viernes, 13 de noviembre de 2020

La ganadería en Piqueras del Castillo durante el siglo XVIII

La cría animal siempre ha tenido un peso importante entre las familias de esta localidad, bien es cierto que a mediados de dicha centuria en el pueblo no había ningún tipo de actividad trashumante de largo recorrido, pues era a través de los pastos comunales o de las fincas de monte que controlaban algunos vecinos donde se alimentaba el ganado piquereño. Además de la extracción cárnica, la producción de lana fue una de las vías que daba ganancias a muchos de los habitantes, por ello el animal más representativo en número era la oveja churra. En este sentido veremos tanto a pastores dedicados de manera parcial al oficio (compaginándolo con la agricultura), junto a quienes lo harán a tiempo completo.

Como bien apuntan Romero y Arribas (2009, 51), la cría del cordero, ternero o cerdos era un complemento para los campos, al proveer a los habitantes de la vivienda cuando se realizaba la matanza. Una de las características que marcarán este sector es  precisamente su variedad, pues bueyes, vacas, yeguas, asnos, ovejas y cerdos serán los que aparecerán censados en los registros del Catastro de Ensenada. Al respecto Evelio Moreno define de forma muy precisa esa dependencia del sector ganadero durante siglos atrás cuando dice que “huelga decir que Piqueras era un microcosmos dominantemente agrario. Casi todo el mundo, casi todas las familias vivían de la agricultura, aunque en siglos anteriores había también muchos rebaños y, en consecuencia, un número considerable de vecinos que vivía de la ganadería. Pero a mediados del siglo XX, los rebaños ya eran escasos y la tendencia de la cabaña local presentaba un signo netamente descendiente” (Moreno, 2013, 135)

La oveja churra está considerada como una de las razas más antiguas que hay en la Península Ibérica, y por lo que apreciaremos en los municipios de alrededores, era la clase más abundante dentro de la ganadería ovina de la zona. Los precedentes ganaderos de Piqueras se arrastran como mínimo desde los inicios de la fundación de la localidad, a finales del siglo XII, cuando Ruiz-Checa ya esboza que la misma torre defensiva del municipio cubriría junto con otras de su extrarradio una red de control y transporte de ganado. La misma naturaleza geomorfológica del relieve, la disposición de la vegetación y consiguiente clima, serán motivos de peso para que los parajes de baja rentabilidad agrícola fuesen aprovechados para potenciar este sector entre sus vecinos. Recordemos al respecto, como a partir del siglo XVI ya hay constancia documental sobre alguna disputa entre Piqueras y la Mesta, en ese sentido, Ignacio de la Rosa comenta en su estudio sobre la Mancha conquense a principios de 1500 que “en Piqueras, los conflictos con la Mesta, ya en 1589 (motivado por adehesamiento de espacios para financiar los proyectos militares de la Corona), parecen reducir los ganados locales a aquellos merchaniegos, aunque no es así, que pastan en la dehesa carnicera para abasto del pequeño lugar, que no es otra que los propios campos de pan llevar después de Santa María de Agosto, pues las pretendidas dehesas privilegiadas de la villa no parecen ser tales y sus nombres ya nos aparecen tardíamente en el Catastro de Ensenada (dehesa boyal de la Cañada, sobre vía pecuaria pues, o la dehesa de la sierra del Monje o arbitraria, denominación esta última que debe hacer referencia a los arbitrios concedidos por la Corona en la crisis militar de 1630-1640, dando licencia para la venta de términos baldíos)” (De la Rosa, 2020).

El peso de la ganadería siempre ha sido importante a lo largo del tiempo, especialmente en periodos concretos de la historia del lugar. Desconocemos el coste que pudo comportar el retablo solicitado al taller de los Gómez, o la adquisición de determinadas piezas religiosas, de las que hay constancia de su calidad por algún inventario que nos ha llegado de finales del siglo XIX, sin olvidar las variadas referencias de tipo económico que hemos leído en los legajos sueltos que se custodian en el Archivo Diocesano de Cuenca vinculados con la población. Desde luego mucha de esa ganancia procedía de un sector económico que a día de hoy es necesario entender más a fondo. Autores como Romero y Ballesteros (2009, 109) comentan sin especificar fechas o periodos históricos que “en el lugar de Piqueras, un tercio de la población se dedicaba al pastoreo y otro tercio más tenía esta labor como segunda actividad”. Sin lugar a dudas el porcentaje es notable, por lo que comparado con los resultados que nosotros hemos analizado de los años 1860-1870, su producción irá perdiendo fuerza, pues durante la segunda mitad del siglo XIX sólo dependerá directamente de la misma entre 1/4 ó 1/5 parte de la población.


Van Gogh – Shepherd with a Flock of Sheep (1884)

Romero y Ballesteros (2009, 110) indican que “por el lugar de Piqueras no cruzaba ninguna Cañada Real pero los rebaños eran conducidos por cordeles y caminos desviándose por un lado, a la llamada Vereda de Ganados de Andalucía a Soria y, a su vez, se comunicaba con la Cañada Real de Zaragoza a Andalucía”. Lo cierto es que no contamos con datos preciosos anteriores como los que tenemos del siglo XVIII, no obstante, basándonos en los registros de la cifra de vecinos, apreciamos que por lo que concibe a las variaciones demográficas, no se vivirán cambios sustanciales que nos hagan pensar en severas modificaciones dentro del tejido local. Y es que si la cantidad de almas durante la primera mitad del siglo XVI parece que sufre algún cambio, -ya que se contaría con unos 250 habitantes, de acorde a los 61 hogares de 1528-, (De la Rosa, 2020), más de medio siglo después a través del censo de Castilla (año 1591) la cifra asciende a 95 vecinos -es decir, alrededor de 380 personas- (Romero y Ballesteros, 2009, 64), no variando tanto en centurias venideras, como los 76 hogares de 1752 -unas 300 personas-, respecto a los 278 habitantes que había registrados en la época del Censo de Floridablanca (año 1787).

Evelio Moreno ya explicaba de manera clara como de importante era el nexo entre esta sociedad rural y los animales que les acompañaban en sus quehaceres diarios, así “la relación del campesino con los animales era estrecha y directa, marcada por las leyes estrictas de la necesidad. Machos mulas y bueyes eran los animales de tiro, usados para la labranza y el acarreo. Formaban parte del paisaje rural tanto como de la coreografía doméstica, que habrían resultado incomprensibles sin su presencia. La pérdida de un pollino, de un bovino o un equino se llegaba a vivir casi como una tragedia familiar, y el alumbramiento de alguna cría -albricias- como una auténtica bendición de Dios para la casa” (Moreno, 2013, 88-89).

En el Catastro de Ensenada se nos informa que para la explotación de lana no había un esquilador profesional, sino que cada vecino valiéndose de su familia o criados iban extraiéndola. Sabemos que con ocho cabezas de ganado lanar se sacaba una arroba de lana, así como otra con ocho borregas, o 25 corderos, o aprovechando la de añinos (y que era la de baja calidad que se esquilaba de la barriga de las ovejas jóvenes o corderas), valiendo el precio de cada arroba 30 reales. En el caso de Piqueras (como en la gran mayoría de zonas dedicadas a la ganadería) se distinguirá entre la andosca (oveja de entre dos y tres años), el primal y la primala (oveja de uno a dos años), el choto (cría de la cabra desde que nace hasta que deja de mamar), el macho cabrío, la cegaza (cabra antes de realizar su primer parto), el borrego, la borrega, además de los corderos, corderas y carneros.

David Gómez de Mora


Bibliografía:

* Catastro de Ensenada. Piqueras del Castillo. http://pares.mcu.es/Catastro

* Moreno Chumillas, Evelio (2013). Crónicas de Piqueras. Bubok publishing S.L.

* Romero Saiz, Miguel y Arribas Ballesteros, Jesús (2009). Piqueras del Castillo. “Donde la Mancha empieza su historia”. Ediciones provinciales, nº 88.

* Rosa (de la) Ferrer, Ignacio (2020). El año mil quinientos de la Mancha conquense.

*Ruiz-Checa, José Ramón (2015). Torres exentas en el ámbito del Júcar medio (Cuenca). Implantación territorial y caracterización constructiva. Tesis doctoral. Univesitat Politècnica de València. 640 pp.

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).