miércoles, 4 de noviembre de 2020

Anotaciones sobre algunas de las principales familias de Caracenilla siglos atrás

Estudiar la sociedad caracenillense del pasado, es una labor indispensable si queremos conocer con mayor detalle como vivían muchas de las familias de campesinos que conformaban un tejido económico, que a pesar de parecer bastante homogéneo, ofrecía diferentes oficios, que acabaron siendo la base de una población que todavía durante el siglo XVIII, seguía manteniendo muchos servicios que en otros municipios ya habían desaparecido hace tiempo, o incluso nunca llegaron a existir.

Familias como los Alcázar, Garrote, de la Fuente y Pérez eran las mandamases, y desde luego prueba de ello no sólo tenemos en los libros parroquiales donde se recogen sus mandas testamentarias. Sin ir más lejos la alcaldía municipal en tiempos del Catastro de Ensenada estaba formada por Diego de Alcázar de la Fuente y Jacinto de la Fuente de Alcázar (alcaldes ordinarios), estos se encontraban respaldados por los regidores Francisco García Garrote y Pedro Alhambra Pérez. El escribano era Francisco Pérez López, quien por nuestros apuntes genealógicos sabemos que era esposo de Jerónima Pérez de Alcázar.

Obviamente sólo había que echar un vistazo a los apellidos de las principales familias para hacerse una idea del grado de endogamia que existía entre este conjunto de linajes. Y lo cierto es que Caracenilla no quedaba lejos de un enclave como Huete, donde obviamente había posibilidades de poder regenerar la sangre de la comunidad local sin necesidad de recorrer grandes distancias, no obstante, la mentalidad conservadora se anteponía en este pueblo, ¿el motivo?. Aquí obviamente se podrían plantear muchas posibilidades, aunque una para nosotros que resultaría clave, sería precisamente la disponibilidad de servicios a pesar de la modesta cantidad de habitantes que había en el pueblo. Como decíamos anteriormente, las referencias testamentarias que se recogen de muchos caracenillenses, son más que indicadoras del poder con el que contaban algunos de sus pobladores. La posesión de tierras dentro como fuera del término municipal, ya que algunas se ampliaban hasta el vecino Verdelpino, unida a una variedad de oficios gremiales que se complementaban con una economía agrícola y ganadera, podrían ser varias de las claves que expliquen esta situación.

Recordemos que alrededor de los años cuarenta del siglo XVII la localidad contaba con cerca de medio centenar de familias, lo cual la hacía más pequeña que en tiempos posteriores, pues sólo una centuria después esta duplicará su población. La calidad de vida como decimos tampoco sería mala cuando muchos campos estaban sin trabajar, alusión que se recoge en el catastro de Ensenada, al decir que había tierras que se encontraban “yermas por desidia de los dueños que cultivadas y sedimentadas podían fructificar con un año de intermisión”, de ahí que no fuese de extrañar que en toda la localidad sólo hubiesen dos pobres de solemnidad.

Los olivos, las viñas y algunas gramíneas eran el producto básico de la mayoría de los campos. Además de cultivos de regadío, no podían faltar las eras de pan trillar, sin olvidar una dehesa carnicera en la que se mantenían los ganados del abastecedor de carnes, desde la cual se explotaba la producción de carbón que había en el municipio. A mediados del siglo XVIII se contaba con 55 pares de mulas y machos para labores del campo. Todo ello para un total de 127 vecinos, entre los que se incluían tres eclesiásticos. Había servicio propio de almotacén y corredor, un horno de pan cocer, cárcel, pósito real, fragua, escribanos, una casa que servía de mesón, además de uso como tienda de aceite, pescado y taberna, un alguacil, un guarda de campo, dos notarios, un cirujano-sangrador, un albañil-carpintero, dos sastres, dos zapateros de viejo (remendadores de calzado roto y gastado), un herrador, dos cardadores, varios tejedores y rastrilladores, sin olvidar un estanco de tabaco.

Entre aquellas familias encontraremos a gente como los Fernández, una de las bien posicionadas, de la que destacará el señor Garci Fernández de Alcázar, cabeza principal del clan y que nacerá durante la segunda mitad del siglo XVI. Tampoco podemos pasar por alto a los de la Fuente, otra de las casas influyentes en el ascenso de una pequeña burguesía rural que comenzaba a cobrar protagonismo. Estos enlazarán con las familias más poderosas, es el caso de Pedro de la Fuente, quien casó con María Pérez en 1630, y falleció en 1662, con pagó de 303 misas. Su hija María de la Fuente Pérez, en primeras nupcias sellará alianzas con Julián de Alcázar, otro de los apellidos que no nos resulta nuevo. Conocemos algunos personajes de esta estirpe, como el presbítero Bartolomé de la Fuente, quien tras morir pedirá un total de 500 misas, además de ser enterrado en la sepultura del altar de San Roque. Su hermano era Jacinto de la Fuente, quien fallece en el año 1732 y deja un testamento muy extenso, en donde además de una capellanía, nos aporta datos de notable interés, en los que se vislumbra el patrimonio atesorado. Recordemos que “el hecho de testar es ya en sí mismo un signo de distinción pero en el caso de las élites rurales es una forma consolidar los vínculos familiares con los miembros del grupo y asegurarse una pervivencia en la memoria colectiva de la comunidad. Si la muerte igualaba a todo el mundo, la forma de afrontarla acentuaba las diferencias” (Aparisi, 2016, 334).

Termino municipal de Caracenilla . Catastro de Ensenada

Tampoco podríamos pasar por alto la figura del Licenciado José de la Fuente, muerto en 1741. Sus ancestros llegarán a este municipio alrededor de principios del siglo XVII, momento a partir del cual comienzan a expandir su descendencia y consiguientes relaciones entre las élites del lugar. No obstante, si queremos hablar de familias con poder, es imposible obviar el caso de los Garrote, a quienes podríamos considerar como la más poderosa de Caracenilla tras proceder de la cercana localidad de Villar del Horno.

Este linaje estuvo controlando cargos de la familiatura del Santo Oficio, que obviamente le ayudarían desde un primer momento a destacar en su zona natal. Es importante reseñar que las generaciones iniciales todavía guardaban su arraigo con el municipio de origen, de ahí que en las mandas de defunción envíen misas a la parroquia de sus ancestros, así como ayuda a la gente pobre del pueblo.

Con el trascurso de las generaciones, las políticas de matrimonio se centrarán en conectar a sus hijos con miembros de familias concretas como los Pérez de Albendea, del mismo modo que los Alcázar, además de la práctica endogámica entre los mismos Garrote que descendían de los hijos de Juan Garrote y María de la Fuente. Destacar personajes como Pedro Garrote, casado en 1644 con Ana María de Alcázar de Montoya, y muerto en 1694 con pago de 500 misas, así como su hermana Juana Garrote, que lo hizo en otro matrimonio con el hermano de su cuñada, Gabriel de Alcázar de Montoya. Otros como Francisco Garrote, y fallecido en 1675 pagaron 620 misas; Isabel Garrote lo haría en 1681 con manda de 675 misas; Mateo Garrote, muerto en 1681 pedirá 675 misas; Otro Mateo Garrote, fallecido en 1685 pagará 760 misas, sin olvidar Ana Garrote, muerta en 1695 con manda de 1000 misas. Bernarda Garrote, fallecida en 1706 solicitará 550 misas; otra Bernarda Garrote (esposa de Juan Pérez), fallecida en 1713 pagó 794 misas, mientras que el párroco Bernardo Garrote, muerto en 1736 mandó la friolera de 2500 misas. Esta continuidad y cantidad exagerada de misas, son sin lugar a dudas un fiel reflejo del poder que un linaje podía atesorar en un área en donde pudieron proyectarse y acumular un patrimonio extenso. El número misas, el lugar de celebración de los aniversarios y el lugar de enterramiento nos ilustran el nivel económico del que disfrutaban las élites rurales” (Aparisi, 2016, 289).

Precisamente uno de sus socios fueron los Medina, otra de las grandes familias que también controlaron el Santo Oficio, haciendo valer su poder para entablar relaciones. Por ahora nuestros apuntes genealógicos nos llevan hasta Andrés de Medina y su esposa María Saiz, aparentemente vecinos de Villarejo-Sobrehuerta. Fruto de este matrimonio nacerá Bartolomé, que casará en Villar del Horno con Juana Garrote, y de donde procede la línea de Caracenilla. Juan Alonso de Medina entabló matrimonio con María de Alcázar-Montoya en 1664, sus hijas obviamente lo harían con dos de las casas más poderosas del lugar. Sabemos que Juan Alonso falleció en 1697 con pago de 600 misas, mientras que su hija Bernarda en 1710 con una manda de 444 misas, sin olvidar a su hermana María en fechas casi cercanas con 403 misas.

No podemos olvidar a las casas de notarios y escribanos, que si bien durante la segunda mitad del siglo XVI estaba representada por los Martínez, la falta de descendencia masculina hará que a lo largo de varias generaciones cayese en manos de los Torrecilla. Tiempos después los Pérez se ocuparán de controlarla. Al respecto “el ejercicio de la profesión notarial aconteció una vía de consolidación y ascenso social para los miembros de las élites rurales a lo largo de la baja edad media. Hay que medir la rentabilidad del oficio no solo en términos absolutos, atendiendo a los ingresos directos que generaba, sino también en relación al tiempo que los notarios dedicaban. En este sentido, el examen de los registros permite concluir que la dedicación de estos profesionales de la escritura apenas superaba el tercio anual, con una media de diez días en el mes. En general, su tarea no los requería toda la jornada, había bastante con unas horas para que se reunieran los vecinos que necesitaban de sus servicios. El resto del tiempo lo pasaban con trabajos complementarías, ejerciendo de procuradores de algunos de sus clientes o al frente de alguna escribanía señorial o local, pero también atendiendo sus propias inversiones (Aparisi, 2016, 195).

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Aparisi Romero, Frederic (2016). Del camp a la ciutat. Les elits rurals valencianes a la Baixa Edat Mitjana. Tesis doctoral dirigida por Ferran García-Oliver (dir. tes.). Universitat de València

* Archivo Parroquial de Caracenilla (2 de matrimonios y 3 de defunciones):

            Libro I de matrimonios (1594-1701).

            Libro II de matrimonios (1701-1794).

            Libro I de defunciones (1571-1631).

            Libro II de defunciones (1631-1701).

            Libro III de defunciones (1701-1767).

* Catastro de Ensenada. Caracenilla.

* Gómez de Mora, David (2018). Las élites culturales de Caracenilla (1561-1767). Curas y escribanos naturales del lugar. Anotaciones genealógicas. En: davidgomezdemora.blogspot.com

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 20 libros entre 2007-2023, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).