Es
cierto que la gran mayoría de familias asentadas en un municipio,
raramente han estado conviviendo en ese preciso lugar desde el
momento de su fundación, un dato en parte difícil de demostrar, si
tenemos en cuenta que las relaciones histórico-genealógicas sobre
cualquiera de las casas que pretendamos investigar son muy
complicadas de esclarecer una vez que se sobrepasa la primera mitad
del siglo XVI, momento a partir del
que habitualmente
los municipios comienzan a poseer libros sacramentales, en los que se
puede vincular de forma precisa las relaciones existentes entre las
personas y
su adscripción a ese lugar.
El
caso de Piqueras es bastante interesante, ya que poco o casi nada
sabemos sobre su época más lejana. Por ahora la primera referencia
nos conduce hasta la segunda mitad del siglo XII, cuando en el año
1186 don Nuño Sánchez dona al monje Pedro López una heredad
situada junto al río de las Piqueras. Ni
que decir que en esta localidad proliferaron
las relaciones
matrimoniales entre habitantes procedentes del mismo pueblo, fenómeno
que explicaría la escasa movilidad y constante repetición
de muchos de sus apellidos. No obstante, como veremos, esto no
siempre fue así, ya que
mientras algunos
se
extinguirán,
otros comenzaban a multiplicarse, hecho que queda
reflejado
en
los documentos eclesiásticos a partir del siglo XVI.
Así lo veremos con los Herráiz, un linaje del que existirían varias líneas con orígenes diferentes. Una era la del piquereño Domingo Herráiz, casado con Quiteria Ruiz, y que daba nombre a una de las ramas que podría ser de las más antigua con dicho apellido. Otra era la vinculante con Simón Herráiz y María Herráiz, ambos naturales de Solera de Gabaldón, y cuyo hijo Simón Herraíz y Herráiz casaría con María de Zamora. Ciertamente carecemos de datos precisos sobre el destino de muchos de sus descendientes, aunque podemos confirmar con seguridad su representación en alcaldías y otros puestos destacados con el trascurso de las generaciones.
Del
huerto de la Sangrera (óleo de De la Rosa). En
quintanilladetresbarrios.com
Un apellido menos conocido, pero no por ello de escaso interés, es el de la familia Barco, una estirpe asentada en la cercana Olmeda del Rey, y sobre la que hemos llegado a ver algún tratamiento en el que se anteponía el distintivo de don, probablemente por su vinculación con puestos ocupados dentro del Santo Oficio. Por último, nos quedaría el caso de los Peralta, otro linaje importante, que llegó incluso a estar adscrito al brazo nobiliario, y que en el caso de Piqueras aparece súbitamente en el siglo XVII, tras desplazarse desde Monteagudo de las Salinas.
Ni que decir que aquella nobleza era puesta en tela de juicio a ojos de Inquisidores y expertos genealogistas que conocían sobradamente sus sambenitos, acusándoles de portar sangre conversa, y que irían extendiendo entre diferentes líneas asentadas a lo largo de la actual franja meridional del territorio conquense.
David
Gómez de Mora