martes, 1 de diciembre de 2020

Los Ruiz de Alarcón. Auge y poder a finales de la Edad Media en las tierras septentrionales de Alarcón

Sin lugar a dudas, una de las grandes familias que escribirá una parte de la historia de la provincia de Cuenca, es la casa de los Ruiz de Alarcón. Un linaje de caballeros que aparecerá documentado desde finales del medievo, y que se asentará en la franja geográfica de las tierras de Alarcón, núcleo en el que se cimienta el enaltecimiento de su nombre desde la perspectiva histórica, aportando personajes destacados cuyo rol a la hora de controlar las riendas de este territorio será indiscutible.

Hasta la fecha la genealogía y otras ramas auxiliares para el estudio de nuestros ancestros, han intentado dibujar de la mejor manera las relaciones de parentesco y vínculos sanguíneos de muchas de estas casas. Obviamente, la exaltación y exageración de un pasado épico, es una de las tantas características en las que se apoyarán una serie de discursos y relatos, por los que será necesario partir de una mirada crítica cuando intentemos establecer paralelismos con hechos que resultan casi imposibles de demostrar.

La preocupación de tener controlado un espacio como la fortaleza de Alarcón, es una realidad manifestada de manera ininterrumpida desde hace más de mil años atrás, pues si ya sabemos que desde la época emiral este enclave estuvo en el punto de mira, poco cambiaría la cosa en momentos más cercanos como las guerras carlistas, cuando nuestra península acabaría resultando sacudida. Desde luego motivos no faltaban, y es que los mismos reyes de Castilla se encargarán de fortalecer aquella plaza, llegando a dotarla de fuero propio en el siglo XII.

Después de haber recaído el control de su posición sobre el infante don Juan Manuel y volver a la corona, veremos como en el siglo XV este espacio acabará siendo concedido a don Juan Pacheco, miembro de otra de las históricas familias afincadas en la provincia, y con la que los Ruiz de Alarcón entablarán diversas políticas matrimoniales, que obviamente serán cruciales para entender la creación de una élite nobiliaria, que reforzará sus lazos en el territorio en el que habían ido asentándose. Técnicamente el crecimiento y entrada en escena dentro del poder por parte de los Ruiz de Alarcón se produce durante el siglo XIV, cuando Fernán Ruiz de Alarcón y su esposa Elvira Ruiz de Castilblanque, controlarán varios señoríos de la tierra conquense.

Fernán se encargará de la tenencia de las propiedades de Valverde y Talayuelas, mientras que su esposa Elvira será la heredera de la Veguilla de las Truchas. Precisamente, es en ese marco de poder territorial, cuando dos de sus hijos comenzarán a proyectar una miras que apuntaban claramente hacia el territorio que quedaba al norte de las tierras de Alarcón. Por un lado Garci obtendría el Señorío de Buenache, mientras que Martín incorporaba todo el lote procedente de sus padres. Ese instante, y que debemos de situar en la franja histórica de finales del siglo XIV, para nosotros resulta crucial, ya que es a nuestro entender, cuando los Ruiz de Alarcón comienzan a ser el linaje con aspiraciones e influencias por el que a día de hoy seguimos recordándolos.

Durante el trascurso de varias generaciones, la familia obtendrá el control de diversos enclaves, que de haber podido concentrar en una única línea genealógica, estamos convencidos que habrían cambiado el rumbo de su historia. Lo que para nosotros obedece a una política de control territorial, comenzará a reflejarse en un momento en el que ya nadie discutía el valor que ejercían los asentamientos ubicados en el margen oriental del río Júcar. A partir de ese momento, y en poco más de un siglo, observaremos como los señoríos de Hontecillas, Buenache, Albaladejo y Piqueras, estarán controlados por diferentes miembros de esta familia. La historia de cada uno de ellos hay que enmarcarla en contextos diferentes y concretos, que nos ayudarán entender el lugar que el linaje fue ocupando durante la fase final del medievo.

Foto de la torre-fortaleza de Piqueras del Castillo y dominio de los Ruiz de Alarcón durante un periodo de su historia


El origen del relato familiar

El cronista oficial de la ciudad de Cuenca y Jesús Arribas (2009) ya nos relatan la historia que tradicionalmente se ha venido contando sobre la reconquista en estas tierras. Siguiendo la línea de la famosa gesta de Fernán Martínez de Ceballos (conquistador de Alarcón, y núcleo fundacional según la tradición del linaje), comentan al respecto que el “hijo del conquistador Fernán se llamará Ruy Fernández de Alarcón y ocuparía el cargo de Alcalde de la villa de Alarcón, concediéndole el título de primer señor de Talayuelas por participar en la conquista de aquel lugar. A él y a sus hermanos se le concedería este nombramiento por el rey Fernando III el Santo en el 1257. Al primer Señor don Ruy le sucederá su hijo Martín Ruiz de Alarcón, tercer alcalde de Alarcón” (Romero y Ballesteros, 2009, 103).

Obviamente surgen muchas dudas en torno al origen de las primeras generaciones, fenómeno que ya apuntó en su día Rodríguez Llopis, pues como hemos indicado con anterioridad, fue habitual la creación y difusión de relatos que enaltecían el nombre del linaje, y entre los que casi era obligado el salir mencionados en alguna gesta de la toma cristiana, tal y como sucederá con la popular Crónica de Giraldo. En ese sentido, una de las primeras cuestiones que se esbozan acerca del origen de dicha casa, es si la heredad de Talayuelas pudo derivar de los bienes de María Fernández (esposa del caballero Fernán Ruiz a finales del siglo XIII), y no como un botín compensatorio por la hazaña militar de la toma de Alarcón (Rodríguez Llopis, 1998, 51), hecho con el que se ha intentado justificar la presencia del linaje como un grupo de poder altamente privilegiado desde una etapa bien temprana. Por otro lado, siguiendo al mismo autor, tampoco queda claro como se recibe la heredad de Valverde. Desde luego no cabía duda de que los Alarcón serán una familia destacada, y que como bien apunta Rodríguez, podría considerarse como la casa que tenemos mejor documentada respecto a todas las existentes entre los caballeros de la ciudad de Alarcón, aunque no por ello hemos de aceptar todo el relato que ha tenido como fin primordial engrandecer su pasado.

Al respecto Rodríguez Llopis, partiendo del estudio de Suárez de Alarcón sobre las raíces de la familia, veremos como se mostrará bastante crítico en lo que concibe al discurso tradicional, sentenciando que “sus orígenes se documentan confusos y tergiversados por sus genealogistas modernos; de hecho, parece cierto que la familia Alarcón se establece en esta villa en la época de su conquista pero debiera de ponerse en duda la veracidad de sus primeros ancestros y la rapidez de sus adquisiciones señoriales anteriores a la segunda mitad del siglo XIV. La leyenda familiar parece creada en época moderna por los historiadores de la Casa Alarón, la cual les hace descender de Fernán Martínez de Ceballos, conquistador de la villa, que cambiaría su apellido por el de Alarcón en recuerdo de tal hazaña y recibiría, por ello, su alcaidía. La documentación conservada no permite afirmar la autenticidad de este hecho; las primeras referencias al linaje se remontan a 1240 con Ferrán Ruiz, alcaide de Alarcón, para continuar en la década de 1280-1290, cuando algunos de sus miembros se documentan como caballeros y regidores de Alarcón sin ostentar la alcaidía de la villa. Todo parece indicar que asistimos a una exaltación posterior de los orígenes del linaje, al estilo de las realizadas por otros nobles de la comarca, como los Albornoz, en un fenómeno bastante repetido como observaremos más adelante” (Rodríguez Llopis, 1998, 49-50).

De nuevo Romero y Arribas (2009, 104) comentan la tensa relación originada a finales del siglo XIII entre don Juan Manuel y la reina viuda María de Molina, cuando éste desde Cuéllar en 1297 le reclamará el territorio de Alarcón por mediación del infante Enrique, hecho que doña María se tomará como una traición, traduciéndose en un conjunto de altercados en los municipios de Buenache de Alarcón y Piqueras, donde encontrarán cobijo los partidarios de don Juan Manuel por unos días. Poco tiempo después, en 1303, tras las disputas del rey castellano y el aragonés, don Juan Manuel conseguirá el control de algunas villas, tal y como sucederá con el caso de Alarcón, además de los castillos de Buenache y Piqueras del Castillo.

Los intereses por querer demostrar que los Ruiz de Alarcón comenzaron a controlar propiedades señoriales desde fechas más tempranas a las que oficialmente obtendrán, vuelven de nuevo a manifestarse en determinados momentos, tal y como señala Rodríguez Llopis, cuando pone en duda que Talayuelas “constituyera un señorío de la familia en los años de transición del siglo XIII al XIV, por más que la historia familiar quiera así presentarlo cuando soliciten a Enrique III que les confirme el ejercicio de la jurisdicción señorial sobre ella. Este conjunto de propiedades en torno al río Júcar y cerca de Alarcón se completó en los inicios del siglo XIV con la adquisición de Valverde; situado junto a Talayuelas, era una -casa e cortijo que fue de Pero Ferrández-, comprada por Fernán Martínez de Alarcón en fecha indeterminada y cuyo término es ampliado y amojonado por el concejo de Alarcón en 1325 a petición suya. Así quedó configurado a principios de siglo XIV el conjunto fundiario principal de la familia, aunque ningún documento permite afirmar que hubieran conseguido señorializar alguna de estas propiedades” (Rodríguez Llopis, 1998, 51).


Auge del linaje

Partiendo del relato épico en el que como la gran mayoría de linajes se intentarán disfrazar una serie de cuestiones, que tendrá por objetivo principal ensalzar el nombre de sus integrantes, apreciamos que los Ruiz de Alarcón nacerán como una familia influyente una vez trascurridos los primeros siglos de la reconquista. Ante versiones tan contradictorias, debemos de entender que el acceso del linaje al poder señorial se realizó con el apoyo de la Corona durante el reinado de Enrique III, siendo, así, uno de tantos linajes castellanos que pasaron de terratenientes a señores bajo la nueva dinastía Trastámara, al margen de cuales fueran los medios que utilizaron para justificar su nueva situación social” (Rodríguez Llopis, 1998, 54).

Aunque los Alarcón intentarían evitar cualquier vinculación con familias de origen judío, parece que no tuvieron en cuenta algunos enlaces matrimoniales, como ocurrirá con el gestado por una hija de Garci Ruiz de Alarcón con un vástago del señor de Santa María del Campo Rus (Pedro González del Castillo). Desde luego este tipo de estrategias dan para mucha literatura, no obstante las consecuencias de tales actos quedarán tiempo después vislumbrada en algunos de sus descendientes, es el caso de “las averiguaciones que se iniciaron en 1609, cuando un primo lejano del dramaturgo Ruiz de Alarcón, llamado por cierto Juan Ruiz de Alarcón y Andrada, señor de Buenache, trató de demostrar su nobleza para poder ingresar en la orden de Alcántara. La averiguación terminó en 1611 de manera adversa para el candidato, por sospechas de sangre judía en la familia” (King, 1970, 60). Como bien indica Rodríguez Llopis (1998, 51) “el ascenso social quedó bloqueado tras la incorporación de Alarcón al señorío de Villena. Ni los Manuel ni el marqués don Alfonso de Aragón propiciaron, en todo el siglo XIV, el desarrollo de estos linajes locales que pugnaban por mantener su liderato en abierta rivalidad con la nobleza vasallática que ellos iban introduciendo. Se documenta, por ello, un freno en el proceso acumulador de tierras mantenido por el linaje Alarcón, aunque se insertan necesariamente en la nueva estructura vasallática que se implanta en el territorio”.

Ya comentamos con anterioridad que a finales del siglo XIV es cuando nosotros creemos que realmente estamos asistiendo a la creación social del linaje que los Ruiz de Alarcón intentarán promocionar. Sin lugar a dudas una de las claves radica en el matrimonio entre Fernán Ruiz de Alarcón y Elvira Ruiz de Castilblanque, donde afloran una serie de posesiones territoriales, que catapultarán todavía más si cabe inmediatamente a sus hijos. Por ejemplo Garci Ruiz de Alarcón adquirirá el patrimonio que luego consolidará el Señorío de Buenache de Alarcón, mientras que su hermano Martín casará con la potentísima familia de los Carrillo de Albornoz. No olvidemos tal y como indicábamos anteriormente que “el ascenso político de los Alarcón llegará en el reinado de Enrique III, cuando tomen claramente el partido de este monarca frente al marqués don Alfonso. En 1395, Martín Ruiz de Alarcón, por entonces cabeza del linaje, fue nombrado «guarda de la villa de Alarcón, con su tierra e con Iniesta, por que las gentes de los dichos logares vivan en paz e en justicia»; y, lo que es más importante, el monarca le concedió la jurisdicción señorial sobre sus propiedades. Aquel mismo año, aseguraba ante el rey que la jurisdicción señorial sobre Talayuelas, Valverde y Veguilla de las Truchas le había sido arrebatada por el marqués contra sus privilegios y Enrique III” (Rodríguez Llopis, 1998, 53).

La entrada con fuerza de los Pacheco en las tierras de Alarcón a mediados del siglo XV influirá notablemente en el desarrollo de acontecimientos negativos para el futuro de los Ruiz, hecho por el que habrán de abortar su estrategia de tenencia de bienes en torno al norte de estas tierras. Esto mermará sus aspiraciones geopolíticas y consiguientes planes de expandir un control territorial que durante las primeras seis décadas de aquella centuria parecían cobrar un sentido ascendente.


La política de control territorial

Intentar comprender de que manera esta familia iría aglutinando diferentes bienes y heredades en la zona de Alarcón, es una cuestión necesaria de esbozar. Ciertamente, desde el año 1395 hasta alrededor de 1497 (fecha en la que King cree que Guiomar Girón de Valencia sella alianzas con Garci Ruiz de Alarcón), será cuando se pondrá fin a esta política de crecimiento social, y es que a finales de dicha centuria, es cuando se ejecuta la última gran operación, es decir, la solapación de los Señoríos de Piqueras y Albaladejo. Hasta ese momento quedaban atrás un siglo de intentonas, conflictos y esperanzas en el seno de una familia que había pretendido medrar para posicionarse como una de las más destacadas de esta franja del Júcar.

Poco a poco, y siguiendo una estrategia matrimonial bastante lógica para sus intereses, los Ruiz de Alarcón se catapultan tras su entronque con la hija de los Señores de la Veguilla de las Truchas, un enlace en el que ambos contrayentes tenían algo sustancioso que aportar. La siguiente generación, aprovechando su buena relación con el rey, conseguirán colocar la primera piedra con los bienes que luego se incorporarán en el mayorazgo de Buenache, además de la inclusión de los lugares de Hontecillas y años después de Albaladejo por parte de Lope de Alarcón, quien entre otros también poseía Valverde. No cabía duda de que la familia iba acordonando bajo sus dominios ese espacio fluvial, desde el que las dos principales casas del clan acabarán casando a sus hijos (es decir, un boda entre primos segundos), de este modo se fortalecerán nexos entre sendas ramas, a pesar de las desavenencias surgidas en tiempos posteriores. Será precisamente a través de esa unión de la que descenderá García Ruiz de Alarcón, y que gracias a su matrimonio con la hija de Juan de Valencia, acabarían incorporando el señorío de Piqueras.


Señorío de Buenache de Alarcón:

Las operaciones por la toma de posesiones de la familia Ruiz de Alarcón comienzan a gestarse a finales del XIV, más concretamente en 1395, cuando Enrique III concede a García Ruiz de Alarcón (hermano de Martín, y por tanto tío de Lope), el lugar de Villanueva, un pequeño asentamiento que tendrá uso ganadero como dehesa. García estaba casado con María de Peralta, otra de las familias influyentes de la zona y también con intereses en las dehesas de Alarcón. Mientras tanto ya se iba planificando la integración de todo este patrimonio bajo la figura del Señorío de Buenache, tras añadirse los heredamientos de Marín y de la Zarza, de los que como veremos serán propietarios en el siglo XVIII la familia bonachera de los Castillo-Reyllo. De este modo en el año 1466, con el control de Buenache, Villanueva, Marín y Zarza, Pedro Ruiz de Alarcón Peralta (hijo de los anteriores), decide fundar el mayorazgo en el que se integran todas estas propiedades. Las intenciones eran claras, pues la familia a través de Pedro y su primo Lope poseerán el dominio de una parte de la zona de ribera que quedaba al norte de Alarcón. El enlace entre la hija de Lope y el vástago de su prima Guiomar será una evidente declaración de intenciones.


Señorío de Hontecillas:

Este espacio caerá en manos de Lope de Alarcón en el año 1426. Su importancia es vital para entender las posteriores conexiones que irán estableciéndose desde Albaladejo hasta llegar al corredor que conectaba más abajo con Piqueras del Castillo.

Como sucedía en cada lugar, los Ruiz de Alarcón contaban con gente de confianza en los espacios que controlaban. Si los Alarcón estaban en Hontecillas, los Zamora lo harán Piqueras, y los Lizcano en Buenache durante la primera mitad del siglo XVI. Al respecto, sabemos que “la relación de los Alarcón con los señores de Valverde y Hontecillas era de antaño. Mari García, criada en la casa de Pedro Ruiz de Alarcón, recordaba como el abuelo Juan de Alarcón se dejaba ver por casa del señor. Juan de Alarcón (que había fallecido viejo hacia 1490) actuaba como mayordomo, que administraba la hacienda del señor de Valverde y Hontecillas” (De la Rosa, 2018).

Por su parte los Zamora eran la mano derecha de los Señores de Piqueras desde antes de que los Girón de Valencia sellaran alianzas matrimoniales con los Ruiz de Alarcón, hecho que seguiría manteniéndose con los nuevos señores, tal y como se apreciará con el reconocimiento de su hidalguía a través de la Chancillería de Granada. Recordemos que durante el siglo XV se nos informa de que “Diego Sánchez de Zamora había vivido en Albaladejo y Hontecillas bajo la protección de Lope de Alarcón, señor de Hontecillas y Valverde. Había fallecido con sesenta años. Su mujer, Leonor Sánchez quedó viuda, morando en el lugar de Valverde, como mujer de hidalgo no pechaba, pero su origen era pechero, como demuestra los impuestos que pagaba su hermana, que vivía en Albaladejo” (De la Rosa, 2018).


Señorío de Albaladejo:

Rodríguez Llopis (1998, 55) ya menciona a Alvar Ruiz de Alarcón como propietario de los dominios de Albaladejo, fenómeno que de ser correcto habría de enmarcarse en la fase de crecimiento del linaje durante la primera mitad del siglo XV. No obstante King (1970, 63) vincula su adquisición con Lope de Alarcón (sobrino de Alvar), quien según éste se lo compró en 1458 a Juan Pacheco, Marqués de de Villena, para después cedérselo a su segundo hijo, Pedro de Alarcón, quien lo vendería al comendador Alonso de Iniesta, y que según King de nuevo recaería sobre otra línea de los Alarcón, a través de una nueva compra en 1474 por parte de la hija de Garci Ruiz de Alarcón, la cual casará con un González del Castillo.

No cabe duda de que por aquellos tiempos ambas casas estaban sumando fuerzas e intereses, pues Catalina de Alarcón, y que era la hija de Lope, casará con Pedro Ruiz de Alarcón (conocido vulgarmente con el mote de burrito de oro). Este Pedro tenía por madre a Guiomar de Alarcón, hija de García Ruiz de Alarcón, y por lo tanto, prima hermana del referido Lope, hecho por el cual todo quedaba en familia. Rodríguez Llopis cuenta como Lope transmitiría el mayorazgo a su hijo Diego, para así afianzar una alianza segura con la familia de doña Leonor Guzmán Carrillo, aunque no incluirá en este caso la propiedad de Albaladejo, pues se la dejará a su hijo Pedro, quien tras desprenderse del mismo, volverá a recaer en la línea de su primo segundo.

Obviamente hemos de preguntarnos que representaba Albaladejo para los Ruiz de Alarcón, pues a pesar de que hoy este espacio pueda parecer una zona alejada de los grandes centros de poder, no pensaríamos lo mismo si ascendemos hasta la parte alta del pueblo y contextualizamos su valor estratégico en tiempos del medievo respecto a la fortaleza de Alarcón. Desde allí lo primero que uno percibe son las prestaciones defensivas de dicha loma. En su base encontramos las ruinas de un edificio religioso, en el que resulta casi imposible de obviar la existencia de otra construcción de carácter militar. Lo cierto es que en el reciente estudio sobre los castillos de la provincia de Cuenca, no hemos encontrado ninguna alusión al respecto. Es más, el relato tradicional señala que en el año 1080 Alfonso VIII tras conquistar Cuenca, cedería a los monjes sorianos cistercienses del Monasterio de Santa María de Huerta, los terrenos del término municipal de esta localidad.

Ahora bien, cualquiera que visite el lugar, y ascienda hasta ese punto elevado, se percatará de que resulta muy difícil de imaginar que en ese enclave no hubiese ningún tipo de espacio fortificado o estructura de índole militar.

A estas alturas nadie discute que en Albaladejo los musulmanes se asentaron durante el periodo de dominación islámica, y prueba de ello es el mismo topónimo del municipio que nos legaron, no obstante, tampoco iríamos mal encaminados, si suponemos que en lo alto de su loma tuvo que existir algún castillo o fortín, a pesar de que sólo se nos hable de los restos de un recinto religioso.

Partiendo de este relato, nuestra hipótesis aboga por la existencia de un castillo, cuyas raíces perfectamente podrían estar afincadas desde fechas anteriores a la reconquista, y que siguiendo la política defensiva tan propia del momento, se reforzaría con algún elemento constructivo, del mismo modo que iría sucediéndose por el ancho y largo de esta franja territorial de los dominios de Alarcón.

Del mismo modo, resulta casi imposible de obviar, que un espacio geográfico que cae durante el siglo XV en manos de los Ruiz de Alarcón, difícilmente no contara con un puesto de control que resguardara la posición de sus señores, pues sabemos que si algo preocupó a este linaje y cuya adquisición coincide con la fase exponencial de su crecimiento social, fue precisamente el tener bien defendidos como conectados cada uno de los lugares que estaban bajo su posesión.

Otro elemento clave, es que comprobamos como entre las ruinas del recinto religioso, puede apreciarse el afloramiento de los restos de unas estructuras bastante toscas y antiguas, que se solaparían con la misma roca del terreno, y que cronológicamente no cabe duda que habrían de ser anteriores a las ruinas de la planta eclesiástica. 


Señorío de Piqueras del Castillo:

La primera referencia sobre la localidad de Piqueras se remonta a los tiempos del monje Pedro López, quien recibía de Alfonso VIII un documento despachado el 18 de octubre de 1186, donde se recogía una ratificación de la donación efectuada por don Nuño Sánchez de la heredad situada junto al río de las Piqueras en la vega de Valera. Técnicamente podríamos definir a este Pedro como el primer señor que controlaría el territorio de este lugar, no obstante, sus referencias más precisas no volverán a aparecer hasta el siglo XV. Romero y Arribas comentan que Piqueras se menciona en el testamento de doña María Carrillo (esposa de Martín Ruiz de Alarcón), y que fue dado en Valverde el 8 de diciembre de 1451, como tierra que heredaría su hijo Lope de Alarcón.

No obstante, los orígenes del Señorío de Piqueras, deben buscarse concretamente durante el año 1456, momento en el que se menciona al primer Señor del lugar, don Alfonso Téllez-Girón de Valencia, el cual casó con doña Blanca Pacheco (Gómez de Mora, 2017). En el caso de Piqueras, García Ruiz de Alarcón, en el año 1508 atacó Valera de Yuso. Su acción debe de enmarcarse en un periodo turbio, y que años más tarde se agudizará con las revueltas comuneras. Durante ese lapso de años (no sabemos si por falta de documentación o directamente por ser así), Francisco de Bazán, alcalde de Requena y Señor de Valera de Abajo, le devolvió la jugada, atacando la villa de Piqueras. La venganza no se hizo esperar, y el Señor de Piqueras con apoyo adicional de gente incluso de la misma Valera, contraatacó semanas después el territorio de Francisco.

Recapitulemos recordando que Bazán era Señor de Valera de Abajo desde 1487 (Cooper, 2019, 201). Además existen una serie de antecedentes a tener en cuenta, y es que Pedro Suárez de Alcalá, enemigo del Marqués de Villena, ya “denunció en 1504 otra fortificación no autorizada en Valera de Abajo, que había llegado a manos del Comendador Alonso de Hinestrosa, suegro del alcalde de Requena Francisco de Bazán” (Cooper, 2019, 208).

Creemos que en esta ecuación habría que integrar los intereses ganaderos de los Alarcones de Piqueras, en lo que respecta a la ruta trashumante que desde siglos atrás circulaba junto a su población.

Ya en el trabajo de José Ramón Ruiz-Checa (2015, 200), se nos detalla a través de una tabla informativa, como dentro del área geográfica que conforma el espacio de Valera-Piqueras, precisamente los enclaves de Alcol, Barchín, Chumillas y Valeria, durante el siglo XVI son zonas de Realengo, quedando únicamente como foco Señorial Albaladejo, Piqueras y Valera de Abajo, siendo precisamente las dos primeras titularidad de García Ruiz de Alarcón, mientras que la restante de Bazán, y que ya Cooper, invocando una cita de Gutiérrez Nieto (1973, 190), nos recuerda como Francisco carece de derechos en la villa de Valera de Yuso (Cooper, 2019, 209). Pensamos que dentro de este conjunto de conflictos, entraría el componente ganadero-comercial, ante la preocupación e intereses que García perseguía, además de querer tener conectado un espacio que confortara contundentemente su posición. Recordemos que entre Albaladejo y Piqueras se interponía únicamente el término que estaba en manos de Bazán, donde además éste hacía lo que le placía. Muy probablemente García hubiese ansiado sumar Valera a sus dominios, lo que le habría otorgado un mayor poder en este marco geográfico, y donde creemos a modo de hipótesis, que podían esconderse parte de esas nefastas relaciones que se originaron entre ambas familias.

Zona de control del linaje a finales de la Edad Media en las tierras septentrionales de Alarcón. Imagen: google.es/maps

Genealogía de la familia Ruiz de Alarcón (finales del siglo XIV - principios del XVI). Como bien indica Rodríguez Llopis (1998, 57) el fallecimiento de Lope de Alarcón en 1472 y su sucesor Diego (sin hijos) motivó que el patrimonio señorial pasara por varios herederos colaterales en pocos años, lo que se tradujo en una mayor inestabilidad en la proyección social de algunas de las líneas del linaje.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Cooper Edward (20019). “Siete episodios de la rebelión de las comunidades de Castilla (1520-1521)”. Madrid Iberoamericana, 272 pp.

* Gómez de Mora, David (2017). “El inicio del Señorío de Piqueras”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

* King, Willard. F. (1970). “La ascendencia paterna de Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza”. Nueva Revista de Filología Hispánica, Vol. 19, Nº1 (1970), 49-86 pp.

* Rodríguez Llopis, M. (1998). “Procesos de movilidad social en la nobleza conquense: la Tierra de Alarcón en la Baja Edad Media”, en Tierra y familia en la España Meridional, siglos XIII-XIX.  Francisco González García (Ed.), Universidad de Murcia, pp. 45-85

* Romero Saiz, Miguel y Arribas Ballesteros, Jesús (2009). Piqueras del Castillo. Donde la Mancha empieza su historia. Ediciones provinciales nº88.

* Rosa (de la) Ferrer, Ignacio (2018). “El hidalgo de Hontecillas”. En: historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com

* Rosa (de la) Ferrer, Ignacio (2018). “Los Zamora, de labradores a hidalgos”. En: historiadelcorregimientodesanclemente.blogspot.com

* Ruiz-Checa, José Ramón (2015). “Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva”. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.

* Salas Parrilla, Miguel -coord.- (2019). Cuenca, castillos y fortalezas. Autores: Miguel Salas Parrilla, Rafael Moreno García, José Luis Rodríguez Zapata, José Antonio Almonacid Clavería, Michel Muñoz García, Miguel Ángel Valero Tévar, Santiago David Domínguez-Solera, Marino Poves Jiménez, José Ramón Ruiz Checa, David Gallego Valle, Juan Ramón Arcos Conde, Jaime García-Carpintero López-Mota, Miguel Romero Sáiz, Agrimiro Sáiz Ordoño, Miguel Ruiz Bricio, Jorge Jiménez Esteban, Miguel A. Castillo Sepúlveda, 576 pp.

* Suárez de Alarcón, Antonio (1656). Relaciones genealógicas de la Casa de los marqueses de Trocijal, Madrid.

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).