miércoles, 17 de mayo de 2023

El clero de Saceda del Río entre la segunda mitad del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII

Desde la segunda mitad del siglo XVII veremos religiosos ejerciendo sus funciones en esta pedanía optense como sucederá en el caso de Miguel Recuenco y Miguel Cano Olmedilla. Más adelante, ya dentro de la década de los ochenta, aparecerán nombres como el de Ignacio Rubio Sánchez, el licenciado Miguel de Hernánsaiz o el Notario Apostólico José Fernández, así como Francisco de León, quien tendrá un protagonismo destacado en la iglesia parroquial desde finales del siglo XVII hasta la entrada de la centuria siguiente. Igualmente seguiremos viendo a personajes del linaje Olmedilla entre los representantes de Dios, siendo el caso del licenciado Francisco de Olmedilla Manzano.

Por aquel entonces Saceda seguía siendo ese municipio que gracias al trabajo del campo había consolidado una pequeña burguesía agraria que podía permitirse insertar a algún hijo dentro del clero, pues sabedores eran estas familias de los beneficios y aspiraciones que otorgaba el tener a uno o varios de estos dentro del brazo eclesiástico.

Así pues, durante el siglo XVIII el licenciado Francisco García-Vaquero, seguido de Ignacio Rubio o el anteriormente mencionado Francisco de Olmedilla, seguirán desempeñando la representación de este grupo, y que acabará volviéndose más estático con la repetición de integrantes de algunas de estas familias en décadas posteriores, a medida que desde estas casas irán ordenándose sacerdotes. Recordemos que en los años treinta de esta centuria veremos estampar en las partidas sacramentales las firmas del licenciado Tomás de Sevilla y Lorenzo Antonio Ramos, muestra de que otras casas empezaban también a dejar muestras de su influencia.

Evidentemente estos religiosos que hemos citad0 no representarán de forma conjunta todo el brazo secular que habían en la localidad, pues tengamos en cuenta que a mediados del siglo XVIII en Saceda ya hemos comentado en más de una ocasión que era uno de los municipios del área geográfica con más curas por habitante.

Salta a la vista que familias como los López-Lobo y los Saiz-Mateo, y que durante los siglos XVI y primera mitad del XVII habían acumulado mucho poder, comenzaban paulatinamente a dejar ese espacio de las élites a nuevos linajes que acabarían en muchos casos entroncado con ellos, y que por tanto ahora se convertirán en algunas de las casas preponderantes de la localidad, siendo el caso de los Omedilla, Rubio, León, García-Vaquero y Sevilla. Estas como sabemos no eran las únicas que podíamos destacar dentro de esa élite local, ya que por aquel entonces, otras como los Martínez, eran sin duda una de las que controlaba una mayor cantidad de patrimonio agrícola en el término municipal.

Tengamos en cuenta que los Olmedilla comenzaron a destacar a partir del siglo XVII, teniendo entre sus filas algunos representantes del clero. Sus políticas matrimoniales se ciñen al modelo habitual de entronques con casas de labradores desahogados que con el paso de las generaciones permitirán que algunas de sus líneas gocen de un nombre que a nivel local las posicionará dentro de los grupos de poder municipal.

Una caso idéntico ocurrirá con los Rubio, quienes ya desde el siglo XVI en este área veremos que contarán con miembros que llamarán su atención por la tenencia de un patrimonio agrícola, sellando a la vez enlaces con familias como la de los López-Lobo o los Vicente. Estos también entroncarán con los León, tal y como veremos en el caso de Juana Rubio y su esposo Bernardo de León, la cual tras fallecer en 1709 solicitará un pago de 300 misas. Recordemos que Juana Rubio era hija de Asensio Rubio y Juliana Muñoz, estos velados en 1657, y quienes tuvieron además entre otros hijos a Micaela Rubio, esposa de Juan-Custodio de la Fuente (otro miembro de una casa con recursos en la zona), así como Juan Rubio, marido de Isabel Vicente.

Igualmente no se puede pasar por alto el caso de los García-Vaquero, quienes a partir del siglo XVII entrarán con fuerza en Saceda, enlazando con los referidos Martínez. Ambas casas tenían en común que de diferentes formas acabarán siendo reconocidas como miembros del estado noble. Así pues, si en alguna localidad de la Alcarria estos García lo habían consiguiendo, los Martínez que posteriormente alargarían el apellido con la forma Unda lo materializarán a través de la Chancillería durante el siglo XVIII, prosperando más si cabe durante el trascurso de la centuria siguiente.

Conocida es la línea de Ignacio García-Vaquero, quien falleció en 1682, sin antes haber dejado fundado un vínculo y pagar más de medio millar de misas. La familia contaba con una zona de enterramiento dentro de la iglesia que se ubicaba en la capilla mayor. Esta línea de los García tuvo bastante poder, muestra es que una hermana del referido Ignacio y llamada Isabel, pagó en el momento de su muerte más de 500 misas. Estos al disponer de muchas ganancias, se permitieron el poder ayudar en la construcción del retablo mayor de la iglesia, una pieza de valor artístico, policromada y dorada, dividida en tres calles organizadas mediante un entablamento y que afortunadamente consiguió salvarse de los estragos de la guerra incivil en 1936.

Igualmente, otra de las grandes casas de esta zona, y que también se podría insertar dentro de esa pequeña nobleza local que afloró por estas tierras, es la casa de los León, cuya línea en el caso que nos ocupa procedía de Valdemoro del Rey. Esta comenzó a proyectarse en la localidad a partir de mediados del siglo XVII, momento en el que comprobamos como se aprecia un cambio de agentes, en el que familias históricas de la centuria siguiente, dan paso a la entrada de otra nuevas que ocuparán ese nicho de poder. Al igual que sucedió con algunas de las representantes que hemos citado anteriormente, los León entablarán en sus inicios un enlace clave con uno de los antiguos linajes del municipio, siendo este el caso de Bartolomé de León tras casar con la sacedera Catalina López-Lobo.

El control de capellanías, o el incremento de poder e influencias a través de alcaldías, regidurías, así como religiosos que irán aprovechando las capellanías que había en esta zona, son una muestra de ese crecimiento social que también en localidades como Caracenilla los catapultará y convertirá en uno de los linajes más fuertes incluso entrado el siglo XIX.

Para finalizar, no podemos dejar de lado el caso de los Sevilla, otra de esas familias históricas que tenemos documentadas desde los primeros libros parroquiales, y que especialmente en este periodo de estudio, empezaron a controlar en alguna de sus líneas un patrimonio agrícola importante. Si en Saceda a partir del siglo XVIII estos son un linaje a tener en cuenta, algo similar sucederá con una de las ramas aposentadas en la vecina Carrascosilla. Recordemos como a mediados de esta centuria, el clero sacedero tenía entre sus filas a dos miembros de este apellido, siendo el caso de don Tomás de Sevilla y don Isidoro de Sevilla.


David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Saceda del Río

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).