jueves, 12 de marzo de 2020

Los arrieros en Buenache de Alarcón a mediados del siglo XVIII


Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos” es una de las frases más populares de nuestro refranero para aludir a quienes nos niegan su ayuda, pensando que algún día éstos pueden verse en la misma situación. Y es que más allá de la semántica, siglos atrás el arriero ha sido un oficio importante y escasamente estudiado, del que habríamos de efectuar diversos matices en torno a aspectos socioeconómicos, pues algunos de sus integrantes estuvieron proyectándose de manera satisfactoria en áreas rurales, en las que el transporte por vía terrestre era la única manera de establecer un flujo de comunicaciones.

Recordemos que en muchas ocasiones los arrieros no eran simples transportadores de mercancías, ya que ejercían como verdaderos hombres de negocios de la época, es decir, un conjunto de comerciantes que alimentaban las profesiones liberales, con las que creció y se consolidó la burguesía local de tantísimos lugares del país.

Con la definición de carreteros, muleros o acemileros podemos ver una misma definición para esta ocupación, donde sus representantes se encargaban de transportar múltiples productos a través de la fuerza de las bestias de carga. Tenemos el caso del Picazo, un enclave notablemente estudiado por Collado (1), en el que se nos habla de un linaje de arrieros (la familia Jiménez) que prosperó en el lugar gracias al transporte de vino.

Decir que el arriaje muchas veces era una actividad complementaria a la explotación agrícola. Gracias a un interesante artículo sobre esta profesión (2), se plantean cuestiones como la capacidad económica del sector. En tiempos del catastro de Ensenada, en Buenache leemos la siguiente referencia: “asimismo residen diez y nueve arrieros que comercian en caparrós, òllas y tal qual vez vino, a los quales contemplan de ganancia, despues de desfalcados, todos los gastos precios que contemplaron delos viages que hechan àel año, ciento y cincuenta reales cada cavalleria, siendo la requa de unos maior que la de otros” fols. 707-707 v.

Adjuntamos a continuación un listado de los arrieros bonacheros y sus respectivas ganancias a mediados del siglo XVIII (3), donde se comprueba como la ocupación estaba controlada por un conjunto de familias:

Gil de Olmedo (900 reales)
Manuel de Ontangas (600 reales)
Mateo de Olmedo (600 reales)
Juan Ramírez (450 reales)
Andrés López de la Osa (300 reales)
Juan Hortelano (300 reales)
Miguel Saiz (300 reales)
Juan García (300 reales)
Bartolomé de Cuenca (300 reales)
Pedro Beato (300 reales)
Juan de la Torre (300 reales)
Juan Gallego (300 reales)
Alonso Martínez Ramírez (300 reales)
Juan de Soria (300 reales)
Juan Saiz Izquierdo (300 reales)
Julián Cavero (150 reales)
Juan de Ayuso Olmedo (150 reales)
Narciso Molina (150 reales)
Miguel de Soria (800 reales, como tratante de azafrán)

Merece la pena destacar el caso de algunos pueblos donde la presencia del arriero fue notoria, así como decíamos, en el Picazo por aquellas fechas a pesar de contar con sólo 300 familias, había hasta 21 hogares dedicados al oficio. Entre los bonacheros, serán los Olmedo y los Ontangas quienes mayores ganancias generaban.

Ilustración de un arriero

La familia Olmedo u Olmeda había emparentado estratégicamente con los Buedo. Éstos últimos eran miembros de la pequeña nobleza rural con ejecutoria de hidalguía reconocida. Tampoco podemos obviar a los Ontangas u Ontagas, linaje con disponibilidad de recursos. En este sentido sabemos que por ejemplo Manuel de Ontangas había casado en 1745 con María Gervasia García de Valladolid (4). Ambas familias estaban vinculadas con casas locales sobre las que hemos publicado varios escritos. Por ejemplo la madre de Manuel descendía de los Martínez de la Parra, así como su esposa era portadora de la sangre de varios miembros de la pequeña burguesía local (Valladolid y Arribas, entre otros).


David Gómez de Mora


Referencias:

(1) Collado Fernández, Benedicto (2004). Picazo, un lugar en tierra de Alarcón.
(2) García-Sanz Marcotegui, Ángel (1984). La “burguesía” comercial de la Burunda (Navarra), en los siglos XVIII y XIX. Vasconia: Cuadernos de historia - geografía,  ISSN 1136-6834, Nº 4, 1984, págs. 97-118
(3) Catastro de Ensenada (1749-1756). Buenache de Alarcón.
(4) Apuntes de la genealogía familiar. Inédito

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).