En la falda de la Sierra del Padrastro, a 736 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el municipio más alto de la comarca del Guadalteba: Cañete la Real. Una localidad con mucho encanto, sobre la que todavía queda mucho por escribir, pues desconocemos bastantes secretos de su pasado, pero que a medida que transcurra el tiempo intentaremos desentrañar, pues disponemos de amplias referencias documentales, gracias a la rica documentación de su archivo local, y que actualmente se custodia en las dependencias municipales de la población.
Cañete será un pueblo enfocado hacia la agricultura y la ganadería desde sus inicios, cuando diferentes linajes que una vez cumplida satisfactoriamente la empresa de la conquista, verían en sus entrañas un potencial que ayudó notablemente a potenciar sus miras sociales, consiguiendo prosperar satisfactoriamente con el trascurso del tiempo.
Las posibilidades de este entorno favorecieron el afianzamiento de algunos linajes, que siguiendo una particular política endogámica irían perpetuando el nombre de sus integrantes. A través de las escasas referencias de los libros parroquiales que se remontan más allá del siglo XVIII, y que hemos podido extraer por traslados documentales (ya que su archivo parroquial fue pasto de las llamas durante 1936), sabemos que antaño los apellidos de los cañeteros no siempre llevarán implícito el orden de la línea recta de varón, pudiendo intercalarse incluso los de abuelas maternas en primer lugar, una hecho que se dio en otros muchos puntos de la península, y que hasta poco antes del siglo XIX era una práctica habitual que no se regularizó tal y como hoy la conocemos.
Por norma general, aquellas familias que contaban con mayor disponibilidad de recursos, vivían o tenían un cortijo, una construcción típica de las zonas rurales del área meridional de la península, pero que además de Andalucía, podemos apreciar en la región extremeña, incluso en puntos de Castilla-La Mancha. El cortijo era una vivienda en la que se combinaba la explotación agrícola con la de tipo ganadero. Se cree que su antecedente arquitectónico era en muchos casos las alquerías de época musulmana.
Sabemos que en los cortijos de Cañete los mismos propietarios o una familia encargada de mantenerlos, podían estar acompañados por varios trabajadores que tenían alojados, puesto que se disponía de suficiente espacio para albergar habitaciones. Todo dependía del tamaño que tuviesen. Las parte más destacada y representativa era la cocina (inconfundibles por sus amplias dimensiones), que junto con una chimenea bastante grande, era el espacio donde se reunían los jornaleros. No obstante, también era reseñable el patio cerrado que se sellaba con un portalón desde el que se accedía a la propiedad. Alrededor del mismo, se distribuían las cuadras, gallineros y parideras, además de habitáculos para el almacenaje de grano y semillas. Como todavía apreciamos en este tipo de construcciones, la presencia de una fuente, pozo, abrevaderos y asientos, eran elementos indispensables, y que daban un toque distintivo a la residencia.
Sin lugar a dudas Cañete será uno de los municipios de la provincia de Málaga con mayor cantidad de este tipo de construcciones, ello debido en parte a la extensión de muchas de las propiedades que había en el lugar, en las que se alternaba el cultivo de cereales con un complemento ganadero, proclive por la disponibilidad de su relieve montañoso, pues no olvidemos el papel que ejerce la Sierra de Cañete y sus alrededores como zona de pasto. Al respecto, como tan acertadamente define Ángel Recio (2013-2014, 420-421) “el municipio conserva un importante legado histórico, concerniente en particular a medios de producción vinculados al campo, a la tierra, donde destacan diversas manifestaciones y prácticas alusivas a trabajos acometidos en las presentes unidades de producción agrícola (cortijos) pertenecientes a grandes, medianos y pequeños propietarios, cuya impronta en el vértice de la pirámide social (grandes propietarios) viene corroborada por determinados aspectos ideológicos/materiales y monumentalidad/extensión de los lugares de hábitat, en las inmediaciones de los mejores suelos”.
Cortijo la Colá (Cañete la Real). Imagen: escapadarural.com
Cortijos de grandes propietarios
Conocemos cortijos de tamaño considerable, y que como era habitual, estaban asociados a familias destacadas del pueblo, es el caso del de Ortegícar, el cual en origen fue una aldea musulmana que acabaría siendo tomada en 1329 por Alfonso X. En 1461 el complejo sería adquirido por Pedro Girón y su hijo Alonso Téllez-Girón, naturales de las tierras de Cuenca. Pedro Girón era hijo de Alfonso Téllez-Girón y Vázquez de Acuña, éste hermano de Beatriz de Acuña Girón, mujer de Juan de Valencia, de quienes desciende la línea de los Señores de Piqueras del Castillo. Otra construcción importante es el Cortijo de la Colada. Sabemos que “algunas de estas familias vivirían por lo común en ciudades y pueblos relevantes de nuestra geografía regional, pudiendo residir temporalmente en el propio latifundio o en el casco urbano de Cañete la Real, probablemente en los alrededores o en la misma calle San Sebastián, donde se ubican excelentes hábitats domésticos de portadas blasonadas” (Recio, 2013-2014, 421). Los grandes terratenientes y que solían llevar aparejada una hidalguía o nobleza local, serán sus principales poseedores. Obviamente el cortijo no sólo era una construcción con unas finalidades económicas, sino que también una posesión que otorgará un nivel social, que irá casi intrínseco con aquellas estirpes o linajes de un territorio en las que era indispensable demostrar su capacidad de influencia y poder.
Cortijos de medianos propietarios
Igualmente muchas de aquellas familias de la baja nobleza que habían ido a menos, u otras de la pequeña burguesía local que disponían de bienes suficientes para aglutinar fundaciones patrimoniales en torno a la tenencia de fincas y animales, optarán por edificar cortijos con unas prestaciones inferiores a los anteriores, pero no por ello faltos de interés, pues en algunos casos acabarán estableciendo políticas matrimoniales con las principales casas del lugar. Al respecto, “la mediana propiedad estará bien representada, quedando simbolizada en distintos cortijos, algunos de buena arquitectura vernácula, cuyos dueños acaso quisieron plasmar también en el ámbito rural su lugar preeminente en el entramado urbano. Estas construcciones rurales suelen situarse junto o en las inmediaciones de las antiguas vías de comunicación y se acompañan de las obras requeridas al buen fin de la producción. Cortijos como el Parador de Santa María, Navazo, Fuente Peones, San Rafael, Algarbejo, etc., quizás podrían considerarse prototipos de esta categoría social” (Recio, 2013-2014, 422). Sin lugar a dudas los de esta clase son interesantes por aparecer de manera numerosa entre los que hemos catalogado dentro del municipio. Sus propietarios solían ser labradores y ganaderos independientes, cuya familia tenía cierto peso en el pueblo, de ahí que muchos acabarían ocupando alcaldías y concejalías, además de pertenecer en algunos casos a integrantes de la baja nobleza, que como bien sabemos estaba bastante extendida entre muchas casas del pueblo. Y es que como ya comentamos con anterioridad, las levas de las guerras acaecidas durante los siglos XVII y XVIII, proporcionaron muchos privilegios de hidalguía, que obviamente serían empleados por algunos de los descendientes a modo de distintivo social. Un hecho que aunque pueda parecernos hoy absurdo, proyectaba y daba nombre a aquellas familias que tenían aspiraciones de mejorar su estatus.
Cortijos de pequeños propietarios
Ya para finalizar, una tercera tipología, y que también destacaría por su presencia en diferentes puntos del término municipal, serían los cortijos más modestos, los cuales se podían habitar permanentemente de la misma forma que los de mayores dimensiones. Estos contaban con “dependencias mínimas necesarias, suficientes, para tratar de satisfacer y/o garantizar las demandas productivas/reproductivas. Normalmente son de una planta y reducida superficie. La posición ocupada por cada uno de estos propietarios (otros grupos no tienen acceso ni a una pequeña parcela) en la pirámide social del mundo de los vivos, suele tener un similar correlato en el de los muertos (necrópolis o cementerio)” (Recio, 2013-2014, 422). Por norma general sus propietarios eran pequeños agricultores, que sin depender de una mano de obra extra (pues la producción de sus tierras no era excesivamente grande), se valían para mantenerla solos durante toda o una parte del año, de ahí que en temporadas concretas faenarán en otras fincas, o complementarán sus servicios ganaderos y agrícolas con otras labores relacionadas dentro del ámbito campestre.
Adjuntamos a continuación un listado de algunos de aquellos topónimos de cortijos que hemos podido registrar en Cañete, a los que habríamos de añadir otros tantos, a falta de un estudio más detallado sobre su término municipal.
(Listado de nombres de cortijos cañeteros que hemos recopilado):
Alcarracejo, Cortijo
Algarbejo, Cortijo del
Arenas, Cortijo de las
Atabascales, Cortijo de los
Atalaya, Cortijo de la
Barbero, Cortijo del
Blanco, Cortijo
Cabezuela, Cortijo de la
Camino de Corbones, Cortijo en
Canaleja, Cortijo la
Cantos, Cortijo de
Carmen, Cortijo del
Casasola, Cortijo
Cerro Real, Cortijo de
Chuzón/Chozón, Cortijo del
Cintales, Cortijo
Cobatillas, Cortijo de las
Colá, Cortijo la
Colada, Cortijo de la
Coronela, Cortijo la
Coscojoso, Cortijo del
Cruces, Cortijo de las
Escalereta, Cortijo de la
Frailes, Cortijo de los
Frasquita Mesa, Cortijo de
Fuenfría, Cortijo de
Fuentepeones, Cortijo de
Gitanos, Cortijo de los
Granja, Cortijo la
Herrizuelos, Cortijo de (en ruinas)
Higuera de la Abajo, Cortijo de la
Hortezuelo, Cortijo de (en ruinas)
Huerta Plana, Cortijo de
Huerta de los Hoyos, Cortijo de la
José Cipriano, Cortijo de
José González, Cortijo de
Juan Alcaide, Cortijo de
Juan de la Madre, Cortijo de
Juan Muñoz, Cortijo de
Lapa, Cortijo la
Loma, Cortijo de la
Madre de Dios, Cortijo
Majavea, Cortijo de
Manuel Enríquez, Cortijo de
Miguel Verdugo, Cortijo de
Molinos, Cortijo de los
Moreno, Cortijo del
Nava, Cortijo de la
Navarreta, Cortijo la
Navazo, Cortijo del
Niño Miguel, Cortijo del
Ortegícar, Cortijo
Pachón, Cortijo de
Padilla, Cortijo de
Padrastillo, Cortijo del
Palmar, Cortijo del
Parador de Santa María, Cortijo del
Pileta, Cortijo de la
Ponderosa, Cortijo de la
Rayo, Cortijo de
Rincón de la Nava, Cortijo del
Rollo, Cortijo del
Rompedizos, Cortijo
San Antonio, Cortijo de
San Esteban, Cortijo de
San José, Cortijo de
San Rafael, Cortijo de (está en ruinas, pero posee una capilla)
Santa Cruz, Cortijo de
Tejano, Cortijo del
Tejoneras, Cortijo las
Terrona, Cortijo la
Torre, Cortijo la (en ruinas)
Troncha, Cortijo de
Ventilla, Cortijo de la
Viján, Cortijo de
Villares, Cortijo los (cerca de Serrato)
Lista de haciendas:
Hacienda de don Gabriel (en ruinas)
Hacienda de don M. Rodríguez (antiguo molino de aceite, hoy adaptado como vivienda), (Molina et al, 2000, 347)
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* MOLINA GONZÁLEZ, I. y MORENO ARAGÓN, P., (2000), “Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias de Andalucía”. Provincia de Málaga, Madrid.
* RECIO RUIZ, A. (2013-2014), “Aproximación al conocimiento del patrimonio histórico (arqueológico y etnológico) de Cañete la Real (Málaga)”. Isla de Arriarán, XL-XLI, pp. 399-436, nº40-41