Dos de las familias que merecen una
breve mención para entender la importancia ejercida por los escribanos en esta localidad,
son los Cubo y los Crespo. Un par de linajes cuyos apellidos irían perdiéndose paulatinamente
con el trascurso de las generaciones, y donde tanto el uno como el otro tenían
en común haber llegado hasta Saceda durante la primera mitad del siglo XVII.
Los primeros procedían de Huete, enclave
que en aquellos tiempos comenzaba a sufrir una fuerte crisis como resultado de
la epidemia de peste que asolaba sus calles. Los Cubo no eran gente falta de
recursos, pues a tenor de sus enlaces, los podríamos calificar como una familia
de la pequeña burguesía local, que supo generar cierta riqueza, además de
moverse con solvencia entre el círculo de los propietarios bien posicionados.
Sabemos que tenían algunas tierras,
sin una extensión excesiva, pero con una autonomía que tras el paso del tiempo
se iría incrementando, hasta llegar a dominar una producción de 70 almudes de
trigo. Más desconocido era el caso de los Crespo, quienes venían en origen de
la villa de Gascueña. Su entronque con los Cubo obviamente les cambió la vida, ya
que consiguieron heredar una de las escribanías que había en el pueblo. Recordemos
que Juan Crespo la adquirió gracias a su suegro, don Agustín del Cubo y de Vellisca,
anterior escribano, pues su hija María del Cubo había celebrado nupcias con
Juan.
No sabemos muy bien de donde le
venía todo el patrimonio a los Cubo, sólo que habían emparentado con los Zeza
(un linaje converso que finalmente consiguió el reconocimiento de su nobleza). Operación,
que si no es mucho suponer, tuvo que lograrse por la aportación de falsa
documentación, ya que desde finales del siglo XV, las acusaciones por parte del
Santo Oficio fueron una constante. Suponemos que aquí jugaría un papel
importante el escribano de Huete con el que contaba la familia.
Si queremos precisar sus orígenes, Bartolomé
del Cubo y de la Zeza, casó en 1595 con María de Vellisca y Muñoz (quién era
biznieta de Lope Muñoz, el padre de los progenitores del linaje de los Muñoz-de
Segovia de La Peraleja).
Como decíamos, ignoramos la ocupación
profesional de Bartolomé, aunque sabemos que su hijo Agustín del Cubo y de
Vellisca no vivió del todo mal. Tras fallecer Bartolomé, éste repartió sus
bienes y ordenó mandas, entre las que se cita una modesta memoria con pago de
una misa anual para el día de San Sebastián, sobre una viña de 4 almudes. Parece
ser que el apellido materno al escribano le venía de Saceda, concretamente de
una casa que comenzaba a hacerse un hueco, tal y como apreciamos a través de
Miguel de Vellisca, quien tras fallecer en 1670 paga 600 misas, además de
fundar un mayorazgo.
No cabe duda de que la familia se
asentó en el municipio sabiendo lo que hacía, de ahí que inmediatamente Agustín
comenzara a ejercer el oficio de escribano. Su hija María del Cubo, tuvo por
vástago a José de Crespo y del Cubo, marido de la viuda María de Torrecilla
(quien doce años antes había casado con Antonio del Cubo). Éste realizó su
testamento, con una manda de 320 misas, además de solicitar enterrarse en la
sepultura que sus padres poseían en la Iglesia (AMH, 199).
David
Gómez de Mora
Bibliografía
* Archivo Gómez-de Mora y Jarabo.
Genealogía familiar. Inédito
* Archivo Municipal de Huete, nº199.
Año 1696.