viernes, 19 de mayo de 2023

Sucesos en Villarejo de la Peñuela durante la década de los años cincuenta del siglo XVII

Durante el año 1650 la mortalidad infantil en Villarejo se disparó de forma notoria, hecho que nos lleva a pensar en el desarrollo de alguno de los diferentes brotes de peste que por aquellos tiempos se vivían de manera muy frecuente en muchas de las poblaciones de nuestra geografía peninsular. Durante esa época el escribano del municipio y que se encargaba de redactar los testamentos como otros documentos propios de los que se elaboran en una notaría, era el vecino Alonso Saiz.

Casi una década después (entre finales de agosto y principios de septiembre de 1659) se registra la muerte seguida de diferentes niños del pueblo, lo cual da pie a pensar en la aparición de algún episodio como el acontecido en 1650. Cabe decir que no todos los vecinos tenían la posibilidad de poder repartir algo entre sus descendientes o familiares cuando este fallecía, algo que comprobamos por ejemplo en la partida de defunción de una villarejeña en el año 1652, cuando se nos informa de que Ana González, mujer de Miguel de Torrijos, falleció en la localidad de Cabrejas, siendo “pobrísima”.

 

 
Villarejo de la Peñuela (Vivetupueblo.es)

Nada que ver con Catalina López, y que era la madre del Licenciado Miguel de la Peña, sacerdote en ese momento de la localidad, puesto que su progenitora solicitó diversos centenares de misas antes de fallecer. La manda resulta de interés por el hecho de que se nombran las cofradías que en ese momento había en la localidad, siendo el caso la del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora del Rosario, Santa Ana y Vera Cruz. No olvidemos que también había otra dedicada a las Ánimas del Purgatorio, con lo cual la cifra en ese momento era de un total de cinco.

Como veremos muchas veces la devoción hacia una imagen o espacio sagrado no siempre se concentraba en un mismo lugar de la localidad, y esto lo veremos durante los pagos y mandas de misas de diversos vecinos, tal y como ocurría con las abundantes peticiones de misas a la Merced de Huete, o hacia espacios vecinos en el caso del Santo Cristo de Valdecolmenas.

No hace falta recordar como el nacimiento de un hijo era siempre todo un riesgo para cualquiera de las madres en el momento de dar a luz. Así nos lo recuerda una partida de defunción de una vecina llamada María García, esta mujer de Francisco de Torrecilla, quien falleció al “morir de parto”, habiendo recibido por última vez la Eucaristía el día de la circuncisión (es decir, el 1 de enero). Precisamente, el mismo día de su muerte, a María se le administraron los santos óleos o también llamado aceite de unción para los enfermos, y que se impone durante el sacramento de la Extrema Unción.

Otros vecinos debido a la situación de su enfermedad podían no recibir la Eucaristía, tal y como le ocurrió a Miguel de Torrijos Martínez en 1658, cuando en su partida de defunción se especifica que “no la recibió porque le dio una apretura de garganta tal que no pasaba con el agua”. Había otras personas como la niña María Luengo, quien ese mismo año murió con 9 o 10 años, contando sus padres con tan pocos recursos, que en su  partida de defunción se cita textualmente que sus progenitores “no pueden por su pobreza hacerle bien ninguno”.

De la misma forma que hoy, siempre podían ocurrir desgracias que conmocionaban a buena parte de la población, tal y como ocurrió en 1658 con Sebastián Rubio, quien según reza en su partida de defunción murió ahogado al salir "de Cuenca en el río Júcar yendo a dar agua a la cabalgadura, cayó de ella y se ahogó”. Otros como María de Cañada, mujer de Julián López falleció en 1659, no pudiendo testar por haber sufrido una apoplejía.

 

 
Villarejo de la Peñuela (Vivetupueblo.es)

Para un control y seguimiento del registro de la documentación que justificara los pagos de misas de los vecinos difuntos, estaban las visitas pastorales, las cuales siempre suponían uno de los eventos más destacados de la localidad por la importancia de la personalidad que la solía efectuar y que siempre se reflejará en las hojas de los libros de la parroquia del pueblo. Así pues, en el año 1656, más concretamente el día 15 de noviembre, apareció por Villarejo de la Peñuela el señor don Gregorio Vaca de Castro, examinador y visitador general de la ciudad y obispado de Cuenca. Por norma general, si caía la noche y no había tiempo de poder marchar hacia otra localidad, estos visitadores solían descansar en la vivienda del sacerdote del pueblo o en alguna de las pertenecientes a las familias destacadas del lugar. Cabe decir que este mismo señor volvería a aparecer poco después de dos años más tarde, más concretamente el 4 de diciembre de 1658, para así volver a examinar los diferentes libros de la parroquia y comprobar el estado en el que se encontraba el templo parroquial dedicado a San Bartolomé.

 

David Gómez de Mora

Cronista Oficial de Villarejo de la Peñuela

 

Referencia:

*Archivo Diocesano de Cuenca. Libro III de defunciones de Villarejo de la Peñuela (1623-1764), Sig. 113/15, P. 2126

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).