lunes, 23 de marzo de 2020

Notas sobre la geografía económica de Villarejo de la Peñuela siglos atrás


Villarejo de la Peñuela es un modesto municipio de la Alcarria conquense, emplazado en una zona de escasa pendiente, en medio de un apacible valle, rodeado por montañas desde donde siglos atrás hubo prolongadamente no más de un centenar de casas de vecinos, capaces de autorregular su descendencia a través de políticas matrimoniales no excesivamente abiertas.
En relación con otros enclaves del territorio alcarreño, Villarejo no será una localidad que se enriquecerá gracias a un intenso modelo de explotación agrícola, no obstante, a diferencia de otros pueblos complementaba su economía de secano con cultivos de huerta, aprovechando la privilegiada área fértil sobre la que se encuentra, y que como sabemos era escasa en esta zona de la provincia.
Ello obviamente no impidió la proliferación de diversos linajes, que consolidaron el nacimiento de algunas casas, en su inmensa mayoría de labradores, con capacidad para explotar sus tierras, cuya labor complementaban con otro tipo de trabajos dependiendo de la época del año.
Y es que, si algo caracterizó la vieja economía de Villarejo, fue la complementariedad de sus oficios. Tenemos constancia de que la presión señorial fue una realidad que tuvo su afección, aunque sin llegar a asfixiar la permanencia del pueblo, tal y como ocurrió en Carrascosilla. Sobre las familias de la pequeña nobleza rural, sin necesidad de entrar en contacto con la línea genealógica de sus señores, vemos por ejemplo en una de sus calles una vivienda con un escudo de armas, vinculado con la familia Castro y que muy probablemente tenga relación con un linaje de labradores autóctonos (los Saiz), ya que conjuntamente éstos aparecen sellando alianza matrimonial con una de las integrantes de este clan. Decir que la presencia de este apellido, y que en diferentes puntos de la comarca será reconocido como miembro del estado noble (a pesar de las acusaciones de conversión que le acechaban), lo hemos visto también en la localidad de La Peraleja durante la segunda mitad del siglo XVI.
 
 Representación de Villarejo de la Peñuela y su área geográfica. Tomás López, Diccionario Geográfico de España, fol. 883
Si leemos los datos que se nos dan sobre Villarejo en los tiempos del Catastro de Ensenada, podremos apreciar como a mitad del siglo XVIII no había yeguadas en el término, aunque como era de esperar sí que existían “mulas, machos, burros y burras” para labrar las huertas. Analizando la distribución de las vías de comunicación, vemos que desde tiempo atrás este pueblo sabe sacar rédito de su posición estratégica, un factor vital, que le proporcionará establecer nexos con otros asentamientos mejor comunicados, conectados mediante caminos de herradura, con los que podían comercializar excedentes agrícolas.
De acuerdo al texto mencionado, “no hay arrieros que traten en sacar fruta, ni uvas a vender fuera, y que, si algunas cargas salen, las conducen los cosecheros con seis caballerías, faltando con sus personas, criados y caballerías en tiempo de la uva, a la simentera de granos y en el de la fruta a la recolección de ellos”. Matizándose que “las cargas de algunos vecinos sacan de por sí, y sus caballerías” diferentes productos, entre los que veremos los cultivados en sus huertas y fincas de secano.
Línea de comunicaciones. Mapa del año 1692

A pesar de que a mediados del siglo XVIII en el pueblo no hubiera más de setenta casas de vecinos, se mencionan tres tejedores y hasta un total de treinta y pico personas relacionadas con la comercialización de uvas, guindas y cerezas. Estos fueron Pedro de Cañas, Manuel Delgado, Vicente Martínez, Ginés Torrijos, María de Cañas, Josefa de Cañas, Adrián de Torralba, Joseph de Cañas, Mateo González, Luís González, Andrés López, Juan del Rincón, Antonio Ocaña, Manuel González, Manuel de Soria, María Delgado, Juan Delgado, Francisco López, Francisco de Cañas, Domingo Pérez, Juan Pérez, Valentín González, Diego Muñoz, Miguel de Torrijos, Félix Ortega, Miguel Pérez, Miguel Delgado, Miguel Saiz, Felipe López, Juan Pérez, Donato González, Pedro de Cifuentes, Pascual de la Cruz y el optense don Joseph Cabeza.
En el diccionario de Tomás López se precisa que los productos cultivados en su término son trigo, cebada, avena, garbanzos, judías, uvas, cerezas, guindas, ciruelas y ceremeñas. Sin celebrarse ferias, mercados u otros acontecimientos que permitieran de manera más activa la entrada de género procedente del exterior.
Una localidad como decimos con unas pautas de autosubsistencia destacables, pero sobre la que habría que sumar una red de contactos que de puertas hacia afuera era más importante de lo que parece reflejar la documentación. Dependiendo de la temporada los vecinos ejercían otros oficios, pudiendo desplazarse a municipios cercanos como Valdecolmenas de Arriba o Abajo y Castillejo del Romeral, sin olvidar la cría de animales que en casas y corrales muchos poseían. Villarejo a grandes rasgos será el reflejo de un pueblo donde la gente podía vivir de manera razonable, acumulando ciertos bienes, y arañando mediante el esfuerzo las posibilidades que les brindaba su área geográfica.
Las políticas de matrimonios herméticos entre vecinos del municipio podrían explicar porque uno de los párrocos elaborará más adelante un volumen en el que registraba mediante árboles genealógicos los parentescos y grados de familiaridad entre aquellos habitantes que se iban casando. Una manera de agilizar la averiguación sobre qué nivel de consanguinidad existía entre cónyuges. Por otro lado, entre las casas con ciertos bienes, estaba extendida y asumida la idea de la importancia en incentivar el desarrollo de estudios religiosos entre alguno de sus hijos, ya que además de brindarle a éste una oportunidad que le hiciese vivir mejor, suponía a su vez un realce en el nombre del linaje familiar, además de garantizar una salvación de tipo espiritual para todos sus allegados, sumamente valorada en una cultura católica y tradicionalista como la del área a la que nos estamos refiriendo.
David Gómez de Mora 

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).