domingo, 12 de abril de 2020

El Santo Oficio en Caracenilla durante el siglo XVII. Apuntes genealógicos

En bastantes ocasiones hemos abordado la importancia que tenían las políticas matrimoniales, pactadas entre linajes del ámbito local, meramente por intereses de tipo social, que permitieran el control de determinadas actividades o cargos en la población.

Como en otros muchos lugares de la geografía conquense, ese modelo vuelve a repetirse en Caracenilla, donde un conjunto de familias, y que se reducirían básicamente al entorno de los Alcázar, Medina y Garrote, fueron cobrando cierto protagonismo.

A lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, Diego de Alcázar-Montoya es un personaje clave en la vida de su pueblo. Sabemos que ejerció como familiar del Santo Oficio, consiguiendo que sus descendientes no se desvincularan fácilmente del cargo. Tiempo después, uno de los suyos (con mismo nombre y apellido), será el encargado de ejercer como abogado para la Inquisición. Su función era la de defender a los reos en cuestiones vinculantes con la causa que se les había imputado.

La muestra de Caracenilla, sirve para evidenciar de que manera funcionaba la estructura jurídica del organismo, pues dentro de una misma casa, podíamos ver tanto al que promovía las denuncias y acusaciones, como al encargado de defender a los señalados delante del Tribunal.

No cabía duda que este tipo de funciones favorecían al conjunto de la familia, teniendo en cuenta que en su seno se conocería de primera mano, muchos de los secretos, sambenitos y demás cuchicheos que se estaban estudiando en las salas del tribunal conquense.

Por otro lado, sabido es que los responsables encargados de estas funciones, juraban no revelar ningún tipo de información, siendo bastante cautos, especialmente en pueblos pequeños como los de la Alcarria, donde a la mínima cualquier rumor podía extenderse como la pólvora. Aquellos datos en realidad eran un arma de doble filo, que seguramente explicarían la prosperidad que alcanzó este linaje en su localidad, pues tratos de favores no faltarían, además de orquestadas políticas matrimoniales, exclusivamente entre los miembros encargados de controlar aquella red de informantes en la zona.
Escudo del Santo Oficio. Imagen de cervantesvirtual.com

Diego el viejo descendía por línea materna de la casa de los Arcas, un linaje de la pequeña nobleza optense, con asentamiento en varios municipios de la comarca. Éste era familiar del Santo Oficio, y como tal, sus funciones eran las de informar de todo lo que resultara de interés dentro de Caracenilla, como en otros enclaves de alrededor.

Hasta la fecha faltan datos que nos puedan confirmar su relación con las líneas de Alcázar asentadas en otros puntos de la tierra Huete, en la que algunos de sus integrantes se dedicaban a idénticos menesteres. No sabemos si es sólo un hecho casual, pero la coincidencia no deja al menos de ser un tanto curiosa. Los familiares se beneficiaban en muchos aspectos, pues en ocasiones podían ser comprados. Además, estaban protegidos por las altas instancias, ya que enemigos obviamente no les faltarían. Recordemos que el nombre de los acusadores no era público, motivo por el que todavía gozaban de mayor poder y respeto dentro del pueblo.
Las familiaturas eran cargos que ayudaban sustancialmente a medrar, de ahí que gente procedente de la burguesía rural, como miembros de la pequeña nobleza, verán en su desempeño una clara posibilidad de mejorar su estatus social.
Como decimos, Diego sabía lo que se hacía, pues su hijo Juan de Alcázar-Montoya, había casado con una mujer de la casa de los Garrote, otro linaje recién instalado y de reputado nombre en el municipio, con raíces en Villar del Horno, donde también controlaban la familiatura.
Los Garrote son un linaje que prosperará desde el primer momento, y que obviamente necesitaba el apoyo de los Alcázar. Se trataba de una situación recíproca, alimentada por puro interés. Sin ir más lejos, Diego casó a tres de sus hijos con tres vástagos de Pedro Garrote.
Precisamente, averiguamos que la hija de uno de ellos, María de Alcázar-Montoya y Garrote, lo haría con Juan Alonso de Medina y Garrote, otro personaje que no podemos pasar por alto, puesto que era hijo de Bartolomé de Medina y Juana Garrote. Bartolomé era “casualmente” el familiar del Santo Oficio en Villar del Horno, aunque sus raíces le venían de la localidad de Villarejo-Sobrehuerta, donde su familia también gozaba de las mismas influencias que él en Caracenilla.
No cabía ninguna duda de que estos movimientos entre las localidades, y los estrechos enlaces de sus representantes, se deben a políticas matrimoniales perfectamente planificadas, donde el objetivo principal era juntar a sus descendientes con gentes de un mismo rango social y profesional, que les aseguraban en aquellos núcleos un poder indiscutible.

Si analizamos sus partidas de defunción y referencias testamentarias, es fácil resaltar la riqueza que algunos habían acumulado, hecho que nos sirve para garantizar como aquel cargo eran un seguro de vida. 

David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Gómez-de Mora y Jarabo. Genealogía familiar. Inédito

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).