Mucho ha llovido de aquella Saceda en la que vivían alrededor de un centenar de familias, entre las que se encontrarán linajes de propietarios destacados que marcaron el rumbo de su historia, además de influir notablemente en la economía agrícola de municipios colindantes. Pocos se preguntan como era la vida en sus calles o en las casas de aquellos labradores, que siempre con la vista puesta en el cielo, auguraban como iba a resultar de provechosa la cosecha de la temporada. Una sociedad formada por agricultores y gentes dedicadas a otros oficios de tipo gremial, que como en otros lugares de la península, en su conjunto conformaban “una comunidad campesina activa y decidida, sino, además, jerarquizada en su interior” (Aparisi, 2008, 270).
Una rutina, repleta de sacrificios, incertidumbres, satisfacciones y disgustos..., en resumidas cuentas, el pan de cada día para muchos de nuestros antepasados. Gente valiente, decidida y lo suficientemente encariñada con su tierra, razones más que fundamentadas por las que seguir resistiendo en un lugar en el que habían forjado el adn del cual era indiscutibles portadores. Ese tipo de familias, a quienes tanto la religión como las tradiciones impregnaban directa o inconscientemente cualquier acción que desarrollaban, fue sin lugar a dudas el caldo de cultivo en el que casas como los Fernández, de la Fuente, Saiz-Mateo y otras tantas escribirían su propia historia.
Sobre los primeros, son escasas hasta la fecha las referencias que hemos podido aportar, no obstante, quedaba claro que su rol dentro de esa modesta sociedad era vital, pues desde el siglo XVI irían aportando gente principal dentro del clero a la vez que asociada con las principales familias de labradores. Los Fernández controlaron capellanías, además de varios puestos dentro de la administración local. Su genealogía, nos conduce hasta Lorencio Fernández y Ana López-Lobo, de donde nacerá Domingo Fernández, marido de María Vicente del Olmo, de distinguida casa de La Peraleja y con la que casará en 1587.
Conocemos casos de miembros con posibles, como sucederá con María Fernández, esposa de Francisco García Vicente, que tras fallecer en 1674 pagó un total de 600 misas. De nuevo, tres años más tarde, otra María Fernández mandaría enterrarse con su sobrina en la sepultura que ésta tenía en el coro, un lugar que como sabemos era también indicativo de cierto prestigio. Será precisamente durante ese mismo año cuando fallecía Juan Fernández, personaje que era el patrón de la fundación de María Rojo, mandando enterrarse en la sepultura de su padre Juan Fernández, y que se ubicaba en la capilla mayor. Éste hizo además una manda de ni más ni menos que 1212 misas, junto una memoria. Obviamente aquel tipo de voluntades eran claras credenciales con las que estas familias estaban reclamando una situación de prestigio entre los grupos de poder de las élites locales.
Precisamente, de esa citada relación con los Rojo, emergía otra casa destacada, que durante los siglos XVI y XVII tuvo cierto protagonismo en Saceda, se trataba de los Rubio, quienes parece ser que tenían una conexión genealógica con la línea del mismo apellido que existía en el área de Villanueva de Guadamejud-Bonilla. Recordemos que los Rubio obtendrán riquezas gracias al vínculo que fundó la señora María Rojo Rubio, una de las grandes figuras del linaje, que de acorde a los bienes que encierra en su memoria, podemos hacernos una idea del patrimonio que atesoraron sus herederos. Precisamente en el Archivo Eclesiástico de Huete, hemos consultado algunos libros, que se dedican exclusivamente a ese vínculo, y que tras fallecer en 1591, decide aglutinar en un patrimonio indivisible que acabará recayendo sobre su tío. El progenitor de la familia será Juan Rubio, a partir del cual veremos cómo sus hijos van dejando diferentes descendientes en la zona de Saceda.
Nadie ponía en tela de juicio el papel de estas familias que integrarán la élite social sacedera. No olvidemos que "Alain Guerrau ya denunció el carácter heterogéneo del concepto élite debido a su ambigüedad (...) Unos años antes Rodney Hilton remarcaba que la sociedad campesina no estaba únicamente formada por campesinos, sino también por artesanos, escribanos y curas que residían en ese lugar, quedando con el concepto élite aglutinados todos estos grupos de personas. ((A. Guerreau, El feudalismo, un horizonte teórico" (Barcelona, 1984), p. 174-175. y R. Hilton, Bond men made free. Medieval Peasant Movements and the English Rising of 1381 (Londres, 1973), p. 25-63), en Aparisi, 2016, 14).
Del mismo modo, otra familia que por aquellas fechas albergaba cierto estatus eran los portadores del apellido de las Heras. Sabemos que Francisco de las Heras casó con María Hernández y calculamos que a mediados del siglo XVI, tuvo por hija a Quiteria de las Heras, quién celebró su matrimonio con Miguel Vicente en 1570 (Miguel era vecino de La Peraleja y descendía de una de las líneas bien posicionadas que antes nos hemos referido). Estos también habían entroncado con la casa de los Martínez, que luego se denominarán como Unda. No olvidemos que también se citará a Magdalena de las Heras, Beata y encargada de fundar una capellanía para la descendencia de su sobrina María Vicente (vecina del lugar de su padre) y casada con Domingo Fernández y López-Lobo, personaje que precisamente hemos mencionado al principio de este artículo como integrante de los grupos privilegiados del municipio.
Saceda del Río. Imagen: palomatorrijos.blogspot.com
Estas familias, junto con otros linajes como los López-Lobo, y varias casas con las que habían entroncado, conformarán un sector privilegiado, donde como veremos no sólo los labradores serán quienes gozarán de cierto estatus, así por ejemplo “cómo es sabido, la comunidad campesina no está integrada solo por campesinos. Herreros, carpinteros, barberos, entre otros artesanos, además de los notarios, maestros de escuela y pequeños mercaderes conviven día a día con los labradores y casi siempre disponen de una explotación agrícola, cuando menos modesta. El grupo de notables locales se nutre, también, de las familias acomodadas que se dedican a estas profesiones” (Aparisi, 2016, 55).
Pero si había un linaje con notable peso desde el siglo XVI en este lugar, ese fue el de los Saiz-Mateo, uno de los históricos donde los hubo, ya que hasta el siglo XVIII será sobradamente conocido en el municipio por el poder de sus ancestros. La línea se distinguía por el apellido Saiz-Mateo, y al menos, durante la segunda mitad del siglo XVI, partirá de dos ramas de hermanos. Se trata de Pascual Saiz-Mateo, marido de Catalina de Oliva, y cuyos hijos casarán alrededor de la década de los noventa. La otra línea era la de Alonso Saiz-Mateo, marido de Catalina García, de donde conocemos la descendencia que procede de su hija Quiteria Saiz-Mateo, casada en 1569 con Miguel de Alcázar López, así como otros hijos, entre los que destaca el Licenciado Alonso Mateo Sánchez.
Cabe decir que hubo al menos un tercer hermano, y que tuvo por hijo al Licenciado don Juan Mateo-Sánchez, llegando a ser canónigo de la Catedral de Coria. Los miembros de esta estirpe realizaron varias fundaciones, como la creada por el presbítero Alonso Mateo en 1609, o el patronato de Mateo Saiz, así como un vínculo de este mismo licenciado. Los Saiz tenían un amplia cantidad de tierras, que además se irán repartiendo en diferentes fundaciones, lo que hará todavía más extensos sus dominios sobre esta zona del municipio.
Todavía a principios del siglo XX su nombre era reconocido en la localidad, y eso que ya nada tenían que ver con aquellos ricos propietarios que combinaban la posesión de tierras con hijos adscritos al brazo eclesiástico. Un modelo tradicional, que ya comenzaba a quedar obsoleto y poco rentable, pero que se agarraba a la idea lejana de hacía tres siglos atrás, en las que estas características eran básicamente las que impulsaban el crecimiento de cualquier linaje que pretendiera mantener o conseguir una buena posición social en su lugar de residencia.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Aparisi Romero, Frederic (2008). “Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo en el País Valenciano durante la Baja Edad Media”. Imagen y cultura: la interpretación de las imágenes como historia cultural / coord. por Rafael García Mahiques, Vicent Francesc Zuriaga Senent, Vol. 1, 2008, págs. 269-282
* Aparisi Romero, Frederic (2016). Del camp a la ciutat. Les elits rurals valencianes a la Baixa Edat Mitjana. Tesis doctoral dirigida por Ferran García-Oliver (dir. tes.). Universitat de València
* Archivo Parroquial de Huete de Saceda del Río (3 de matrimonios y 2 de defunciones):
Libro I de matrimonios (1565-1601)
Libro II de matrimonios -incluye bautismos- (1601-1621)
Libro III de matrimonios (1622-siglo XVIII)
Libro I de defunciones (1556-1594)
Libro siguiente de defunciones (1670-1738)