Los León son un conocido linaje
de la nobleza local, que supo proyectarse en diferentes lugares aprovechando su
condición de hidalgos, un hecho que apreciaremos tanto en los municipios de
Saceda del Río como en Caracenilla, donde varias de sus líneas irían
afincándose, consiguiendo destacar con el trascurso de las generaciones, hasta
convertirse en una de las casas más prosperas en la que curas y labradores con
recursos afloraron en repetidas ocasiones. Recordemos que el tronco de esta
familia nos conduciría hasta la localidad de Valdemoro del Rey, donde tenemos
referencias de que Bartolomé de León, vecino de dicho lugar, casó con la
sacedera Catalina López-Lobo, fruto de cuyo matrimonio nacería Bartolomé de León,
quien en 1647 casó en primeras nupcias con Juliana García, para más tarde y una
vez enviudado, repetir idéntica operación en 1658 con la señora Ana de
Torrecilla.
Este sería pues el origen de la
línea de Saceda, por lo que a partir de ese instante veremos una serie de
descendientes entre los que destacará Gregorio de León (fallecido en 1716), y
que fue marido de Ana de la Fuente, fruto de cuyo enlace nacerían el Licenciado
Juan de León y Francisco de León. Otro hijo llamado Bernardo de León (fallecido
en 1731) establecería alianza matrimonial con Juana Rubio, también procedente
de otra familia de labradores con posibles.
Por lo que respecta al caso de
Caracenilla, los León entroncaron con las familias más destacadas del municipio
(Garrote y Gascueña). Sabemos por ejemplo que Diego de Arcas, marido de Isabel
de León, falleció en 1711, pagando 169 misas, así como que María de Gascueña de
Arcas, muerta en 1763, era esposa de Francisco de León y Palomares,
enterrándose en la capilla de San José, y que siguiendo nuestras indagaciones por
los libros de la parroquia, averiguamos que correspondía con el lugar de
enterramiento que tenía esta familia. Durante el siglo XVIII ese linaje
controlaba la práctica totalidad de las capellanías del municipio tras haber emparentado
estratégicamente con los fundadores de las mismas, a ello habría que sumar las
que éstos se habían encargado de realizar.
Al respecto, decir que el matrimonio
de Manuel de Gascueña y María de Arcas les resultó bastante provechoso, pues acabaron
aportando un patrimonio agrícola que recaería en la casa de los León. El hijo
del progenitor Andrés (afincado en Caracenilla) se llamaba don Francisco de
León. Éste murió en 1684, pagando un total de 500 misas. Sus descendientes efectuaron
buenas mandas en sus partidas testamentarias, tal y como sucedería con Julián
de León, quien redactaría un importante testamento en 1739, como también Pedro
de León, marido María Garrote, que murió en 1684 con pago de 424 misas.
Ventana
forjada en una vivienda de Caracenilla (imagen el autor)
De la misma forma, los Torrecilla
aspiraron a una política de similares características, es por ello que hemos de
recordar que su foco de origen se ubicaba en Bonilla, desde donde el linaje
expandiría sus líneas en Saceda y Caracenilla, una operación idéntica a la de
los León, y que como hemos visto, los acabará llevando a pactar matrimonios en sendas
localidades.
Como decíamos en Bonilla el
linaje estaba estrechamente relacionado con uno de los apellidos más
influyentes, y sobre el que casi nada hemos estudiado. Nos estamos refiriendo a
la familia de los Rojo, puesto que María Rojo era la heredera de una fundación repleta
de tierras, que finalmente recaería por el costado de los Rubio de Saceda del Río.
No hemos de olvidar que el tronco
de los Torrecilla durante el siglo XVI parte de los bonilleros Pedro de
Torrecilla y Catalina Rojo. A raíz de este enlace comenzaremos a recabar
información que nos confirmará como uno de sus descendientes ejercerá en la
escribanía de Caracenilla, hecho que les ayudó a posicionarse entre las personalidades
más destacadas del municipio. Gerónimo de Torrecilla sería el miembro de la
familia que tendría varios hijos con Catalina. El más destacado fue Antonio, quien
casó con María Martínez Pastor (hija del escribano que había en ese momento en
el municipio, Francisco Martínez), y a través del cual accederá al control de la
plaza.
Antonio de Torrecilla y Martínez
ejerció como tal desde 1668 hasta 1706, un periodo bastante amplio (casi cuatro
décadas). Éste tras fallecer, y siguiendo con la costumbre de la familia, mandó
enterrarse en la tumba de los Ballesteros, y que como sabemos se ubicaba en una
zona privilegiada del templo. Parece ser que Antonio viviría unos años
desvinculado de la escribanía, pues su fecha de fallecimiento data del año
1711, cuando pagó por su alma un total de 150 misas. Quien le sucedería fue
Juan Antonio de Torrecilla, que ejerció el oficio entre 1710-1742. Éste era
marido de María Duque, y aunque en el acta de su defunción no se especifique
mucha información, menciona que el pago de misas corra a voluntad de sus hijos,
Bernardo de Torrecilla y María de Torrecilla. Sabemos que tras su fallecimiento
el licenciado Solera se encargará de continuar con la labor de manera
transicional, hasta que finalmente Pedro Benito Pérez, será quien retomará el
oficio.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Eclesiástico de
Caracenilla. Libro II de defunciones (1631-1701).
* Archivo Eclesiástico de
Caracenilla. Libro III de defunciones (1701-1767).
* Gómez de Mora, David (2018).
“Las Élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII”. En:
davidgomezdemora.blogspot.com
* Gómez de Mora, David (2020). “Los
Torrecilla de Caracenilla. Un linaje de escribanos”. En:
davidgomezdemora.blogspot.com