El año 1747 fallecía el presbítero peralejero don Juan González Rojo, quien había ejercido como cura en el municipio de Bólliga, motivo por el que redactó su testamento ante el escribano del lugar, José de Viejo Bueno. No obstante, cabe matizar que Juan efectuaría un codicilo, es decir, una disposición adicional o diferente a la solicitada con anterioridad, pero que no tenía por objeto alterar un cambio de herederos. El sacerdote mandó enterrarse en la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel de La Peraleja, efectuando una donación de limosna entre los más necesitados del pueblo. No olvidemos que Juan procedía de una familia de la pequeña nobleza local, los González-Breto.
Aunque, volviendo a la cuestión testamentaria, por ahora no sabemos que le llevaría a realizar aquella modificación, todo apunta a que podría obedecer a la cantidad de misas acordadas inicialmente, y con ello del dinero invertido, pues si en el primer documento mandaría un total de 2000 misas, en este último caso lo que haría sería rebajarlas a 200, una diferencia más que sustancial. Para ello donará a Julián Vicente de la Peña una viña donde estaba la Fuente de Narro, compuesta por 500 cepas, todo con cargo de una misa anual, debiendo de seguir como un vínculo entre sus descendientes.
Sus donaciones testamentarias irían directamente destinadas a la Iglesia, primeramente en la que ejerció como cura durante muchos años (Bólliga), donde entregará unas casas de morada y viñas que tenía en ese término a cambio de dos misas cantadas anualmente con diáconos los días 8 de febrero y 1 de julio. No obstante, don Juan tampoco se olvidaría de la Iglesia de su pueblo, por lo que enviaría a ésta 131 almudes de tierra que tenía en el término de Bólliga, con un cargo de seis misas anuales cantadas también con diáconos, precisamente durante las principales festividades que se celebraban en el municipio. Estas eran la del día 8 de febrero, 1 de mayo, 1 de julio, la octava de la Concepción, el día de la Virgen del Rosario y el día de la octava de la Asunción. Además precisa que todas estas misas sean en primeras vísperas y que el sacerdote porte capa negra, acompañadas por un redoble de campanas y ofrenda de dos velas en su sepultura.
Iglesia de La Peraleja. Imagen: escapadarural.com
Llama la atención que entre sus testamentarios no aparezca ningún familiar próximo, por ello sólo cita a don Juan Vicente Peña (presbítero que luego veremos controlando la capellanía de las ánimas; y del que suponemos que su hermano recibiría los bienes que entrega en forma de misas en Bólliga), Juan Nicasio Parrilla (el escribano del pueblo) y Pedro Igualada (vecino de Bólliga).
Esta referencia resulta de notable interés, por reseñar cuales eran los acontecimientos religiosos, y por índole festivos, que a mediados del siglo XVIII tenían mayor acogida en la localidad. Las octavas (y que como veremos en este caso solicita que sean para la Concepción y Asunción), como todas las celebraciones de la Iglesia Católica se celebraban a los ocho día de la fiesta principal.
David Gómez de Mora
Referencia:
* Libro III de defunciones (1694-1779), Sig. 30/16, P. 817