domingo, 8 de noviembre de 2020

Villarejo de la Peñuela en 1752

A mediados del siglo XVIII Villarejo de la Peñuela era señorío de don José Enríquez de Guzmán, este como era habitual residía fuera del municipio, perteneciéndole la jurisdicción civil y criminal con el derecho de elegir justicias y recibir por el ordenamiento de pecho anualmente 700 reales de vellón y 26 gallinas valoradas en 78 reales, además de otros ingresos.

La agricultura del lugar era variada: nabos, hortalizas, cáñamo, viñas, olivos, legumbres frescas, almortas, garbanzos, cebolla o azafrán serán algunas de las plantaciones. Las zonas de regadío se reducían al área de la ribera fluvial, la cual se caracterizaba por su productividad y calidad de la tierra, no obstante había años en los que las sequías complicaban el aprovechamiento de su agua. En las partes de secano se distribuían viñas u olivos. Los cerezos, guindales, ciruelas, cermeñas, perales, membrillares, nogales y mimbre estarán dispersos por diferentes puntos del término. Obviamente no hemos de olvidar gramíneas como el centeno, trigo, cebada y avena. La superficie agrícola total se componía de 3100 almudes de tierra, no obstante hemos de pensar que algunos labradores tendrían posesiones en varios de los términos que había en los alrededores, de ahí que muchos por ejemplo harán sus testamentos en escribanías cercanas, tal y como sucedía con la de Valdecolmenas de Arriba, lo que podría explicarse a parte de nexos genealógicos con el lugar, por motivos de tenencia de bienes. Villarejo contaba también con su propia escribanía, donde por norma general acudían la mayoría de vecinos.

Otro producto que se explotaba era la miel, además de la cera, junto con un componente ganadero que venía marcado por la lana y la carne de cordero. Como decíamos, las legumbres, hortalizas, cáñamo y nabos se disponían en la franja del área hortícola. En la zona de secano las gramíneas comenzaban a tener mayor representación.

Villarejo de la Peñuela. Imagen de Raúl Contreras

Sabemos que parte de los vecinos en tiempos de vendimia sacaban las uvas para su venta a la ciudad de Cuenca “para remediar así sus necesidades, mientras que otros por asegurar su valor, por cuanto el vino que producen no tiene estimación por su mala calidad”. Esto nos viene a reflejar que la producción artesanal de vino local sería muy pobre si la comparamos con otros municipios donde si que parecía haber una mayor cantidad. Igualmente una parte de la cosecha de cerezas y guindas también será llevada hacia el mercado conquense de manera particular entre los mismos labradores, al no haber arrieros interesados en su compra debido a la poca consistencia del producto, por ello durante la temporada de la cosecha se remarca que faltaban brazos de criados y caballerías para faenar, pues parte de estos se encargaban de llevar inmediatamente hacia la capital aquel género que en Villarejo no se consumía. Veremos como se citan nombres de labradores que trasportarán con sus animales esos frutos dirección a Cuenca, es el caso de Pedro de Cañas, Manuel Delgado, Ginés Torrijos, María de Cañas, Josefa de Cañas, Adrián de Torralba, José de Cañas, Andrés López, Juan del Rincón, Juan Delgado, Francisco López, Francisco de Cañas, Miguel Torrijos, Miguel Delgado, Miguel Saiz, Félix López o María Delgado entre otros del pueblo.

Recordemos que los vecinos que trasportaban esta producción a la capital lo hacían con sus propias caballerías, lo cual ahorraba costes de intermediarios como el arriero. El molino harinero era del señor del lugar, a quien le pagaban en quinquenios. En el año 1752 estaba arrendado a José de Cañas y Ramón Saiz por el precio de 400 reales.

Machos, borregos, corderos, ovejas, cabras y cerdos serán los principales animales que se tendrán entre las familias, los primeros dedicados especialmente a los trabajos de labranza. Decir que los pastores, y que como sabemos los habían, además de trabajar con sus cabezas de ganado, en ocasiones complementaban sus ganancias con actividades agrícolas. En cuanto al sector de la lana, por aquellas fechas no había ningún esquilador profesional, sino que cada ganadero se encargaba de sus animales, o en su defecto los criados que pudieran tener como ayudantes. Las mulas, machos, burras y burros se emplearán como decimos en actividades de labranza, así como para transportar leña.

La cantidad de colmenas ascendía a 90, estando repartidas básicamente entre las principales familias de la localidad. El número de vecinos ascendía a 71 hogares, lo que aplicando un media de 4'5 personas por vivienda, tendríamos como resultado una cifra de poco más de 300 habitantes. El horno pertenecía al pueblo y durante aquel año estaba arrendado a Manuel López Torre.

En esos tiempos el pueblo contaba con tres curas y se pagaban 264 reales al convento de las monjas de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad de Cuenca. La población tenía un escribano, un cirujano-sangrador, dos alarifes (maestros de obras) y un aprendiz, dos zapateros de viejo, dos cardadores, dos tejeros y tres tejedores de lienzo. Otras ocupaciones estaban reforzadas con vecinos de pueblos cercanos que acudían hasta el lugar por no haberlos en el municipio, es el caso del boticario (vecino de las Cuevas) o un maestro albéitar procedente de Valdecolmenas de Abajo. Creemos que en el municipio no se viviría excesivamente mal cuando sólo veremos un total de seis jornaleros y ningún pobre de solemnidad.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Catastro de Ensenada. Cuestionario de Villarejo de la Peñuela. http://pares.mcu.es/Catastro/

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).