isabel la Católica a través de la figura de don José Jarabo Martínez, y que llegó a ser alcalde del municipio. A través de este como de sus hermanos y primos irán expandiéndose varias líneas que dejarán una destacada descendencia que ha llegado hasta el día de hoy por línea recta de varón.

Al respecto, siguiendo con las políticas de ascenso social, veremos enlaces que los relacionarán directamente dentro del círculo nobiliario, hecho que les sucedería con los Sandoval, tras entroncar estos con una de las líneas de los Jarabo de Gascueña. Será precisamente un señor de esta vecindad, don Juan Matías Jarabo y Cantero, quien a principios del siglo XIX emprendió la carrera de jurisprudencia en Alcalá de Henares, graduándose en derecho y llegando a ser Doctor en cánones. Entre su hoja de méritos que hallamos en el Archivo Histórico Nacional podemos leer que en 1811 fue abogado titular por los tribunales nacionales, así como once años después consiguió ser nombrado alcalde constitucional ejerciendo como juez de primera instancia en Priego. Durante 1821 fue capitán comandante de la milicia local de Gascueña, municipio que se acabaría convirtiendo en uno de los principales bastiones de la causa liberal tras el estallido de las guerras carlistas, y que como bien sabemos durante la primera contienda puso en jaque en más de una ocasión a los combatientes facciosos que lucharon con entrega y valor por la victoria del pretendiente don Carlos a lo largo de esta comarca.

Resultará imposible pasar por alto municipios de la zona, como será el caso de Mazarulleque, Tinajas, Saceda del Río o Bonilla, este último donde Melchor Jarabo a principios del siglo XVI ya era familiar del Santo Oficio. En Caracenilla tenemos constancia de que la familia dejará algún descendiente que en el siglo XVIII acabará casando con un integrante de la casa de los Alcázar.

Ermita de la Virgen del Monte de La Peraleja

A la pregunta de, ¿quien fue el primer miembro del linaje en llegar a La Peraleja?, debemos de responder que se trataría de Bonifacio Jarabo, quien a pesar de ser el progenitor en el municipio no tuvo ningún inconveniente en hacerse con la alcaldía del lugar. Su padre era el antes referido Juan Jarabo, quien desde su casa principal de Gascueña tenía a su servicio varios criados, cosa nada extraña teniendo en cuenta la acumulación de patrimonio agrícola. Muestra de ese poder queda reflejado en el pleito suscitado sobre Preguezuelo entre las localidades de Gascueña y Tinajas, cuando extraemos por el testimonio de algunos vecinos que dicho Bonifacio tenía dos hermanos (Crisógono Jarabo y Miguel Jarabo), ambos regidores, además de poseedores de diversas propiedades en el municipio. Parece ser que la familia Sandoval llegó a ofrecer a Juan Jarabo parte del término de Preguezuelo, negociacón que de ser aceptada hubiera resuelto parte del conflicto. La oferta planteada a Juan ascendía a un coste total de 9000 ducados.

Parece ser que Juan meditaría la posibilidad, pues dinero no le faltaba, lo que únicamente le hubiese supuesto una incorporación adicional a la ingente cantidad de tierras que ya poseía y que como habíamos citado acabará volcando parcialmente en la herencia de su hijo Juan Jarabo -el mozo-, quien será reconocido con el distintivo del “de Uterviejo”, por tener allí morada y ser alcalde de dicha aldea. Resulta interesante la negativa a aceptar esta operación por parte de Juan cuando leemos que los labradores Hernán Martínez, Juan de la Cuesta y el Bachiller Cuesta se dirigieron hacia su hogar para pedirle que llegara a un acuerdo con la familia Sandoval.

La negativa de Juan a esas tentativas resultó tajante, pues el terrateniente declinaría el sugerimiento argumentando que la productividad de aquel terreno en relación con su coste era muy mala, añadiendo que previamente este ya había comprado otras tierras en la misma zona, no resultándole satisfactoria la inversión viendo la calidad de las misas, razón más que suficiente para que la familia optara por escurrir aquel compromiso, y que como veremos con el paso de los años iría enfrentando a los municipios de Gascueña y Tinajas. No olvidemos que los Jarabo ya tenían una ingente cantidad de fincas, pues tal como afirmarán algunos testigos, Juan Jarabo era uno de los labradores más potentes del territorio. Así lo confirmará Julián del Egido -el viejo-, vecino de Olmeda de la Cuesta, o Agustín Rubio, quien decía de Juan Jarabo que “fue uno de los hombres más ricos que en aquel tiempo había en este lugar”.

Sirvan estas notas como unas reseñas adicionales sobre la historia de una familia sobre la que en un futuro nos gustaría seguir investigando y publicar mucha más información.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. 10 Legajos (se inician en 1559). Sobre la Ejecutoria contra doña Blanca de Sandoval, vecina de la ciudad de Huete, a favor de los vecinos de Gascueña y autos con los vecinos de Tinajas sobre el término de Preguezuelo.

* Archivo Histórico Nacional. Consejos n.º 13.363. Juan Matías Jarabo y Cantero

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).