El apellido López es uno de los
más frecuentes en la historia de este municipio, nada raro teniendo en cuenta
la diversidad de líneas que existían en la localidad, y que con el trascurso de
los años fueron propagándose de manera considerable.
Muchos de éstos fueron labradores
que entroncaron con otras casas similares, tal y como sucedió con los Checa o
los Ruiz de Alarcón, sin olvidar también a los integrantes de su mismo apellido.
Aquello fomentaba un conjunto de políticas endogámicas, que se convirtieron en un
fenómeno habitual, pocas veces mal visto por la mayor parte del vecindario.
En el presente artículo la línea
sobre la que quisiéramos desmenuzar algunos retazos era la que a principios del
siglo XVII era conocida en el pueblo con el distintivo de “los López del
alguacil”, un identificativo preciso, en alusión al oficio de su principal
cabeza, Juan López, quien ejerció como alguacil mayor en el pueblo, además de
ser esposo de Catalina Pérez.
El alguacil era un funcionario
municipal que podía tener potestad en cuestiones de tipo civil y criminal, aunque
como era en el caso que nos ocupa, sólo desde dentro del reducido ámbito en el
que residía. No sabemos si en Piqueras estaríamos hablando de un mero cargo
honorífico, pero de lo que no cabe duda es que éste siempre le era asignado a
aquellos representantes más destacados y bien posicionados de la localidad.
Tronco
de las líneas de López principales de Piqueras del Castillo de la primera mitad
del siglo XVII (genealogía familiar).
La familia de Juan y Catalina
comenzó a medrar a través de políticas cerradas con vecinos del mismo pueblo que
tenían cierta disponibilidad de bienes, así sucedió especialmente con los
Checa, donde vislumbramos claramente ese conjunto de referidas planificaciones
matrimoniales.
Si hablamos de Juan López,
resulta imposible obviar su nexo con la casa de Juan Fernández, labrador piquereño
y fundador de un vínculo, creado en 1612 tras su defunción, y que recayó en su
hija María Fernández, quien celebró sus nupcias con Alonso López (hijo del citado
alguacil). Esta línea que bautizaremos como de los López-Fernández integró un
conjunto destacado de tierras agrícolas, que obviamente mejoraron su calidad de
vida, y que en su computo final llegaban a conformar cerca de una treintena.
Hemos de matizar que no todo
acababa ahí, pues la esposa de Juan Fernández (Sabina García), también procedía
de una casa de labradores, y que tras fallecer en la década siguiente, aportó
un conjunto de tierras al lote, de modo que Alonso López, gracias al patrimonio
de su mujer, aseguraba a su prole unas condiciones de vida bastante aceptables.
Recordemos que la hermana de Juan
era Francisca López, esposa de Sebastián de Fuentes y Moya de Buedo, otro vecino
del pueblo que tenía sus bienes adscritos a una fundación que le venía por
parte de sus padres, y que sin ser excesivamente grande, permitía cierta
seguridad y comodidad para su hogar.
Salta a la vista que la familia
de Juan López estrechó nexos con aquellas personas que poseían sus tierras
adscritas a vínculos y patronatos, nada casual, y una manera de garantizar para
su descendencia la tenencia de un patrimonio sobre el que poder trabajar, y que
en aquellos tiempos eran un seguro de vida ante la dificultad de abastecerse en
enclaves difícilmente comunicados como era el caso de Piqueras.
David
Gómez de Mora
Referencias:
*
Apuntes
genealógicos de la familia Gómez-de Mora y Jarabo. Inédito