Hace ya más de diez años tratamos por primera vez, como de factible fue la existencia de población cristiana bajo el periodo de dominación musulmán en la zona septentrional de Castellón. Un tema que por desgracia se encuentra supeditado a los intereses personalistas de historiadores como propagandistas, que promueven un argumentario negacionista, plasmado por un conjunto de directrices de elevado calado político, que tienen como propósito alterar y maquillar la presencia de una comunidad de personas que de acorde a los resultados que han ido emanando desde diferentes estudiosos en este último siglo, demuestran mejor que antes su existencia en diferentes puntos del actual territorio valenciano.
1. Muestras de poblamiento cristiano anteriores a la reconquista
Sobre las evidencias que señalan como los cristianos han habitado estas tierras desde antes de la fundación del Reino de València por Jaume I, tenemos pruebas de tipo etimológico, que como mínimo indican la superveniencia de topónimos con una raíz romana o incluso previa, que si bien consiguió preservarse (a pesar de los bruscos cambios que comporta la instalación de cualquier cultura o pueblo venido desde fuera), se debe en parte a una continuidad del mismo sustrato social que ha estado siempre designando ese espacio como tal. Al respecto, recordemos como “cuando Blasco de Alagón ordena en 1232 a cuatro musulmanes de Morella que le muestren el enorme término de la ciudad, los nombres geográficos recogidos en el pergamino original llegan casi al medio centenar. No resultando de una dominación ex-novo (ni por los musulmanes, ni por don Blasco); preexistían. Y esto es lo que sucede en general en el territorio” (Peñarroja, 2018, 539). Tampoco podemos pasar por alto las donaciones eclesiásticas que cita Peñarroja en tiempos del gobierno de Ibn Mardanis “el rey Lobo o Llop de las crónicas cristianas (1147-1172), personaje de costumbres peculiares, de probable estirpe hispánica” (Peñarroja, 2018, 549).
Igualmente, este mismo autor nos habla de una donación eclesiástica por parte de la zona musulmana, en la que a la hora de escribirse en el año 1057, ésta ya relata que había iglesias abiertas al culto, así como un clero organizado en el territorio valenciano: “omnes ecclesias et episcopatum regni nostri {…} omnes clerici, presbyteri et diachoni in locis prefatis commorantes {…}” (Peñarroja, 1995, 21). Precisamente, de nuevo el mismo, utilizando documentos mozárabes toledanos de Gonzales Palencia, Pons Boigues y el Cartulario de la catedral de esa ciudad, determina la presencia permanente de poblaciones mozárabes a lo largo de la península, especialmente, y por lo que respecta a nuestro interés: en la zona de València y Tortosa.
Otras muestras que apuntan en esta misma línea parten del cartulario de la catedral de Barcelona, donde existe copia de un documento, que sacaron a la luz La Marca y Flórez, y que ya conoció Diago, y que es una prueba palmaria de como en la primera mitad del siglo XI existían bastantes cristianos en esta región (Chabás, 1891, 9). Dicho autor manifiesta de forma genérica que ese tipo de poblamiento cristiano no era algo inusual, sino que un fenómeno real extendido a lo largo de determinados puntos de lo que hoy es la geografía valenciana.
Una temática de gran interés, en lo referente a las hipótesis de un posible poblamiento cristiano en Vinaròs durante la época de dominio musulmán, lo encontramos en la Ermita de la Misericordia, y que se halla emplazada en el lugar más estratégico de su término municipal. En este caso, a través del trabajo de Sarthou Carreres, al hablar de ella éste indica que antes de la reconquista, se halló en esa zona una mezquita. No obstante, lo más intrigante viene cuando se dice que anteriormente a ese edificio, existió un templo dedicado a San Antonio, dato que atestigua el propio Sarthou cuando afirma que es indudable que esa ermita sea más antigua que la propia fundación de la reconquista de Vinaròs, puesto que el culto religioso ya existía desde siglos antes. No olvidemos que en la obra de Borràs Jarque, el historiador vinarossenc relata que en nuestro enclave el fervor a San Antonio viene desde tiempos “inmemoriales”, ¿cuánto puede ser eso?, ¿antes de la llegada de Jaume I?
La entrega de un pago permanente por parte de los cristianos a los musulmanes para la práctica de sus creencias religiosas, es un argumento a favor que desde la perspectiva económica demostrará un interés en salvaguardar su presencia dentro del territorio. No olvidemos que muchos de aquellos mozárabes deberán como mínimo partir de una rentabilidad económica beneficiosa, y que lógicamente se apoyaría en un modelo de producción agrícola y ganadera, a través del que dispondrán de propiedades que les permitirán cubrir el pago de ese tipo de impuestos, y que como sabemos no eran bajos, es por ello que su permanencia en zonas aisladas y rurales, en las que como decimos podían contar con una destacada cantidad de patrimonio por explotar, obviamente favorecerá el mantenimiento de su fe cristiana. No cabe duda de que una franja geográfica como esta, era en si un espacio con muchos elementos favorables para salvaguardar este tipo de comunidades, fenómeno que quedaría manifestado a través de la permanencia de múltiples topónimos anteriores a la instalación islámica.
En el año 1150 Ramón Berenguer IV dona el castillo de Cervera a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, así como 19 años después en el testamento de Alfonso I el batallador aparece citado el Castillo de Alcalà de Xivert, el cual vuelve a referenciarse en una donación confirmada por Pedro II de Aragón entre 1208-1209. Obviamente este tipo de reseñas delatan como los cristianos mantenían una parte de su control en esta zona fronteriza, en la que sus lindes no estaban tan estrictamente delimitados como pretenden hacernos ver diferentes historiadores. Una especie de ambigüedad territorial o vacío geográfico (por decirlo de algún modo) en el que los mozárabes conseguirían hacer prevalecer un peso demográfico más intenso de lo que se ha creído.
2. El topónimo Alcanar
Uno de los elementos clave y que puede probar que tanto en el territorio vinarossenc, como en sus alrededores han existido núcleos cristianos antes de la reconquista, lo encontramos en un topónimo, precisamente en una de las localidades que linda por el norte con Vinaròs. Una teoría personal que entendemos si interpretamos que en aquellos lugares denominados por el nombre hispanoárabe /Kanisa/ (pl. kana´is) bajo las formas alcanissia y canassia se estaría haciendo alusión a la existencia de templos cristianos en época de dominio islámico. Recordemos que “los textos hispano-árabes y los relativos a la España musulmana emplean “kanisa” con un único (o al menos enteramente general) sentido 'iglesia cristiana'” (Peñarroja, 1991, 364).
Del mismo modo, hemos de recordar que encontramos este mote en otros puntos de la provincia de València, en donde ya se ha especulado acerca de estas instalaciones cristianas, como en el caso de las tierras de la Ribera. Por ello, siguiendo con la información de Chabás (1891), vemos como en Alcira ya había una partida llamada Alcanicia, derivando posiblemente de un enclave con un pasado de época mozárabe, y que todo indica que guarda la misma raíz toponímica que la vecina población de Alcanar. Respecto a los focos rurales como puntos de atracción mozárabe, Peñarroja (1993, 67) también hace hincapié en que la población cristiana debió constituir una parte muy significativa del campesinado, en contraposición de la plebe urbana (amma).
3. La frontera del actual área septentrional de Castellón y la figura de Ibn Mardanīš
Ubieto ya advirtió (1979, 99) que las “tierras del Sur del Ebro -hoy catalanas-, durante la Edad Media estaban integradas en el Reino de Aragón”, dato que intenta concretar al decir que durante el siglo XII la frontera entre el reino aragonés y el Condado de Barcelona la marcó el río Ebro. Un hecho en parte que hemos de aceptar, puesto que como ya hemos venido indicando en alguna ocasión, esta arteria fluvial fue sin lugar a dudas un hito geográfico que separaría los distintos territorios (Gómez de Mora, 2020), algo que la propia arqueología viene demostrando, pues no olvidemos que el río ya desde época ibérica marcó un punto de inflexión al funcionar como división territorial entre las culturas habidas del momento, no obstante, que toda la extensión litoral que va desde el área de Amposta hasta Ulldecona-Alcanar estuviese bajo dominio aragonés tiene bastantes matices, pues no hay constancia de un control rígido como el que plantea el Ubieto con anterioridad a cuando Berenguer tomó Tortosa o incluso en años posteriores, y es que alguna fortificación, como será el caso de la de Xivert, durante la segunda mitad del siglo XII estaba en manos del mismo Conde, por otro lado, de ser en parte cierta esa idea que esboza Ubieto, se tendría que haber manifestado en el Reino de Aragón la disponibilidad de un núcleo portuario, y que como sabemos, fue una de las grandes carencias que arrastró este territorio hasta bien pasados los siglos.
En realidad el territorio sud del Ebro, como parte del área más inmediata a la frontera que quedaba al norte de Banískula, fue en cierto modo un territorio que no gozaba de un control estricto, en el que tendríamos residiendo tanto a cristianos como musulmanes en sus respectivas comunidades. Un modelo de poblamiento que se caracterizaría por una baja presión demográfica. Es decir, un punto fronterizo, ambiguo, difuso y poco definido, que a partir de mediados del siglo XII no tiene un claro controlador, algo en parte explicado por la heterogeneidad y dificultad de poblar un área tan delicada en la que además de nuevos cristianos reconquistadores y musulmanes agolpados en el castillo de Banískula, habría también viejos mozárabes.
Que el Ebro fue un punto de división territorial, es algo de lo que a estas alturas ya no tenemos ninguna duda, así por ejemplo, incluso pasadas varias décadas, y dentro del siglo XIV, Ubieto (1979, 99) recuerda como todavía en “el año 1319 se produjo una reorganización administrativa de los Hospitalarios al incorporar los bienes de la desaparecida orden del Temple, donde se establecerá que la separación de las encomiendas catalanas y aragonesas seguirá la línea de demarcación del río Ebro”.
No olvidemos que el papa Alejandro III, se dirigirá al valenciano rey Lobo, para que éste libere a los cristianos cautivos de sus dominios, agradeciendo por ello el buen trato que ha tenido con los mozárabes en su territorio, y remarcando que el monarca musulmán amaba y honraba a los fieles seguidores de Cristo. Desde luego, esta alusión, y que la extraemos del trabajo de Peñarroja (1993), de ser así resulta más que significativa.
Muhámmad Ibn Mardanís nació en Banískula alrededor de los años 1124-1125, un personaje controvertido, debido a los nexos que según se cree le unían con el cristianismo en tiempos pasados, pues parece ser que éste era descendiente de una familia de la nobleza muladí. Al Rey Lobo nunca le molestó establecer alianzas con los grupos de poder cristianos, de ahí que hubieron de resultarle muy beneficiosos los acuerdos mantenidos con Ramón Berenguer, así como con su hijo Alfonso II de Aragón. Cuestión que seguramente aguardaba muchos intereses, pues no olvidemos que precisamente sobre su localidad natal es desde donde se controlaba el flanco norte de las tierras que durante tanto tiempo estuvieron sumidas bajo unos dominios geopolíticos sobre los que queda mucho por escribir.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
-BORRÀS JARQUE, J. M., (1929). Historia de Vinaròs. Tomo I. Ajuntament de Vinaròs
-CHABAS LLORENS, R., (1891). Los mozárabes valencianos. Ed. Facsímil. Madrid
-GÓMEZ DE MORA, D. (2020). “La influencia geográfica de la Peñíscola musulmana y sus alrededores”. En: davidgomezdemora.blogspot.com
-PEÑARROJA TORREJÓN, L., (1991). “El árabe Kanisa 'Iglesia' en la toponimia española”. Revista de Filología Española, vol. LXXI, n.º 3/4
-PEÑARROJA TORREJÓN, L., (1993). Cristianos bajo el islam. Los mozárabes hasta la reconquista de Valencia. Gredos. Monografías históricas.
-PEÑARROJA TORREJÓN, L., (2018). “Mozárabes en el Levante español. Debates esenciales sobre la cuestión mozárabe”. Los mozárabes. Historia, cultura y religión de los cristianos de Al Ándalus. Almuzara, 521-579 pp.
-UBIETO ARTETA, A., (1981). Orígenes del Reino de Valencia (I). Cuestiones cronológicas sobre su reconquista. Zaragoza. Cuarta edición
-UBIETO ARTETA, A., (1979). Orígenes del Reino de Valencia (II). Cuestiones cronológicas sobre su reconquista. Zaragoza
-SARTHOU CARRERES, C., (1989). Reedición: Geografía del Reino de València. Provincia de Castellón. Publicaciones del semanario de estudios económicos y sociales. Cajas de ahorros y montepiedad de Castellón