jueves, 30 de abril de 2020

Los atuendos de una peralejera a finales del siglo XVI

Entre la documentación del Archivo Municipal de Huete, encontramos verdaderas joyas dentro de sus referencias testamentarias. Durante el año 1593 un vecino llamado Alonso de Hernán-Saiz, decidió expresar sus últimas voluntades ante el escribano Simón Sánchez. Para ello dejó claras una serie de peticiones (pagos de misas, lugar de enterramiento…), así como la donación de diferentes bienes, entre los que nos interesan un conjunto de prendas de ropa, que otorgará de forma exclusiva a su hija Isabel, quien parece ser estuvo curándole y asistiéndole tras haber enfermado.

Por aquel entonces Isabel era una joven soltera de La Peraleja, que muy probablemente todavía viviría con sus padres, pues no será hasta siete años más tarde cuando celebrará sus nupcias. Las prendas que como muestra de favor recibe, son todas de mujer, pudiendo proceder de su madre, Catalina Muñoz. No obstante, tampoco habríamos de descartar que algunas incluso fuesen de sus abuelas, pues era habitual la trasmisión de ropa intergeneracional, siempre y cuando por su calidad y estado llegaran a conservarse de forma aceptable.

La situación social de Alonso de Hernán-Saiz no era del todo mala, pues éste pertenecía a una de las muchas casas de labradores que vivían desahogados por los recursos que le daban sus tierras. Se trataba en realidad de familias de la pequeña burguesía rural, que siguiendo con la costumbre de la época intentaban proyectarse, además de adoptar hábitos que les permitieran mejorar su imagen, pues aunque hoy pueda parecernos extraño, incluso en estos enclaves de la Castilla profunda, las modas también llegaron hasta las casas más apartadas.

Raffaello Sanzio. Mujer con unicornio (detalle)
Entre los atuendos que Alonso entrega a su hija, apreciamos bienes adicionales, como sucede con una cama de madera y su banco, que para aquella época era todo un lujo, pues muchas personas habían de conformarse con cualquier cosa que se asemejara a este mueble, si antes no dormían sobre montones de pajas y cañas, que temporalmente iban cambiando. Aquellas prendas, integrarían parte de su “armario personal”, y que como sucedía en muchos casos, se guardaban en arcas de madera de pino, de las que se citan un par en el testamento.
Para situarnos en el contexto sobre el que se movía esta familia, Alonso de Hernán-Saiz era marido de Catalina Muñoz, éste cuando murió solicitó enterrarse en la sepultura de su madre, y que se situaba en la capilla mayor de la Iglesia de La Peraleja. Pidió por ello 100 misas, además de otras voluntades, sobre las que aquí no vamos a detenernos.
Éste era hijo de Pedro de Hernán-Saiz y María de Santacruz. Sus vástagos se llamaban Alonso, Francisco, Catalina e Isabel, habiendo fallecido otro varios (Quiteria, María y Ana). La familia no pasaba apuros, pues poseían bienes, y sus matrimonios con gentes del lugar no estaban del todo mal. Por ejemplo la heredera de los atuendos, había casado en 1600 con Gaspar Rojo Sainz, de cuyo enlace nacerá Magdalena de la Roxa, esposa del bien posicionado Miguel Jarabo y Vicente-Campanero, nieto del rico labrador Bonifacio Jarabo, y que sería el progenitor de este linaje en la localidad (Gómez de Mora).
Sobre ese contexto social, será en el que se situarán diferentes familias de enclaves como al que nos referimos, donde la vida era mucho más gentil con aquellos propietarios que disponían de patrimonio. Adjuntamos por ello a continuación un listado, con breves explicaciones, en el que se describen de modo un poco más detallado los ropajes que Alonso donará a su hija (AMH, 1593):
-Unas mangas de ruán amarillo de tercio pelo colorado y otras de color azul. Sobre este tipo de pieza, hemos de decir que se extendieron con bastante intensidad durante aquella centuria, resultando muy comunes en multitud de retratos femeninos de la época. En realidad, se trataba de un conjunto de mangas falsas, que bien atadas a la prenda del vestido que caía por los hombros, ayudaban a combinar y darle más color a la ropa.
-Un conjunto de cinco mantas (tres blancas y dos prietas), ideales para afrontar los fríos inviernos a los que anualmente se ven sometidas estas tierras. Cabría sumar la donación de una frazada (una manta más gruesa y peluda, que se empleaba para echarse sobre la cama, impidiendo así que ésta se enfriara).
-Un cintero verde oscuro.
-Tres sayas (una blanca, otra colorada con ribetes negros y la restante leonada con tonalidad amarilla). Esta pieza es sin lugar a dudas un precedente de lo que hoy conocemos como la falda. Las de esta época eran cerradas y bastante largas, yendo desde la cintura hasta los pies.
-Un paño verde para un cuerpo sin mangas, junto con un pedazo de paño azul palmilla.
-Una faja enroscada con partes amarillas y azules, así como otra de paño verde procedente de Cuenca. Venía a ser una especie de corsé con dimensiones más reducidas, que se ajustaba sólo a la zona de la cadera.
-Tres mandiles (uno de colores verdes, otro azul y el restante prieto de color blanco y amarillo). Se trataba de un delantal empleado para labores, pues su finalidad primordial era salvaguardar el vestido que quedaba debajo, evitando así que se estropease.
-Dos pañuelos (uno blanco con lienzo carmesí y otro de lienzo vizcaíno).
-Dos tocados vizcaínos (uno labrado con colores y otro sin repujo de tonalidad amarillo). Era una especie de gorro corniforme que cubría la cabeza, y cuyo uso estaba extendido en las tierras del norte peninsular, donde alcanzaría bastante fama, especialmente a finales del Medievo.
-Por último se menciona una camisa de cuerpo con falda y mangas de seda negra, así como otra de cuerpo y mangas blanca de seda con sus respectivos puños.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
*Archivo Gómez de Mora y Jarabo. Apuntes genealógicos. Inédito
*Archivo Municipal de Huete. Libro II de protocolos notariales de La Peraleja, años 1593-1594. Simón Sánchez.

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).