A finales del siglo XVI en las tierras de la Alcarria conquense se estaban viviendo una serie de cambios sociales que comenzaban a romper con la dinámica habitual acaecida durante décadas pasadas. Por aquel entonces la ciudad de Huete iniciaba una decaída paulatina, que a pesar de ser contrarrestada en momentos puntuales, señalaba indiscutiblemente una clara tendencia hacia la pérdida de poder e influencias en comparación con aquellos tiempos del medievo, en los que desde su judería florecieron algunas de las familias más importantes de la provincia, y que ahora quedaban insertadas en el corpus de la nobleza municipal.
Entre ellas estaba en 1593 el alcalde de la ciudad de Huete don Juan López de Madrid, quien veremos referenciado en los documentos vinculantes al peralejero Gregorio Martínez, quien con sólo 17 años optaba por partir hacia los Reinos Castellanos de las Indias como criado del clérigo Nicolás Jerónimo. Más concretamente su destino era San Cristóbal de la Habana.
Los expedientes de información y licencia de pasajeros eran cruciales para conseguir tramitar estos proyectos que arrastraban un cambio drástico de vida. En el caso que nos ocupa se nos informa de que nuestro personaje era hijo de Gregorio Martínez y Juliana Pérez, ambos naturales de La Peraleja y Villanueva de Guadamejud respectivamente.
Tal y como cita la documentación, su linaje familiar gozaba de honor y reconocimiento en la localidad, siendo una de las principales casas por estar emparentada con clérigos y familiares del Santo Oficio.
Gregorio era un buen cristiano, descendiente de la familia de los Martínez-Catalán. Una estirpe de labradores con posibles que ya había insertado a alguno de los suyos dentro del clero local, además de entroncar con linajes de la nobleza municipal.
Al fin y al cabo, este peralejero fue uno de los muchos intrépidos que osaron cruzar el charco, seguramente motivado por la necesidad que implicaba cualquier cambio de aires que le alejara de las rutinas alcarreñas con tal de conseguir una mejora social, y que le reportará el nombre o la consecución de un estatus que su tierra no le daba, aunque para ello hubiese de empezar desde lo más bajo.
Entre las hojas del expediente se incide en que Gregorio era un buen cristiano, “limpio de toda raza de judíos y moros penitenciados por el Santo Oficio de la Inquisición”. Precisamente, por aquel entonces era familiar del Santo Oficio y escribano público de La Peraleja Simón Sánchez, pariente de éste por ser hijo de la señora Elvira Catalán.
No olvidemos que Gregorio era nieto paterno de Juan Martínez-Catalán y María Sánchez (ambos peralejeros), así como por el costado materno de Juan de Sevilla y María Pérez (estos naturales de Villanueva de Guadamejud). Para justificar el discurso de la pureza religiosa y sus méritos sociales, se decía que los familiares de Gregorio habían sido personas honradas con cargos importantes entre los vecinos del pueblo, cosa que no era falsa si analizamos su genealogía. Además, como era habitual, se solía ensalzar un discurso en el que se comentaba y repetía como algunos de los integrantes del clan habían ostentado cargos de regidores y alcaldías. Parece ser que los padres de Juliana tenían propiedades y casa en La Peraleja, lo que ayudaría más si a cabe a que su hija se acabara instalando en el pueblo.
Como solía ocurrir en este tipo de documentación, se efectuaba una descripción física del pasajero, de quien se definen las siguientes características: “es un mozo redondo de rostro alegre, blanco, colorado de cabeza grande, y cuerpo redondo bajo ”. Poco después se alude a su estado civil, matizándose que no estaba casado y por tanto vivía como un “libre soltero”.
Realmente la familia de Gregorio, como se ha dicho anteriormente era de apellido Catalán por línea recta de varón, y es que si el padre de Gregorio Martínez -el viejo- (esposo de María Sánchez), en ocasiones lo veremos como Martínez-Catalán, precisamente su abuelo (y bisabuelo del pretendiente a Indias) se llamaba Juan Catalán.
Otro miembro de la familia (Juana Martínez-Catalán) había casado con Bonifacio Jarabo durante la segunda mitad del siglo XVI. No olvidemos que los Jarabo eran una de las casas con más recursos que había en la localidad, siendo precisamente esta línea la primera en asentarse y proyectar una rica descendencia del apellido hasta el día de hoy.
Del mismo modo averiguamos que el protocolo notarial más antiguo del archivo municipal de Huete está relacionado con esta familia, enlazando a su vez con las ramas más distinguidas de la nobleza rural, así por ejemplo en la corporación municipal peralejera de 1611 los alcaldes son el hidalgo don Juan Suárez de Salinas junto con Gregorio Catalán.
En 1614 falleció Isabel Catalán (esposa de Alonso Vicente y hermana del padre de Gregorio el mozo), quién mando un total de 90 misas. Luego el referido alcalde Gregorio morirá en 1623, figurando con un pago de 56 misas. Otro personaje distinguido del linaje fue María Catalán, mujer de Francisco Gómez, quien murió en 1679, y dejó una manda de 200 misas. Su hermano era el Licenciado Catalán, no siendo el único que mantendrá contacto con el brazo clerical, puesto que como apreciaremos varios Catalán estarán insertados dentro del mismo grupo social.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Diocesano de Cuenca. Libro II de defunciones (1614-1693), Sig. 30/15, P. 816
* Archivo General de Indias (1593). Contratación, 5243, N. 1, R. 4. Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Gregorio Martínez
* Gómez de Mora, David (2018). “Las élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVII”. En: davidgomezdemora.blogspot.com