No cabe duda de que los
Hernán-Saiz fueron una de las familias con más historia que ha habido en la
localidad, dado que su presencia se notifica desde los inicios en los que aparece
documentación eclesiástica de esta parroquia. Tanto es así, que partiendo de
las varias líneas que existían del apellido durante la primera mitad del siglo
XVI, queda claro que su asentamiento en La Peraleja, nos conduciría hasta los
tiempos de la Edad Media, cuando de la unión del nombre y apellido de un tal
Hernán Saiz o Fernán Saiz, se creará el distintivo que marcará el tronco
genealógico del linaje.
Tantas centurias residiendo en un
mismo lugar, sumado a una nutrida descendencia, han permitido que varios
representantes de la familia atesoraran un patrimonio reseñable. Éstos crearán
capellanías, fundaciones, al igual que representarán alcaldías, además de
celebrar enlaces matrimoniales con gentes destacadas del municipio. La
documentación presente en el Archivo Diocesano de Cuenca nos informa de como
éstos eran tratados de cristianos viejos, lo que les ayudó a muchos de sus integrantes
a no tener problemas a la hora de ocupar puestos vinculados con el clero.
Siguiendo con la línea de las
políticas que promocionaban los matrimonios entre gentes del pueblo, los
Hernán-Saiz si fueron partidarios de llevar a cabo alianzas cerradas, que en
muchos casos guardaban una consanguinidad bastante estrecha. Nupcias con gente
de su mismo apellido, además de otras casas destacadas como los Jarabo o
miembros de la pequeña nobleza rural, son sólo alguno de los ejemplos que
podemos citar.
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Los Hernán-Saiz también enlazaron
con los Benito, y esto lo sabemos por el testamento de Francisca de
Hernán-Saiz, quien cita a su esposo Juan Benito, mandando enterrarse en la
sepultura que tenía su abuela en la Iglesia de San Miguel, y que estaba situada
en la nave de Nuestra Señora (AMH, 1591). Poco después podemos leer el
testamento de su hermano Juan de Hernán-Saiz (AMH, 1592), quien siguiendo con
la misma idea que Francisca, solicita como lugar de descanso la tumba de su
abuela Catalina Martínez. Sabemos por el detalle de la escritura que junto a la
misma se hallaba la pila de agua bendita. Este Juan tenía hacienda propia y
había casado con Magdalena López. Además, era propietario de varias hazas que
repartirá entre tres de sus hijos, aunque otorgándole una proporción mayor a su
único descendiente varón, quien recibiría un mazuelo de 450 vides y un cebadal
que iba adscrito a un vínculo, además de un olivar que mandó para la cofradía
de Nuestra Señora del Rosario.
Otra línea destacada fue la que
refleja el testamento de Alonso de Hernán-Saiz (AHM, 1593), quien mandó ser
enterrado en la capilla mayor, donde tenía sepultura su madre María de
Santacruz. Su esposa era Catalina Muñoz, con la que dejó por descendientes varios
hijos. En su caso se citan un largo listado de bienes, sobre todo referentes a menaje
y textiles, que acabaría recibiendo su hija Isabel de Hernán-Saiz.
Los Hernán-Saiz incluso llegaron
a crear un mayorazgo, una figura propia de la nobleza, en la que se acumulaban
diferentes bienes, que pasaban a ser indivisibles, y así recaer en un único
heredero. Esto lo veremos con Alonso de Hernán-Saiz y su esposa Ana Parrilla,
quienes tuvieron varios vástagos, entro los que destacarían Juan de Hernán-Saiz
Parrilla o el Licenciado Manuel de Hernán-Saiz.
Otra línea destacada fue la del
fundador de la capellanía de este linaje (Gerónimo de Hernán-Saiz, viudo de
Inés González), quien falleció en 1735 solicitando un total de 200 misas. En
1751, la fundación religiosa pertenecía a Silvestre de Hernán-Saiz, el cual era
menor, por lo que su administración hubo de recaer en Miguel de Hernán-Saiz (su
padre). Esta capellanía estaba relacionada con los bienes que aglutinó Ana de
Hernán-Saiz, mujer casada con Alejandro Parrilla. Como decimos, la capellanía
tenía una dote importante, de ahí que estuviese formada por unas casas y
corrales con bodega, además de un par de viñedos que sumaban 800 cepas, junto
con más de una quincena de fincas dedicadas al trigo, sin olvidar varios
olivares y otras tierras de cultivos, acompañadas incluso de un manantial,
conocido con el nombre de la fuente de la Peña.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Gómez de Mora y Jarabo.
Apuntes sobre familias de La Peraleja. Inédito
* Archivo Municipal de Huete.
Libro I de protocolos notariales de La Peraleja, año 1591-1592, Simón Sánchez.
* Archivo Municipal de Huete.
Libro II de protocolos notariales de La Peraleja, año 1593-1594, Simón Sánchez.