A finales del siglo XVI tenemos constancia de la presencia de miembros de la familia Castro en esta localidad. Sobre sus orígenes hasta la fecha poco hemos podido esclarecer, no obstante es sabido que diferentes portadores del apellido estaban desperdigados por algunos municipios de la tierra de Huete, de ahí que como hipótesis preliminar podamos suponer un posible parentesco entre varios de los mismos.
Si en La Peraleja existen referencias sobre una mujer llamada Juana de Castro, y que por los datos de su defunción podemos entender que gozaba de cierto estatus, además de estar casada con un labrador de posibles como Andrés del Olmo, tampoco hemos de olvidar que no será casual que uno de sus hijos estuviera vinculado con Villarejo.
Recordemos
que los Castro presentarán su hidalguía en algunas localidades, a
pesar de que en origen estaba completamente demostrado su pasado
converso. Lo cierto es que tanto ellos como los representantes del
apellido Lara jugarán al despiste al aprovecharse del episodio
histórico acaecido en Huete durante el siglo XII, tras la batalla
del año 1164 entre las fuerzas de la Casa de Lara (encabezada por
Manrique Pérez de Lara), contra las tropas de los Castro, a las
órdenes de Fernando Rodríguez de Castro.
Vivienda en la que se encuentra el escudo de la familia Castro en Villarejo de la Peñuela
Nada más lejos de la realidad estas familias del siglo XVI no guardaban parentesco directo con aquellos caballeros de los tiempos de la conquista, pues tal y como demostrará posteriormente la documentación, estos linajes habían surgido de la abundante comunidad conversa que vagaba por estos lugares, para luego acabar adquiriendo apellidos con solera y así aliviar parte de la presión que les suponía arrastrar unas raíces religiosas a ojos del Santo Oficio. Una operación más extendida de lo que nos podemos imaginar, y que obviamente ayudaba a consolidar su posición en una sociedad donde la procedencia genealógica de las élites y casas destacadas se miraba con lupa.
Durante el siglo XVII en Villarejo veremos diferentes Castros, aunque estos asociados a líneas de mujer. Así sucederá con María de Castro, quien era viuda de Domingo Saiz y fallecería en la segunda mitad de esta centuria, mandando un pago total de 120 misas el día de sus defunción. Poseemos referencias de una María de Castro (y que por ahora no sabemos si es la misma que la citada anteriormente), casada con Pedro Saiz y Saiz, éste hijo de Marco Saiz y María Saiz.
Tampoco podemos olvidar la intercalación del apellido con la casa de los Saiz, creando de este modo el apellido Saiz de Castro, y que todavía era visible en el municipio durante el siglo XVIII, siendo este el caso de María Saiz de Castro, esposa de Francisco Redondo. Ciertamente todo haría pensar que esta última María pudiera ser hija de los descritos en el párrafo precedente, aunque como veremos no ocurrirá así, ya que sus padres eran Julián Saiz y Ana de Molina.
No cabe duda que a pesar de la pobre descendencia que dejará el apellido en el pueblo, estos consiguieron levantar una casa solariega que les permitiría afianzar su reputación, aunque hasta la fecha no hallamos visto su nombre ocupando los principales cargos de las familiaturas del Santo Oficio, y que en esos momentos recaían en el linaje de los Peña. Que sus alianzas conyugales se produjeran con familias de labradores que tenían vínculos con el clero, como es el caso de los Saiz y los Redondo, nos indica que intenciones albergaban en el sentido de querer abrir una fase de políticas de ascenso social, pero que debido a la falta de una línea de varón que portara el apellido, al final acabaría siendo absorbida por éstas.
A día de hoy la vivienda de los Castro es la más destacada del municipio, aunque lo cierto es que siglos atrás no sería la única, pues el palacio de los Señores del lugar era de proporciones mucho más imponentes. El hecho de que la residencia de los Castro estuviese próxima al mismo, nos hace pensar en una posible vinculación de servidumbre o apoyo local. No obstante, como matizábamos al principio, son todavía muchos los interrogantes que cabe despejar sobre la historia de esta casa de la nobleza local.
David Gómez de Mora