A mediados del siglo XVIII el señorío de Buenache estaba en manos del Marqués de los Palacios y Mondéjar, don Nicolás María Ibáñez de Segovia y Ruiz de Alarcón, quien percibía 300 ducados anuales de sus vecinos. El trigo y la cebada eran unos de los cultivos más abundantes en la localidad al disponer de una buena cantidad de campos de secano.
La superficie de la tierra era de 24.938 almudes de celemín, de los cuales 3000 estaban ocupados por la dehesa del carrascal, y cuya utilidad como zona de pasto se arrendaba a un coste de 1000 reales anuales. Otros 1500 almudes procedían de la dehesa del Boalar, estando destinada como área de pasto para el ganado de labor. Cabe sumar otros 6500 almudes representados por el área montañosa de Fuente Blanco y el prado de las peñas, y que de nuevo era otro punto de pasto comunal. Finalmente quedaban los 4336 almudes del Cerro de las Cruces, junto otros puntos poco proclives para fines agrícolas. Esto en su conjunto daba como resultado un total del 61% de la superficie de tierra disponible del pueblo. No obstante cabe matizar que desde la perspectiva económica, Buenache no será precisamente un enclave que explotará la ganadería, nada que ver con sus vecinos de Piqueras, donde a pesar de ser mucho más pequeño, este sector gozó de mayor importancia. Recordar que en la localidad había un total de 570 viviendas, lo que se traducía en una cantidad aproximada de 2300 habitantes.
Buenache tenía cuatro molinos, dos de aceite (de una piedra y viga) integrados dentro de la capellanía de la Concepción, es decir, la fundada por la familia Castillo-Reyllo, otro que era propiedad del párroco don Juan Redondo Hortelano, y un último harinero de tres piedras de cubeta que se hallaba en la ribera del Júcar, propiedad de don Francisco del Castillo.
Había hasta doce alfarerías en las que se fabricaban ollas, pucheros y platos bastos, controlados en buena parte por la familia y parientes de la casa del linaje Herreros. El municipio poseía tres hornos de pan cocer, hospital, boticario, dos escribanos, un maestro cirujano, un maestro de niños, dos herreros, un herrador, cinco maestros de albañilería y carpintería, seis sastres, dos cerrajeros, once clérigos, seis cardadores y peinadores de lana churra, un maestro tundidor, un albéitar, tres tejeros, dos apeadores, media docena de tejedores de lienzos, 19 arrieros que transportaban en capazos ollas y vino, dos tabernas, un mesón junto diversos servicios, algunos de los cuales se agrupaban en torno al edificio donde estaba el Ayuntamiento, en el que se ubicaba la carnicería, además de otras habitaciones que servían como cárcel real o para venta de mercancías.
Portada de las respuestas de Buenache de Alarcón en el Catastro de Ensenada
Entendemos que Buenache era un lugar de fabricación y distribución alfarera a tenor de la docena de comercios dedicados a este uso, y la consiguiente cantidad de personas implicadas en su transporte. Llama la atención como la cantidad de jornaleros no era baja (140 personas), siendo el resto labradores. La cifra de pobres de solemnidad tampoco era pequeña, pues se contabilizaban un total de 40. Estas cifras nos darán como promedio que por cada 57 habitantes uno era pobre, mientras 1 de cada 16 ejercía como jornalero. Como comparativa en la vecina Piqueras del Castillo con 300 habitantes el promedio de pobres de solemnidad era de 1 por cada 150 vecinos, además de un jornalero por cada 42 residentes.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Catastro de Ensenada. Buenache de Alarcón. http://pares.mcu.es/Catastro