Para entender cómo funcionaba el
sistema de proyección y ennoblecimiento de nuestros antepasados cañeteros, es
indispensable estudiar a fondo un antiguo volumen presente en el Archivo
Municipal que lleva por nombre “Relación
de los caballeros hijodalgos que se alistaron en esta villa para servir a su
Majestad en los años de 1638, 1640, 1647 y 1707”. El documento alberga una
inmensa riqueza de tipo histórico y genealógico, ya que recoge los nombres de
una buena parte del vecindario que paulatinamente iría conformando el corpus de
una modesta nobleza local que prácticamente pasará desapercibida con el
trascurso del tiempo.
Los múltiples frentes de batalla en
los que se encontraba la Monarquía Católica, indujeron a la llamada de voluntarios
para que se alistaran en las levas. Los beneficios obtenidos por su
participación podemos apreciarlos en un análisis comparativo, al comprobar como
diferentes vecinos involucrados en una campaña, en épocas posteriores aparecen
súbitamente reconocidos como caballeros hidalgos. Un fenómeno que permitirá
englobar dentro de este sector a una inmensa cantidad de habitantes, al margen
de que muchos inmediatamente perdieran el peso social que arrastraba la
consecución de un privilegio como aquel.
Estos
reconocimientos tuvieron mucho que ver con la labor efectuada por el escribano
municipal (al ser el encargado de registrar los méritos obtenidos de estas
personas). Sabemos que a finales del siglo XIX la Fiscalía comenzaba a exigir una
información detallada sobre que cañeteros eran realmente portadores de una
nobleza que se había extendido como la pólvora. El resultado de analizar todos
y cada uno de los apellidos que se recogen en las referencias del citado legajo,
nos lleva a aglutinar más de medio centenar de familias que fueron adscribiéndose
dentro de este grupo, y de las cuales mencionamos algunos de sus apellidos, a
falta de una investigación exhaustiva en la que se podrían incluir muchos más: Aguilar,
Almellones, Andrade, Angulo, Barquero, Beltrán, Cabrera, Camacho , Cantalejos,
Capacete, Castaño, Chacón, Cobos, Corona, Coronel, Cueto, Cuevas, Domínguez, Durán,
Enríquez, Francés, Galán, Gallego, Gálvez, García, Garrido, Gobantes, Gómez, González,
Guerra, Hinojosa, Hoyo Lanero/Linero, Laveria, Lobo, Martín, Mateo, Milla,
Morales, Morillas, Muñoz, Navarrete, Navarro, Núñez, Orozco, Párraga, Pedrique,
Peña, Pérez, Ponce, Ramírez, Río, Rodríguez, Rojas, Romero, Roso, Ruiz, Salazar,
Segovia, Torrejón y Verdugo.
No nos cabe ninguna duda que documentos
de esta tipología valían su peso en oro, como resultado de que los nombres allí
recogidos, acababan siendo una prueba irrefutable a la hora de argumentar actos
positivos que reforzarán la idea de un estatus caballeresco. Aquella intervención
militar, fosilizada en los registros locales del archivo era un arma de doble
filo, en la que desde la escribanía se aprovechó la ambigüedad de la situación.
Prueba de ello es el descontrol existente en la Chancillería, al aceptarse como
hidalgos numerosos linajes que no tenían acreditada ninguna ejecutoria. La década
de 1640 fue un auténtico desastre en lo que concibe al gobierno del Conde-Duque
de Olivares, pues a la guerra de Catalunya, había que sumarle los alzamientos
napolitanos, sicilianos, como los surgidos dentro de la propia Andalucía.
Una situación más que comprensible
en una sociedad completamente desigual, y que en Extremadura o Castilla la
Vieja comenzaba a empobrecer a sus gentes, ofreciendo por tanto a cambio una oportunidad
en la que artesanos, labradores y ganaderos obtenían un estatus que no había
estado nunca a su alcance. Con sólo algunas o “todas las armas” requeridas para ir al combate (espada, daga y
pica), muchos vecinos posteriormente aparecerán reflejados con la designación
de caballeros hidalgos, de ahí que el portar un caballo no era una condición
indispensable para conseguir aquel privilegio.
Escudos heráldicos
pertenecientes a familias de la nobleza local de Cañete la Real (foto del autor)
Resulta interesante una referencia
registrada del año 1638, en la que se recoge una convocatoria a los “hijosdalgos
y demás personas por razón de privilegios que gozan de franquezas y libertad”.
De la misma desprendemos que no todos los vecinos se implicaron en esta empresa.
Así, algunos testimonios indicarán su imposibilidad a la hora de acudir al
campo de batalla, bien sea por su invalidez, estar trabajando en la siega, o tener
una cierta edad, hecho por el que mandaban a uno o varios de sus hijos para que
les sustituyeran. Del mismo modo apreciaremos otros que no comparecerán por ser
hidalgos que se habían alistado en una leva anterior, previo pago de una
cantidad estipulada.
Dentro de las diferentes relaciones
de caballeros que leemos en este documento, transcribimos el listado de vecinos
que se presentarán en el año 1639, de entre los cuales apreciaremos muchas
familias que darán origen a linajes de la nobleza local:
Almellones
Pérez Cabreja, Francisco (con todas las armas).
Alonso,
Diego (con espada y daga)
Alonso,
Fernando (con todas las armas)
Álvarez
de Vivar, Francisco -el mayor- (con todas las armas)
Álvarez
de Vivar, Sebastián (con todas las armas)
Barrientos,
Francisco (con todas las armas)
Becerra,
Sebastián (con pica)
Bermúdez,
Alonso (con todas las armas)
Bernal,
Juan (con todas las armas)
Borrego,
Alonso (con espada y daga)
Calderón,
Sebastián (con todas las armas)
Capilla,
Fernando (con pica)
Carrasco,
Juan (con espada, daga y arcabuz)
Chamorro,
Alonso (con espada y daga)
Chamorro,
Diego (con todas las armas)
Contero,
Fernando (con pica)
Contero,
Juan (con espada y daga)
Crespillo,
Josephe (con espada y daga)
de
Anaya, Rodrigo (con espada y daga)
de
Angulo, Francisco (con espada y daga)
de
Arévalo, Francisco (con espada y daga)
de
Bargas, Juan (con todas las armas)
de
Castilla, Juan (con todas las armas)
de
Cobos, Cristóbal (con espada y daga)
de
Comedo, Francisco (con todas las armas)
de
Cruces, Diego (con todas las armas)
de
Cruces, Gabriel (con espada y daga)
de
Endrina, Juan (con escopeta)
de
Gálvez Mateos, Hernando (con espada y daga)
de
Gálvez, Cristóbal (con espada y daga)
de
Guerra, Alonso (con espada y daga)
de
la Cruz, Juan (con pica)
de
la Estrella, D. (con todas las armas)
de
Lozana Arriero, Juan (con todas las armas)
de
Lozana Pérez, Juan (con espada, daga y pica)
de
Lozana, Sebastián (con espada y daga)
de
Luque, M. (con todas las armas)
de
Morillas, Diego (con todas las armas)
de
Moya, Alonso (con espada y daga)
de
Orozco, Andrés (con todas las armas)
de
Osuna, Felipe (con todas las armas)
de
Oviedo, Francisco (con espada, daga y arcabuz)
de
Pérez, Alonso (con espada y daga)
de
Rojas Valderrama, Diego (con espada y daga)
de
Salazar, Pedro (con todas las armas)
de
Segovia Castillejo, Don Francisco (con espada y daga)
de
Toro, Sebastián (con espada y daga)
de
Valdés, Diego (con espada y daga)
de
Velasco, Pedro (con pica)
de
Vilches, Alonso (con espada y daga)
del
Valle, Hernando (con espada y daga)
Delgado,
Gabriel (con espada y daga)
Díaz
Prieto, Andrés (con todas las armas)
Domínguez
Cabezo, Pedro (con todas las armas)
Domínguez,
Francisco (con todas las armas)
Domínguez,
Juan (con espada y daga)
Durán,
Simón (con todas las armas)
Esteban,
Alonso (con daga y pica)
Fernández,
Bartolomé (con espada, daga y todas armas)
Fernández,
Manuel (con todas las armas)
Francés
de las Cumbres, Gonzalo (con todas las armas)
Francés
de Parria, Juan (con todas las armas y mosquete)
Francés
Luengo, Alonso (con espada, daga y pica)
Francés,
Gonzalo (con todas las armas)
Francés,
Juan (con espada y daga)
Galán
Almizcado, Juan (con todas las armas)
Galán
de Orozco, Juan (con todas las armas)
Galán
de Vilches, Juan (con espada y daga)
Galán,
Bernardo (con todas las armas)
Galán,
Cristóbal (con espada y daga)
Galán,
Juan (con espada y daga)
Gallego
Pérez, Juan (con espada y daga)
Gallego,
Francisco (con todas las armas)
García
Aragonés, Martín (con todas las armas)
García
Comero, Juan (con todas las armas)
García
Duran, Alonso (con todas las armas)
García
Santaella, Alonso (con todas las armas)
García,
Andrés (con todas las armas)
García,
Blas (con todas las armas)
García,
Diego (con espada y daga)
García,
Salvador (con todas las armas)
Garrido,
Sebastián (con todas las armas)
Gómez
Bonilla, Juan (con todas las armas)
Gómez
de Vivar, Juan (con espada y daga)
Gómez,
Fernando (con espada y daga)
Gómez,
Juan (con todas las armas)
González
Colorado, Juan (con espada y daga)
González
de las Cumbres, Miguel (con todas las armas)
Jaén,
Diego (con pica)
Linero,
Gerónimo (con todas las armas)
Linero,
Sebastián (con espada y daga)
López
Ballesteros, Diego (con todas las armas)
Lorencio,
Francisco (con todas las armas)
Márquez,
Miguel (con todas las armas)
Martín
Montes, Francisco (con todas las armas)
Martín
Valverde, Diego (con todas las armas)
Martínez
Chito, Blas (con todas las armas)
Martínez
de Méndez, Juan (con espada y daga)
Martínez
Escobar, Juan (con todas las armas)
Martínez
Montesinos, Francisco (con todas las armas)
Martínez
Morales, Andrés (con todas las armas)
Martínez
Talavera, Juan (con espada y daga)
Martínez,
Juan (con todas las armas)
Martínez,
Roque (con todas las armas)
Mateos,
Juan (con todas las armas)
Miranda,
Fernando (con espada y daga)
Moncayo,
Juan (con todas las armas)
Moreno
Capazo, Juan (con todas las armas)
Moreno,
Juan (con espada y daga)
Naranjo,
Diego (con espada y daga)
Navarro
Rocha, Diego (con espada y daga)
Navarro,
Gregorio (con todas las armas)
Navarro,
Rodrigo (con todas las armas)
Nieto,
Fernando (con espada y daga)
Ortiz,
Francisco (con espada y daga)
Pavón,
Bartolomé (con espada, daga y arcabuz)
Pavón,
Juan (con todas las armas)
Pérez
Chito, Juan (con todas las armas)
Pérez
Colero, Alonso (con espada y daga)
Pérez
Luengo, Juan (con todas las armas)
Pérez,
Diego (con todas las armas)
Pérez,
Francisco (con espada y daga)
Pérez,
Salvador (con espada y daga)
Pérez,
Sebastián (con todas las armas)
Ponce,
Pedro (con espada y daga)
Ramírez
Francisco (con espada y daga)
Ramírez,
Andrés (con espada y daga)
Redondo,
Juan (con espada y daga)
Rejado,
Francisco (con espada y daga)
Rodríguez
Luengo, Juan (con todas las armas)
Rodríguez,
Manuel (con espada y daga)
Romero
Arriero, Pedro (con todas las armas)
Romero
Cabañas, Antón (con espada y daga)
Romero
Cabañas, Francisco (con escopeta, espada y daga)
Romero
Castillejo, Bartolomé (con espada y daga)
Romero,
Diego (con pica)
Romero,
Juan (con espada y daga)
Rosado,
Bartolomé (con todas las armas)
Rosado,
Pedro (con todas las armas)
Roso,
Bartolomé (con una pica)
Ruiz
Albanir, Manuel (con espada y daga)
Ruiz
Montesinos, M. (con espada y daga)
Ruiz
Recio, Juan (con todas las armas)
Ruiz
Valverde, Miguel (con todas las armas)
Ruiz
Valverde, Pedro (con espada y daga)
Ruiz,
Alonso (con espada y daga)
Ruiz,
Esteban (con todas las armas)
Ruiz,
Francisco (con espada, daga y arcabuz)
Ruiz,
José (con todas las armas)
Ruiz,
Juan (con todas las armas)
Serrano,
Alonso (con espada y daga)
Serrano,
Bartolomé (con todas las armas)
Vaca,
Lorenzo (con espada y daga)
Verdugo,
Pedro (con todas las armas)
Inmediatamente,
y poco después veremos cómo se mencionan los nombres de diferentes vecinos
calificados de hidalgos, a los que se antepondrá un don, es el caso de don
Francisco Francés, quien serviría con sus armas y caballo. Recordemos que en el
listado del batallón anterior, los Francés todavía no llevaban aparejado este
reconocimiento, lo que nos hace pensar que el linaje adquiriría su hidalguía
tras haber participado en la campaña de 1640. A ello cabría sumarle nombres
como el de don Diego de Rojas, el capitán Juan de Navarrete Argote, don Diego
Corona Altamirano, don Alonso Corona, don Diego Corona, don Miguel de Linarte,
don Juan Romero Daza y don Juan de Palma, entre otros.
Algunos se excusarían, como sucedió
con Pedro de la Dehesa (por ser mayor de 60 años), mandando por ello a algunos
de sus hijos para acudir en su nombre. Otros nobles citados son don Francisco
de Segovia Castillejo, don Fernando Morillas, don Francisco Lobo, así como don
Blas de Morales. Tampoco faltaban personajes como Juan Pérez Núñez de Segovia o
Marcos del Río Altamirano, quienes no portarán el “don”, a pesar de que también
estarán catalogados de nobles. Hemos de incidir en que el listado de caballeros
es muchos más largo, pues tendremos integrantes de bastantes familias, tal y
como sucedería con Juan Gallego de Párraga. En el mismo nivel apreciaríamos
personalidades como don Florencio Donoso de Andrada, don Francisco de Rojas
Cuevas, Manuel Gómez Bravo (vecino de Almagro pero estante en Cañete y también
tildado de hidalgo), además de don Diego de Rojas, don Gaspar Camacho, don
Félix de Gobantes, Juan Fernández Coronel (de los pocos que poseía ejecutoria),
Diego García Roque, Juan Beltrán de la Cueva, don Luís de Navarrete Argote, Gonzalo
Ramírez Núñez y don Juan de las Cuevas Rojas.
Entre los casos llamativos
quisiéramos destacar el del citado Diego García Roque, quien en una hoja
timbrada del año 1640 figura como hidalgo. Veremos que éste suplicaba que le volviesen a reconocer como integrante
del estado noble, tras no haber podido acudir a la anterior convocatoria
militar. Este hecho demostrará como muchos de aquellos vecinos verán en los
continuos llamamientos una oportunidad con la que conseguir alcanzar un estatus
social en los que no era necesario una aprobación que emanara desde la misma Chancillería
de Granada. Ese tipo de situaciones deben hacernos plantear, como de inestables
eran los criterios para obtener este tipo de reconocimientos, sin olvidar hasta
qué punto el escribano pudo alterar una documentación, que luego será combinada
con otra creada ex professo, con tal de gestar satisfactoriamente aquella
operación.
Junto a estas referencias veremos
como en los papeles del archivo municipal se adjuntarán reseñas sobre personas
que demostraban su desvinculación con antepasados conversos o que hubiesen sido
castigados por el Santo Oficio. Un requisito indispensable, para posteriormente
conseguir la ansiada hidalguía. Apreciamos por ejemplo en una referencia
documental de 1647, un expediente de limpieza de sangre de Francisco de
Armellones (Almellones), hijo de Juan Pérez Cabreja Andrada y doña Elvira de
Armellones (de cuya madre tomaría su apellido). Recordemos que Francisco se
encontraba inmerso en un proceso de reconocimiento nobiliario, al aparecer integrado
en la lista de la leva de 1639. Seguramente éste necesitaría un informe que
justificara su nobleza, pues a diferencia de la gran mayoría de vecinos que
fueron a luchar, su familia era foránea, de ahí la necesidad en trasladar un
relato que enfatizara sus raíces cristianas.
Siguiendo con el modelo habitual de
este tipo de informes, leeremos que Francisco argumentaba tener familiares que
habían servido al Santo Oficio, además de militares, incidiendo en que sus
ancestros ostentaron los mejores puestos de la localidad. Francisco era nieto
paterno de don Juan Pérez Cabreja y de Andrada, junto su esposa doña María
Gómez Pozonuevo. Por el costado materno era nieto de Juan González de
Armellones y doña Elvira Rodríguez de Valdenebros, ambos naturales de Cañete la
Real. Su línea paterna había ejercido los cargos de regidores y alcaldes
ordinarios en Setenil. Añadirá además que el apellido Andrade le venía por el
caballero don Francisco de Andrada y Gallego. Durante ese mismo año veremos
como se publica un bando para que los “nobles
y caballeros de esta villa se registren para que a sus expensas sirvan a su Majestad,
guardándoles Dios con soldados montados a caballo que han de conducir al
ejército de Badajoz para las guerras presentes”.
Pasado el tiempo, entre la
documentación alusiva a 1647, apreciaremos el ennoblecimiento de bastantes
vecinos citados como caballeros hidalgos, es el caso de Gonzalo Ruiz Capacete, Pedro Martín Hinojosa,
Juan Galán de Vilches -el mayor-, Juan García de Santaella, Pedro García
Camero, Cosme Linero (quien casualmente estaba impedido en la llamada de 1639),
don Bernabé de Gálvez, Cosme Mateos, Juan García Cabrejas, Juan Gallego,
Gonzalo Ramírez Núñez, Cristóbal de las Cuevas, Cristóbal Linero, Francisco de
Gálvez, Fernando de Guerra, Juan de la Milla Párraga, don Rodrigo de Cueto, don
Alonso de Segovia Rojas Aguilar, don Matías y don Pedro Capacete Vergara, don
Antonio Verdugo Aguilar, Alonso María Guerra, Hernando Galán de Horozco y Juan
de Cobos Núñez.
Uno de los citados informes, saldrá
de la mano del señor don Gabriel Narciso Gómez, quien ejercía en 1754 como Juez
Administrador de las Rentas y Alcabalas de esta villa, además de alcalde
ordinario, una averiguación de interés en lo que respecta a la pureza cristiana
de su convecino Diego Francisco Pulido, quien estaba casado en 1734 con doña
Mariana Salguero Hidalgo. Sabemos que Diego fue bautizado en 1713, siendo hijo
de Pedro Pulido y doña Josefa Castañeda Romero. Su padre era vástago de Diego
Pulido, casado en 1671 con Inés de Anaya. Ambos bautizados en 1641 y 1654, e
hijos de Marcos García y María Pulido, junto Pedro Ferrete e Inés de Miranda
respectivamente. Por otra parte, la referida doña Josefa tenía por padres a
Pedro Romero Castañeda y Catalina de Barrientos, ambos casados en 1666, e hijos
de Juan de Castañeda e Isabel González, así como de Francisco de Barrientos y
Francisca de Dueñas.
Doña María Salguero Hidalgo tenía
por padres a Diego Hidalgo Romero y doña Ana Domínguez de Toro (velados en
1698). Diego sería bautizado en 1661, además de ser hijo de Juan Romero
Montesinos y María Hidalgo, quienes se casarán en 1657, siendo vástagos de
Fernando Alonso Montesinos y Antonia García, junto con Diego Hidalgo e Inés
Martín Naranjo respectivamente. Por otro lado, doña Ana Domínguez, sería bautizada
en 1680, teniendo por padres a Francisco Domínguez Mellado y María Salguero,
ambos casados en 1678. Francisco era vástago de Francisco Domínguez Cabezo y
Ana de Toro Martín, mientras que María Salguero de Bartolomé Galán y María de
la Torre Castellano. Todos tenían en común ser vecinos y naturales de Cañete la
Real.
Una operación de idéntico
reconocimiento social buscó poco después otro cañetero que se afincaría y
proyectaría en la ciudad de Ronda, Marcos de la Mesa, a quien en 1757 se le realizaría
un informe en el que se especificaba su genealogía. Éste era hijo de Agustín
José de Mesa Ramírez y doña María Josefa Pérez Camero y Trujillo, ambos velados
en 1705 y bautizados en 1678 y 1683 respectivamente. Agustín José de Mesa era
hijo de Marcos de Mesa (bautizado en 1638) y doña Catalina Ramírez de los Ríos
(bautizada en 1632), velados en 1662 e hijos de Bernabé de Mesa y doña Ana de
Reyna, así como de Gaspar Ramírez y doña Marina González de los Ríos
respectivamente. Doña María Josefa Pérez tenía por padres a Sebastián Pérez y
doña María Gamero Baca y de Orozco, casados en 1682 y bautizados en 1655 y
1661. Sebastián figurará como hijo de Sebastián Pérez y de doña Catalina de
Soto Camero, mientras que doña María lo era de Simón Baca de Orozco y doña
María de Gálvez Camero.
En el año 1805, se
redacta un censo en el que aparecen los descendientes de muchas de estas
familias, las cuales seguirán preservando el tratamiento de don, junto con los
miembros del clero municipal. La cifra de integrantes habla por sí sola, por lo
que apreciaremos como en Cañete había una cantidad remarcable de vecinos
adscritos al estado noble incluso a principios del siglo XIX, y eso que algunas
líneas de parientes debido a su falta de poder se irían desvinculado de aquel
privilegio.
Resulta imposible
obviar el caso de los Gálvez, una de las muchas casas citadas a lo largo del
presente artículo, donde se aprecia claramente su inserción dentro del ámbito
nobiliario gracias a leva de 1639. Al respecto, podemos leer un informe con
sello notarial de 1761, en el que se presenta la genealogía de don Miguel de
Gálvez, Regidor Perpetuo y Procurador general, asentado en la ciudad de Santa
Fe de Bogotá. Éste recurriría a la documentación local, para obtener la
aprobación final de la Chancillería de Granada tras reconocerse su condición de
noble. Obviamente el volumen aquí transcrito sobre los linajes del municipio,
volvía a demostrar su eficiencia como herramienta en la que apoyarse a la hora
de demostrar una hidalguía que simplemente emanaba en lo recogido dentro de
aquella escribanía local.
Años después, en 1782, veremos como
la fiscalía solicitará a la localidad de Cañete una relación detallada de los
caballeros censados en el municipio, con motivo de las abundantes
falsificaciones que aprovechaban muchos de los vecinos a la hora de argumentar una
exención de pagos. Obviamente la situación nada tenía que ver con las crisis
bélicas de la primera mitad del siglo XVII, por ello, más de un siglo y pico
después, la administración exigía un filtro detallado, en el que claramente estaban
olvidándose muchos nombres y apellidos de los descendientes de varios de
aquellos caballeros, que a pesar de proceder de una misma línea, al no haber prosperado
económicamente, veían suprimidas sus aspiraciones.
A la respuesta sobre quienes eran
realmente nobles, el escribano cañetero Gregorio de Luque, hábilmente
responderá que “en esta villa en la actualidad es pueblo donde no hay padrón
de nobles, ni oficios de justicia, ni otros algunos que distingan al noble del
plebeyo (…), ni tan poco se encuentran padrones de alojamientos, embargos, ni
para otras cargas de pechero”. Obviamente Gregorio sabía que en Cañete la
participación en las levas, sumada al interés de muchos habitantes que
pretendían demostrar una nobleza inmemorial, desencadenó la aparición de una abultada
lista de hidalgos, que en ese instante a la Fiscalía de la Chancillería poca o
ninguna gracia le hacía reconocer. La información recabada por éste, detalla y
justifica que vecinos eran portadores de sangre noble. El primero fue don José
Roso (descendiente de Osuna), a quien los hidalgos don Bartolomé Corona y
Curiel, don Juan Durán y don Sebastián Navarrete, confirmarían dicha
información. Por otro lado, don Miguel Pedrique, hijo de don Pedro Pedrique, ya
recordaba la hidalguía arrastrada por sus ancestros en Teba, sin olvidar el
caso de don Francisco de Paula Corona, hijo de don Bartolomé Corona y Curiel,
quien decía haber ingresado en la Maestranza de Granada.
Tampoco podían faltar linajes que
conseguirían sus reconocimientos en los tiempos de las levas, es el caso de los
Domínguez. Otras familias se adscribirían al mismo grupo, así sucedió con los Aguilar,
Gálvez y Ponce. A éstos les seguirán otras casas como la de los Rojas, Cabrera
(pues don Fernando Cabrera mostró a la Junta su ejecutoria de hidalguía), además
de los integrantes de la familia Cuevas, quienes poseían un documento de 1775
que lo acreditaba. Otra referencia que se invoca es un libro capitular que a
fecha del 4 de abril de 1731 reconocía la hidalguía de los hermanos José y
Pedro Pérez. Linajes como los Navarrete, Gómez y Gallego “ya constaba que en esta dicha villa habían estado sus antecesores
tenidos en la claridad de hijosdalgos, y que como a tales se les habían
guardado las excepciones que les correspondían”.
La cantidad de vecinos adscritos a
este grupo fue tal, que a continuación recogemos un listado de las familias junto
con varios párrocos, que aparecerán censados en la documentación que el
escribano ofrecerá en el padrón de Cañete del año 1805:
Calle de la Iglesia (20 personas):
Don
Fernando Cabrera
Don José
María de las Cuevas -presbítero-
Doña
Isabel de Hoyo
Don
Francisco Sales de Almeida -presbítero-
Doña
Francisca Antonia de la Milla
Don Miguel
de las Cuevas
Don José
Castillo -presbítero-
Don José
Calero -presbítero-
Don
Joaquín Gómez
Don
Antonio Enríquez
Don
Bernardo Muñoz
Don Andrés
Muñoz
Don Gaspar
Ponce
Doña María
del Carmen Romero
Doña Ana
Gallego
Don
Francisco Cantalejos
Don
Mariano Cantalejos
Don
Francisco Milla
Don
Antonio Pérez
Don José
Navarrete
Calle del agua (16 personas):
Don
Antonio Basón
Don José
Quintín de las Cuevas
Don
Gabriel de las Cuevas
Don
Francisco de Hinojosa
Don Miguel
de Pedrique
Don
Francisco de Hoyos
Don
Salvador de la Milla
Don
Francisco de Rojas
Don Juan
Cabrera
Doña Rosa
Lebrón
Don
Arcadio Mateo
Don
Francisco Mateo
Doña
Manuela Pérez
Doña
Gregoria Torrejón
Don M.
Delgado -presbítero-
Don
Hernando Pérez
Calle de ¿? (15 personas):
Don
Francisco ¿Ro(…)?
Don Miguel
de la Milla
Don José
Pérez
Don
Salvador de Laveria
Don Felipe
Aguilar
Don Julián
Navarrete
Don
Francisco Domínguez
Doña
Catalina de Gálvez
Don Alonso
Navarrete
Doña Luisa
de Hoyos
Don Felipe
Domínguez
Don Juan
Garrido
Don
Francisco Rodríguez
Don
Melchor de Hoyos
Doña
Cristobalina González
Calle grande (12 personas):
Doña
Teresa Ponce
Don
Gonzalo Chacón
Don
Francisco María de las Cuevas
Don
Ignacio Navarrete
Don Felipe
Salazar
Don José
Cantalejos
Don
Cristóbal de Hoyos
Don Juan
de Peña
Don Francisco
¿B.?
Don Juan
Domínguez -presbítero-
Don
Francisco ¿Ro(…)? y Gálvez
Doña
Francisca de Gálvez
Calle de cabra (7 personas):
Don
Nicolás Romero
Don Juan
Gómez
Don
Fernando Chacón -presbítero-
Doña María
Aurora Pérez
Don Alonso
Romero
Don
Cristóbal Navarro
Doña María
Juana Párraga
Calle de la parra (7 personas):
Don
Bartolomé de Rojas
Doña
Antonia de Rojas
Doña
Bárbara Castaño
Don Pablo
Pérez -presbítero-
Don Pedro
de Hoyos -presbítero-
Doña
Manuela Pedrique
Don Pedro
Ramírez -presbítero-
Calle del guijo (2 personas):
Don Isidro
Pedrique
Don José
Pedrique
Calle nueva (2 personas):
Doña Ana
María Pérez
Doña María
del Carmen Andrade
En las afueras (2 personas):
Doña Juana
Morales
Don Diego
Barquero
Calle de Teba (1 persona):
Don Juan
Gallego
David Gómez de Mora
Bibliografía:
*
Archivo Municipal de Cañete la Real, número 25. Registro de los caballeros
hijosdalgo que se alistaron en esta villa para servir a su Majestad (1638,
1640, 1647, 1706) y confirmaciones de pureza de sangre.