Durante el siglo XVII apreciamos
en el municipio de Altarejos una situación boyante dentro de lo que será su
economía local, fenómeno que permitió a diferentes grupos de personas mejorar
su estatus, como antes pocos de sus vecinos lo habían conseguido. Un periodo
proclive para el enriquecimiento a través de la agricultura, en otra de las muchas
localidades conquenses, donde el trigo aun generaba beneficios entre aquellos
labradores que gozaban de cierta disponibilidad de tierras, a pesar de las
limitaciones que existían en espacios geográficos donde era imposible obviar la
presión señorial.
Por un parte tendríamos linajes
como el del apellido Horno, una casa de agricultores locales, que a través de
diferentes políticas matrimoniales con otros nativos de un rango similar, en
algunas líneas alcanzarán un poder reseñable. Sobre su origen todavía existen
numerosas dudas, aunque tenemos constancia de que como mínimo estaban asentados
en Altarejos desde la aparición de los primeros libros sacramentales, es decir,
los años veinte del siglo XVI.
Los Horno desarrollarán una
política matrimonial bastante dispersa, que no seguirá las pautas cerradas que
veremos entre otras, como ya planteamos en el caso de los Yturbe y los Colliga [1]. Igual de interesante será
la situación de los López de Reolid, una casa de la pequeña burguesía local, que
ya contaba con algún representante dentro del clero por aquellas fechas.
Socialmente tanto los Horno como
los López no ofrecerán excesivas diferencias. Así en el siglo XVII, ambas familias
medrarán gracias a enlaces en los que labradores con autonomía ampliarán sus
dominios. Un escenario que se potenciaba mediante la consecución de un cargo
para algún familiar dentro del clero municipal. En este sentido sabemos por el
testamento del padre Melero que uno de los descendientes de su hermana fue el
Licenciado Alonso López de Reolid. Siguiendo nuestros apuntes, hemos
identificado lo que parece ser su fecha de defunción, puesto que en 1647 [2] se informa de la muerte de
un Licenciado Alonso López de Reolid que ejercía como teniente cura de la villa
de Fresneda. Éste solicitó una manda de 200 misas.
Iglesia
de Nuestra Señora de la Asunción en Altarejos. Imagen de Raúl Contreras
Como decíamos los López de
Reolid establecieron varias relaciones con los Melero, ejemplo de ello fue la
segunda esposa del ya estudiado hacendado y heredero del familiar Pedro Melero,
cabeza del Santo Oficio. Y es que su sobrino, apellidado Melero de Aldana, casó
en 1583 con Francisca López de Reolid.
Mientras tanto los Horno iban
consiguiendo acaparar un protagonismo destacado. Esto lo vemos en la partida de
defunción del año 1639 [3] de uno de sus integrantes,
concretamente Gabriel del Horno, quien además de efectuar un pago de 850 misas,
fundó un memorial y se encargó de la creación de un pósito (“es mi voluntad que de mis bienes se compren doscientas fanegas de
trigo y se funde y haga de ellas un pósito y
alhorí para esta villa de Altarejos”) junto con otras donaciones
para la villa, que tenían como fin ayudar a los vecinos más necesitados en
fechas de caristia. Un acto tremendamente remarcable, que salía por iniciativa
de un particular, en lugar de los Castillo (quienes eran los Señores de la
villa), y donde se demuestra una vez más la riqueza que amasaban determinados propietarios
locales. El poder de Gabriel se manifiesta en las mandas y ofrendas que éste efectúa,
y que en algunos casos, como poco no dejan de ser llamativas, ejemplo es el
vecino Alonso de Arriba (hijo de Juan de Arriba), a quien le entrega una vivienda.
Los Melero debido a su abundante
representación, casarán con sendas familias. Otro testamento que resulta interesante
es el de Juana del Horno, esposa de Juan Melero, quien fallece en 1589 [4], informándonos de que ésta
compró una sepultura en la nueva parte de la Iglesia. Bien es cierto que a
finales del siglo XVI los López habían conseguido pagar los estudios de algún
religioso, lo que sumado a la adquisición de un conjunto de tierras que les
ayudaba a tener autonomía como labradores, era un paso importante en su proceso
de crecimiento social. Paralelamente los Horno habían mantenido algún entronque
con ellos, hecho que comprobamos en el matrimonio de Alonso López de Reolid con
Juana del Horno (celebrado seguramente a mediados del siglo XVI). Otra familia
que enlazó con esta casa fue la de los Cañada, un linaje local que a falta de
un estudio detallado, demuestra una buena posición en algunos de sus representantes.
En una fecha muy similar a la
anteriormente citada, casaría Hernando López de Reolid con Catalina Cañada, así
como Juan López de Reolid con Francisca Cañada. Los hijos fruto de estos
enlaces sellarán matrimonios con familias de bien, así lo vemos con Hernando
López (hijo de Hernando y Catalina Cañada), quien en 1582 lo hizo con Magdalena
López Martínez de Colliga.
Por su parte los Horno celebrarán
nupcias en el siglo XVI con los Yturbe, además de los Cañada, Guijarro, Muñoz,
Mota, Briceño, Cueva o López de Mena, evidenciándose una política menos
selectiva que la de los Reolid, probablemente porque estos últimos ya iban un
paso por delante, y sus relaciones con familias como la del padre Melero, se
habrían de adscribir a las estrategias de crecimiento que buscaban un impulso
dentro del campo eclesiástico.
David
Gómez de Mora
Notas:
[1] Gómez de Mora, David
(2019). Los Yturbe y los Colliga de Altarejos. En:
davidgomezdemora.blogspot.com
[2]
Archivo Diocesano de Cuenca. Tomo II de defunciones de Altarejos. Años
1595-1673. Sig. 15/18
[3]
Ídem