sábado, 19 de septiembre de 2020

Nobleza sospechosa y adquisición de apellidos con solera. El caso de Buenache de Alarcón

Alguno de los estudios en el ámbito de la nobleza española publicados por el profesor Enrique Soria (2009), han puesto de manifiesto que la idea que hemos concebido hasta la fecha sobre la información genealógica e histórica de muchos linajes que representaron parte de las élites de este país, ha sido en realidad un producto de las circunstancias del momento, en las que se entremezclan una compleja maraña de intereses donde irían convergiendo el miedo a la persecución por un pasado religioso ajeno al cristianismo, las ganas de mejorar una posición social y los consiguientes intereses en fortalecer un nombre, que sólo podía proyectarse adaptándose a unas respectivas normas, estrictas y contradictorias.

Entre las muchas estrategias que servían para evadir aquel tipo de persecuciones, existía la posibilidad de adquirir un apellido vinculado con alguna de las grandes casas de la nobleza peninsular. Por norma general, aprovechando que en su mayoría estos eran compuestos, se adjuntaba una parte complementaria, que en el caso de Buenache y sus alrededores, al no haber establecida una tradición que obligara a portar el apellido paterno, fomentaba la proliferación de curiosas intercalaciones, que potenciaban este tipo de operaciones disuasorias.

Resulta interesante al respecto una cita que aparece en el interrogatorio sobre las informaciones genealógicas de Pedro del Castillo Reyllo y su esposa María Saiz Chicano, cuando entre los testimonios podemos leer que María Guzmán, viuda de Julián Martínez Abad, hablando con Miguel López Cisneros, este le comentaba que el pretendiente Pedro del Castillo era judío, añadiendo que “en la huerta le dijo a esta el dicho Miguel López que hay Jimena, o, Guzmana, que no sé cuál apellido de los dos, solo que ambos son buenos, y estos hinchados de Pedro del Castillo se firman Ximénez y aunque son buenos por este apellido no son de los nuestros, y esta testigo le dijo al dicho Miguel López que callase y no se metiese en estas cosas” (fol. 153).

Como podemos comprobar, en este relato cabe reseñar la definición de apellido “hinchado”, un concepto que evidencia una realidad, y que era la de engrandecer el nombre de un linaje, aprovechando la buena situación de otro parecido con el que se pudiera confundir. Precisamente, este tipo de cuestiones se nos plantea con varios apellidos de la localidad, siendo alguno de ellos, dos de los anteriormente citados. Comenzaremos comentando la situación en la que nos encontramos con respecto a los Ximénez de Cisneros de Buenache, sobre quienes hasta la fecha no queda para nada claro si en realidad llegaron a guardar en algún momento de su historia una probable vinculación con la histórica familia de Torrelaguna, o todo ello obedece a una estrategia de enaltecimiento del linaje local.

Ya en un pequeño artículo del año 2018, comentábamos sobre estos que “ignoramos si existe o guardan algún nexo con la línea principal de donde procedía el famoso Cardenal, aunque no es precisamente casualidad que en Motilla del Palancar y alrededores hubiese otras tantas casas que conectan con el tronco fundacional. En este sentido es sabido que durante el siglo XV, estuvieron residiendo alguno de sus integrantes en Buenache, por el parentesco que les recaía con los Muñoz”. Cabe por ello ser críticos y preguntarnos seriamente si los Ximénez de Cisneros de Buenache estuvieron en origen vinculados con la línea fuerte de este mismo apellido.

¿Se trataba de linajes del municipio que para engrandecer su nombre construían un relato ficticio basado en una genealogía que realmente les era ajena?, ¿o simplemente estamos ante líneas segundonas que difícilmente se pueden rastrear por la ausencia de una envergadura social, que las recluyó a un olvido del que es complicado llegar a esclarecer alguna conclusión final?

Al respecto, sabemos por ejemplo que en el caso de la cercana Motilla del Palancar, existe una limpieza de sangre con la referencia del legajo 205, nº2332 en el Archivo Diocesano de Cuenca, vinculada a Juan Saiz Moreno, quien en 1556 se dice que además de labrador, era hijo de Antón López-Moreno y Leonor de Villaescusa, así como nieto de Juan Saiz Moreno y Olaya López (por el costado paterno), y de Juan de Villaescusa y Catalina García por la línea materna. A partir de esta información comienzan a surgir muchas dudas que reflejan la aparición de dos discursos completamente diferentes. Si es cierto que en el referido legajo se refleja que la familia de Juan porta sangre de cristianos viejos, no obstante, existen una serie de incongruencias que al menos, hacen pensar en una manipulación de la historia familiar a posteriori. Así, primeramente veremos como de la abuela paterna (Olaya), y que de ser descendiente de la ilustre familia que se le asigna en un tratado del siglo XVIII (como mínimo se tendría que haber efectuado alguna mención, o al menos, invocarse aunque fuera de modo residual el apellido Ximénez), hecho que no ocurre, pues no se dice nada al respecto. En cambio, si seguimos su genealogía a través del trabajo de Alfonso Guerra leeremos como en el capítulo séptimo a esta se la presenta como “Doña Olaya López de Cisneros, hija que fue de los dichos D. Antonio López y Doña Catalina Ximénez de Cisneros, la buena, fue décima primera nieta del Rey Don Alonso el Sexto, y como caso en la Villa de la Motilla del Palancar con Don Juan Saiz Moreno de la Plaza, Caballero notorio de Sangre, de cuyo matrimonio fueron sus hijas Doña Juana Saiz Moreno de Cisneros, de quien es el capítulo siguiente y Doña Catalina Moreno de Cisneros”.

Referencia al caballero don Juan Saiz Moreno de la Plaza, y que en la limpieza de sangre de 1556 se reduce al nombre del labrador Juan Saiz Moreno (Alfonso Guerra, 1716).

Resulta como poco sorprendente que el marido de Olaya fuese caballero, y en el documento de la limpieza de sangre de la Inquisición únicamente este quede reducido a un simple labrador cristiano viejo, del que por cierto nuevamente se acorta el apellido, pues tampoco aparece el “de la Plaza” que Guerra invoca en su tratado. Obviamente, esta serie de cuestiones difícilmente pueden explicarse por un cúmulo de casualidades.

No obstante, la cosa empeora en dicha certificación, cuando apreciamos como son citadas dos hermanas de Antón López-Moreno. Ambas aparecen tratadas como descendientes directas del rey Alfonso VI, siendo llamativo que sobre su hermano, y como descendiente por línea recta del esposo de Olaya, se omita cualquier alusión que corroborara su existencia. Para engrandecer el relato se citarán otros ilustres antepasados entre los que está el famoso don Fernando Ruiz Ceballos de Alarcón, quien según la tradición se decía que tomó la fortaleza de Alarcón durante la conquista de las tierras conquenses en el siglo XII.

Genealogía de Olaya López, esposa de Juan Saiz Moreno, según la ascendencia que describe Alfonso Guerra en 1716 (elaboración propia). La línea que se invoca en Buenache procede del matrimonio entre don García Ximénez de Cisneros, de quien se relata que en segundas nupcias casó con la bonachera doña Elvira Muñoz.

Como hemos apreciado en la conversación mantenida entre Miguel López de Cisneros, su compañera María Guzmán pertenecía a un linaje sobre el que también existen múltiples dudas sobre su vinculación con la línea fuerte que estaba asentada en la capital conquense.

La primera reseña en la que hemos visto una pretendida vinculación de los Guzmán bonacheros con el ámbito nobiliario es únicamente por un documento inquisitorial de la limpieza de sangre de Pedro Reyllo y su esposa, una fuente obviamente de dudosa fiabilidad viendo la cantidad de incongruencias como argumentos que parten de la inventiva a la hora de defender el discurso genealógico del interesado.

Tampoco podemos olvidar que en 1616, los Guzmán se ven envueltos en un turbio asunto, y que se describe en el proceso emprendido contra Alonso Saez de Guzmán, vecino de Buenache de Alarcón e integrante de la familia de la referida María, quien renegó de Dios, de los ángeles y del bautizo, deseando que “los diablos se llevaran su alma, las de sus padres y todo su linaje”. Aquel tipo de acusaciones, especialmente sobre una línea de la familia que ya estaba en el punto de mira por sus posibles nexos con la conversión cristiana, poco o ningún favor hacían al nombre del clan, por mucho que a posteriori se pretendiera enaltecer la marca del apellido.

Idéntico fenómeno les sucedía a los Silva bonacheros, aquellos que para magnificar todavía más si cabe su solera bautizarían a varios de sus hijos con el nombre de Rodrigo. La jugada no era casual, pues conocida era la figura de don Rodrigo de Silva y Mendoza, miembro de una de las familias más importantes de la nobleza española (los Duques de Pastrana). Ahora bien, parece ser que nuestros Silvas sólo tenían en común la coincidencia de un apellido que todo apunta a que adquirirían tras un claro proceso de conversión, y que el mismo silencio de los Reyllo estaría evidenciando, pues casualmente Pedro de Reyllo era descendiente de esta familia, y de la cual intentará esquivar cualquier tipo de referencia, tal y como se aprecia por las pesquisas de los interrogatorios que se le efectúan. Desde luego esta actitud era lógica y comprensible, cuando leemos que en el proceso del presbítero bonachero Rodrigo de Silva del año 1602, veremos como este será acusado de amancebarse con una prima hermana del Licenciado Parra, además de las insinuaciones infligidas contra diferentes mujeres de la localidad, es el caso de Ana Romero (la esposa de Juan de Toro), “de quien pidió su cuerpo”, o sus difamaciones contra la propia Iglesia. La gravedad del asunto alcanzaba su punto álgido cuando los testimonios del proceso afirmaban que este era en realidad descendientes de turcos, argumento que tiraba por tierra cualquier discurso que prentendiera vacilar sobre una solera nobiliaria.

Para finalizar, otra de las familias de esta localidad que intentará apoyarse en el nombre de otra casa con la que parece no tener nexos, es la de los López de Molina, y que en algún momento se hicieron llamar López Malo de Molina, en alusión a la noble estirpe castellana de los Malo de Molina. Por nuestra parte hemos investigado la genealogía desde el momento en que aparece la reseña en uno de sus miembros a través de una partida sacramental del siglo XVII, y llegados hasta mediados del siglo XVI una vez consultadas todas las líneas de antepasados (cuatro atrás), tanto en Buenache como en Valera de Abajo, y que es de donde procedía la familia, únicamente hemos apreciado que el vecino Andrés López de Molina, casado en 1592 con Juliana García Pérez, era hijo de Andrés López y María Saiz, ambos vecinos de la referida Valera de Abajo, pero de donde no sabemos a través de que ancestro invoca el Molina, aunque mucho menos el Malo. De ahí que surgen numerosas dudas como la de si fue cierto que en algún momento de su historia este linaje llegó a portar el apellido Malo intercalado entre las formas López y Molina. ¿Se trataba de una invocación legítimamente remota que pretendía rememorar el honor de la familia?, ¿o estamos ante un ejercicio más de enaltecimiento sobre un vínculo histórico que jamás existió?

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 205, nº2332

* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 355, nº5045

* Archivo Diocesano de Cuenca. Legajo 390, nº5552

* Archivo Histórico Nacional. Informaciones genealógicas de Pedro del Castillo Reyllo y de María Saiz Chicano. Inquisición, 1551, expediente 6, año 1661.

* Gómez de Mora, David (2018). Los Ximénez de Cisneros de Buenache de Alarcón. Breves notas

* Guerra Villegas, Alfonso (1716). Certificación (…) del árbol jurídico del eminentísimo Cardenal (...) Francisco Ximénez de Cisneros. Biblioteca complutense.

* Soria Mesa, Enrique (2009). Tomando nombres ajenos. La usurpación de apellidos como estrategia de ascenso social en el seno de la élite granadina durante la época moderna. Las élites en la época moderna: la monarquía española, tomo I (2009), pp. 9-27

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).