Uno de los entornos naturales ubicados dentro del territorio piquereño, pero que a su vez ha estado un tanto desvinculado con el municipio desde tiempo atrás, es el área montañosa de la Sierra del Monje, un espacio accidentado y que como veremos se extiende por la parte meridional de su término, sirviendo de linde con Buenache de Alarcón.
Sobre su etimología nada sabemos, aunque intuimos que probablemente las reminiscencias que arrastra deban buscarse en la misma fundación de la localidad. Y es que no hemos de olvidar que el monje Pedro López recibía de Alfonso VIII un documento despachado el 18 de octubre de 1186, en el que se recogía una ratificación de la donación efectuada por don Nuño Sánchez de la heredad situada junto al río de las Piqueras en la vega de Valera, de ahí que probablemente este personaje pudiera ser el mismo al que hace alusión el topónimo, recordándonos por tanto la extensión de los dominios de aquel Piqueras medieval, donde era esencial marcar y señalar la extensión de unas posesiones recién adquiridas. Otra posibilidad es que simplemente el nombre hiciese alusión a un relato en el que se pretendía reflejar hasta donde llegaban las tierras de un personaje olvidado, avivado en la memoria de los piquereños a través del recuerdo generacional.
Un ejercicio que como veremos seguiría produciéndose tres siglos después cuando leemos otro topónimo igual de interesante: “Las Peñas don Juan de Valencia” (y que creemos estarían haciendo alusión al señor de Piqueras, don Juan Girón de Valencia), otro de los cabecillas históricos de este lugar, cuya designación estaría delimitando una franja montañosa todavía perteneciente a sus posesiones, pero cuyas estribaciones ya se adentran en el territorio vecino de Barchín del Hoyo y Buenache de Alarcón.
Estos entornos obviamente se convertirían en puntos linderos que delimitaban un área que quedará estipulada desde los tiempos del medievo a través de sendos topónimos, en los que se reitera el nombre de aquellos respectivos señores que controlaron esta zona. El monje Pedro López, y que según parece vivió como mínimo en las últimas décadas del siglo XII, además del citado don Juan de Valencia (integrante de la noble casa de los Girón de Valencia), se convertirán en hitos históricos de la vida de un pueblo, desde los que se rememorará parte de su pasado.
Área de la Sierra del Monje. Imagen: earth.google.com
No hay que obviar una de las cuestiones que más nos interesa, y esa será el estudio efectuado sobre el sistema defensivo de las torres exentas en el ámbito del Júcar medio por parte del arquitecto Ruiz-Checa, quien a través de una serie de análisis de carbono-14, demostraría que la misma torre de Piqueras del Castillo dataría como mínimo del momento de la reconquista, es decir, se trataría de una estructura coetánea a los tiempos del monje Pedro López. De ahí que entendamos que ya desde los albores cristianos de esos municipios, accidentes naturales de esta índole, serían puntos articulados dentro de un espacio de control, que obviamente les otorgaban una serie de usos linderos.
Todavía hoy en la zona más alejada del término de Buenache de Alarcón, conocemos un paraje que lleva por nombre la “Cuesta del Monje”. Se trata de una continuación geomorfológica de la Sierra del Monje, desde donde el relieve comienza a adaptarse a las cotas de altura del área piquereña. En cuanto a la perspectiva física, esta sierra abarca una longitud superior a los cinco kilómetros, alcanzando en su cota más alta los 1061 metros de altura sobre el nivel de mar, tal y como sucede en los parajes del Overo o el Rayo. No obstante, este lugar también presenta otras zonas agrestes, que a pesar de contar con escasos metros menos que las anteriores, hacen que buena parte de su superficie se sitúe por encima de la cota de los 1000 metros. En el caso de Buenache de Alarcón, la franja más elevada es precisamente la prolongación del relieve de la Sierra del Monje que se adentra en su término municipal, donde se llega a los 1015 m.s.n.m.
A estas alturas nadie discute la conexión que ha existido históricamente entre los municipios de Buenache de Alarcón, como también de Barchín del Hoyo, un elemento ya no sólo atestiguado en las celebraciones matrimoniales que se recogen en algunas de las hojas de sus libros parroquiales. Y es que a pesar de encontrarnos con núcleos que desde la perspectiva social eran bastante cerrados en cuanto a la planificación de políticas matrimoniales entre vecinos foráneos, todavía se vislumbran ciertos nexos propios de territorios colindantes, que tanto por intereses económicos como políticos, explicarán ese tipo de vinculaciones geográficas, obviamente vitales a la hora de comprender el desarrollo de fenómenos generalizados que se irán repitiendo a lo largo de determinados momentos de su historia.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Ruiz-Checa, José Ramón (2015). “Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva”. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.