Entre las muchas familias que han
pasado por la historia de este municipio, resulta imposible obviar el caso de
los López, Molina, López de Molina o López Malo de Molina, un linaje que como
veremos se vinculará a una misma casa, pero que a lo largo de su historia irá
adoptando diferentes formas escritas de su apellido. Por lo que hemos podido
investigar su origen nos conduce hasta la cercana localidad de Valera de Abajo,
de donde desciende Andrés López, marido de María Saiz (progenitores de la línea
de Buenache durante la segunda mitad del siglo XVI). A priori la raíz más
antigua del apellido se reduce a la forma López, por lo que ignoramos de donde
procede la parte “de Molina”, por no decir que algunos descendientes
súbitamente invocarán al compuesto “López Malo de Molina” (un conocido apellido
de la nobleza castellana).
Como decimos, siguiendo nuestras
indagaciones, hemos analizado a fondo los libros parroquiales de Valera de
Abajo, y podemos asegurar que la forma que veremos mutar en Buenache, no se
producirá en ningún momento en su foco de origen, de ahí que no descartamos que
el atribuirse un apellido con una solera como tal, y trascurridas varias
generaciones sin que observemos ningún paralelismo en el lugar de procedencia,
pueda deberse más bien a una estrategia de proyección, que a una realidad
genealógica.
Planteamos en este artículo la
hipótesis de un retoque del apellido, por los antecedentes que hemos observado
en otros linajes presentes en Buenache y que nos gustaría tratar en un futuro
más a fondo, pues parece ser que este tipo de operaciones fueron muy habituales.
Un procedimiento que se gestará especialmente cuando la familia comenzará a
gozar de cierto estatus, y donde el hecho de arrastrar unas raíces foráneas que
con el paso de las generaciones (además de una época en la que su información
ya no se podía rastrear), fomentaban este tipo de jugadas que tenían como
objetivo asentar y enaltecer el nombre de sus representantes.
Decir que los matrimonios
iniciales de las primeras generaciones no se producirán con gentes de excesiva
envergadura social, comenzando a alcanzar reconocimiento a medida que irá asentándose
su descendencia. Esta familia de labradores paulatinamente iría estableciendo
políticas matrimoniales con estirpes autóctonas que les beneficiarán, y donde
obviamente dispararán sus posibilidades de medrar.
Buenache de Alarcón (imagen del autor)
El marco de escala en el que se
moverá el clan no sobrepasará por norma general el ámbito municipal, siendo a
partir de la segunda mitad del siglo XVII cuando algunas líneas tendrán cierta
notoriedad al enlazar con familias como los Castillo. Ejemplo es el caso de María
de la Trinidad López, quien casará con el madrileño José de Fuentes (vinculado
con un linaje de escribanos de la ciudad). Igual de interesante es el caso de
Alonso López que acudirá al apellido Malo de Molina tras casarse en 1654 con
Isabel de Fuentes, cuyos hijos también ya efectuarán enlaces de peso, como el
de Alonso el mozo con Juana Díaz Descalza, o su hermana Catalina con Pedro
Ramírez (de la casa de los Ramírez de Arellano Toro de Buenache). A partir de
ahí, veremos cómo en las siguientes generaciones se entremezclarán con muchas
de las familias con posibles que había en el municipio, conformando parte del
grupo de labradores que seguirán con sus políticas cerradas entre gentes del
mismo lugar.
David
Gómez de Mora