miércoles, 29 de abril de 2020

Los Crespo de La Peraleja siglos atrás

Hace escaso tiempo dedicábamos un artículo a la familia Crespo asentada en Saceda del Río, y cuya línea podría guardar un parentesco con la que vamos a tratar a continuación. A falta de una investigación más exhaustiva sobre este apellido, desconocemos su origen en el caso de La Peraleja, aunque no sería descabellado plantear un posible nexo con la rama asentada en Gascueña, y que cronológicamente es la más antigua de los tres municipios. Tampoco podemos pasar por alto que habría que añadir como paralelamente existía otra línea en la cercana Villanueva de Guadamejud, tomando precisamente asiento en La Peraleja durante la segunda mitad del siglo XVI. Vemos pues un conjunto de localidades muy próximas, que probablemente arrastrarían en origen un mismo progenitor.

Dentro del vecindario peralejero presenciamos como durante la segunda mitad del siglo XVI vivió un vecino llamado Francisco de Crespo, marido de Elvira Ballestero. Como decíamos, poco o nada conocemos sobre sus raíces, no obstante, su hijo Pedro establecería un enlace matrimonial con una hija de los Jarabo-Vicente, dos casas de labradores que vivían de manera desahogada, y desde donde se extenderá la descendencia en generaciones posteriores.

Pedro tendrá varias hijas con la nieta del hacendado Bonifacio Jarabo: Ana de Crespo Jarabo, casada en 1644 con Juan Palenciano Domínguez, así como Isabel de Crespo Jarabo, quien lo hará en 1633 con Miguel Martínez de Villanueva (otro agricultor con posibles). Isabel fallecería en 1677, llegando a fundar una capellanía que inmediatamente será aprovechada por sus parientes para proyectarse como miembros del clero local. Al respecto cabe decir que su hijo era el Licenciado Asensio Martínez de Crespo.

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A grandes rasgos, vemos como este linaje se adaptaba a los cánones tradicionales de las pequeñas zonas rurales en los que se buscaba mejorar la posición de sus integrantes siguiendo un método muy simple, consistente en el establecimiento de alianzas entre propietarios agrícolas, que se combinaban con la creación de capellanías, que permitiesen resaltar la figura del clan dentro de la Iglesia local. Una vez consolidada esta operación, se podía optar por varias opciones, una era la de seguir creciendo y ocupar puestos destacados dentro de las diferentes corporaciones que había en la localidad, bien fuese como alcalde, regidor o mayordomo de alguna de las cofradías. Otra era la de planificar enlaces con linajes de zonas colindantes o áreas más pobladas, en busca de unas miras que superaran las expectativas del marco municipal.

Como veremos en La Peraleja se optaba mayoritariamente por el primer caso, pues de manera comparativa con otros emplazamientos de la zona, la calidad de vida no era nada mala. Recordemos que en este enclave no había una presión señorial como la que apreciaremos ya desde tiempos más antiguos en otros lugares más cercanos, lo que permitió una mayor adquisición de tierras, que iban consolidándose entre los varios mayorazgos que fundarían sus vecinos.

David Gómez de Mora

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).