Durante el año 1834 comenzamos a leer referencias que involucran a carlistas dentro del Picazo. El municipio era un caladero ideológico, que a pesar de su pequeño tamaño, como veremos agrupaba a muchísimos simpatizantes de Carlos V, unos aires de sublevación y desobediencia que se seguirían manteniendo en décadas siguientes tras el desarrollo de la contienda final, ya en tiempos de Carlos VII. Será precisamente en esa primera guerra, cuando aparecerá por este pueblo un joven estudiante de filosofía, natural de Cardenete (Pedro Aquilino Zapata). Los ánimos en el municipio ya estaban caldeados desde tiempo antes por lo que al alcalde liberal no le sorprendió (previamente habiendo partido de una serie de sospechas bastante fundadas), de que éste corría peligro, cuando proveyéndose de los acompañantes que pudo (por hallarse parte de la milicia urbana auxiliando un ataque faccioso contra la localidad de Campillo de Altobuey), fue sorprendido en una emboscada en la chopera de las afueras del pueblo, lo que le obligó tanto a él como a sus acompañantes a dispersarse por la superioridad numérica de la partida local que los carlistas habían creado. Un hecho que por desgracia no evitó un recibimiento a balazos al grito de viva Carlos V y a (por) ellos, con el trágico resultado de la muerte del secretario del ayuntamiento que le acompañaba, tras haber sido alcanzado por un impacto de bala en su cabeza.
Como decíamos, tras esta ofensiva, el alcalde y sus acompañantes se dispersaron, yendo el primero a buscar refuerzos en la milicia local que estaba guardando la posición de Campillo. Aprovechando esta huida, el grupo sublevado se dirigió hacia los hogares de aquellos liberales, siendo la primera vivienda la del referido alcalde. Obviamente éste no se encontraba en su interior, aunque si su esposa acompañada por uno de los criados. A partir de esa acción es cuando veremos la figura de Nicolás, quien ya había estado presente en el ataque de la chopera. Después de injurias a la esposa del huido y saquear un buen botín, la partida se desplazó hacia la residencia de Juan Fernández, otro de los sujetos que acompañaba al alcalde, por haber sido su predecesor en el cargo. En esta escena, donde si se llega a producir un encuentro directo con el propietario de la casa, veremos que Nicolás fue uno de los varios que encañonó con su escopeta al liberal picaceño. Siguieron después de éste otros tantos saqueos sin que hubiese víctimas hasta que finalmente los miembros del grupo se desplazaron hasta el apartado Barchín del Hoyo, concretamente a la partida de Navodres, donde era sabido que se reunían muchos de los carlistas de la zona que planificaban conspiraciones. Sin lugar a dudas este entorno se prestaba, pues era un lugar tranquilo, apartado en las cercanías de la Sierra del Monje, y ubicado junto a dos focos también con bastantes seguidores y adeptos: Buenache de Alarcón y Piqueras del Castillo.
Allí, desde Navodres, los facciosos contaron y repartieron el botín expoliado a las casas de los liberales que habían visitado. Parece ser que Nicolás Segovia fue después del estudiante de filosofía quien más dinero recaudó (71 duros de plata, junto con algunos otros cuartos). El final de aquella fatídica acción muchos ya la conocemos, pues algunos de los integrantes de la partida fueron capturados, por lo que nuestro personaje en cuestión acabaría siendo retenido y juzgado. Nicolás prestó declaración ante el Alcalde Mayor de Alarcón en el Ayuntamiento del Picazo, para finalmente ser ejecutado por el Comandante de la Brigada Móvil del Cabriel D. José Joya, quien lo fusiló en la plaza del pueblo. Nicolás tenía poco más de treinta años. Ciertamente se sabía que él no fue quien mató al secretario, pero había otros motivos que pesaron lo suficiente, como para que finalmente se le condenara a muerte, y que en un futuro vamos a desentrañar.
Desde luego el acontecimiento no pasó desapercibido, pues aquella acción tenía como principal propósito que el vecindario escarmentara, hecho que se consiguió en la memoria de muchos presentes, tal y como veremos con el trascurso de generaciones posteriores. Pues el relato del fusilamiento de su vecino en medio de la plaza el último día del año, daría mucho que hablar.
En el presente artículo nos gustaría trazar un perfil biográfico y social tanto de él como de su familia, para comprender parte del contexto ideológico en el que se movía la casa de los Segovia, en una época en la que muchos de los vecinos de este lugar eran afines a una misma corriente ideológica. Primeramente no hemos de olvidar que los Segovia descendían de una casa de arrieros procedente de Alarcón. Su asiento en el Picazo se da durante el siglo XVIII. Los enlaces con determinadas familias del lugar ya nos hablan un poco de sus políticas matrimoniales e intereses. Así lo vemos en el caso de José Victoriano Segovia, que en la primera mitad del siglo XIX casó con Manuela Rabadán, quien era hermana de Don Agustín Rabadán Carrillo, además de hijos de Doña Rosa Pérez Carrillo. Agustín en 1839 fue alcalde de la localidad. El nieto de José Victoriano y Manuela Rabadán sería José Segovia, conocido por formar parte durante la tercera guerra carlista de la Junta local (éste se encontraba sirviendo en filas, aunque desconocemos si participó en el famoso ataque de Cuenca). Lo que sí sabemos es que este miembro de los Segovia aparece citado en la lista de vecinos sublevados, informando que su estado civil era el de soltero, como que sus padres habían fallecido y se encontraba en disposición de bienes. Y es que José no casará hasta una década después con Dionisia Collado Pérez, con quien tendrá su primera hija que resultará bautizada en 1887.
Los padres de Nicolás fueron otros de esos muchos que conocieron los sucesos que se producieron en la primera guerra, pues no olvidemos que tanto su padre como madre morirían en 1841 y 1837 respectivamente. El padre de Nicolás, José Pascual de Segovia y López era arriero, por lo que seguía heredando el oficio familiar. Además, tanto su esposa como parte del núcleo familiar, llegarán a ser simpatizantes de las ideas que su vástago acabó abanderando.
Nicolás tuvo tres hijos (Petra -nacida en enero de 1825-; Juan -en diciembre de 1826- y Francisco Javier -en diciembre de 1831-), todos ellos fruto del matrimonio con su esposa Ana María Saiz de Villalba, quien era natural de Rubielos Altos, y cuya familia también compartiría idéntica afinidad por la causa. Sabemos que Juan vivió en el Picazo, casando con Rosalia Yubero Simarro en 1867, matrimonio del cual no conocemos descendencia. Un hecho similar nos ocurre con su hijo Francisco Javier, del que tampoco sabemos nada. Finalmente, de quien si tenemos datos de interés, es sobre su hija Petra, quien marcharía al pueblo materno para casarse con Brígido López Navarro, hijo de Domingo López y María Navarro Simarro, una familia de labradores con ciertos recursos, de la que su vástago también compartiría el ideario de la familia de su mujer.
El hermano de Nicolás fue Antonio Segovia, quien estuvo como alcalde de la localidad durante dos años, concretamente entre 1846-1847, apareciendo también en el listado de 1835, donde se hacía una relación de los vecinos involucrados por los alborotos ocasionados en el municipio. Parece ser que las ideas se traspasaban como las costumbres, pues su hijo (y sobrino de Nicolás) José María Segovia, también se implicó bastante en la defensa del carlismo, tanto que su matrimonio tampoco resultó ser un hecho casual, pues su señora Manuela Saiz era hija de uno de los grandes personajes que abanderaron este movimiento en El Picazo, Don Pedro José Saiz Parrilla, cuyos hijos también serán participes del ataque ocurrido en 1834, con las consiguientes repercusiones, y que ya tratamos en un anterior artículo titulado: “Breves apuntes sobre familias carlistas del Picazo. Los Saiz y los Segovia” (Gómez de Mora, 2019).
David Gómez de Mora
* Collado Fernández, Benedicto (2004). Picazo, un lugar en tierra de Alarcón. 373 páginas
* Gómez de Mora, David (2019). “Breves apuntes sobre familias carlistas del Picazo. Los Saiz y los Segovia”. En: davidgomezdemora.blogspot.com