jueves, 9 de abril de 2020

La Iglesia Parroquial de Caracenilla. Notas históricas sobre familias del municipio y sus zonas de enterramiento

La aparición a principios del siglo XIX de una nueva legislación que por motivos higiénicos, exigía que los cuerpos de las personas fallecidas fueran enterrados en un cementerio abierto al aire libre, cambió sustancialmente las costumbres que imperaban en pueblos, donde hasta la fecha los cuerpos de sus vecinos eran depositados en nichos subterráneos, habilitados en el interior de los templos religiosos.

La importancia de que los restos del difunto reposaran en una parte concreta de la Iglesia, era una cuestión de cierta relevancia, pues aquello comportaba una serie de beneficios, que podían influenciar en el proceso de salvación de aquella alma, además del estatus e imagen que otorgaba a sus familiares.

Obviamente estábamos ante una mezcla de intereses entre los que se cruzaban los de índole religioso y tipo social, donde los integrantes, emulaban a menor escala, las costumbres que las grandes familias de la nobleza seguían efectuando en el interior de las catedrales de sus respectivas Diócesis.

Además del pago de misas y la realización de diferentes mandas que podían ayudar a solventar de la mejor manera posible la salvación de aquel ser querido, se reflejaba una clara preocupación por la elección de un lugar privilegiado.

No cabe decir que las sepulturas próximas al altar eran las más valoradas, por lo que comportaban un mayor coste de adquisición. El poder ocupar un lugar que acercaba más si cabe a Dios, era un factor decisivo que modificaba sustancialmente el coste de las hileras de cada nicho subterráneo, motivo por el que sólo los vecinos más adinerados eran capaces de hacerse con ese privilegio.

Lo cierto es que en Caracenilla no se vivía nada mal, sólo hemos de estudiar las cantidades de misas y bienes que se dejan ver en sus testamentos, para hacernos una pequeña idea de la disponibilidad de recursos existentes entre muchos de sus habitantes. Sin lugar a dudas dentro de lo que sería la franja este de Huete, y que siguiendo la línea de enclaves que estudiamos en un pasado artículo sobre las élites en el año 2018, podríamos asegurar que en este municipio era donde se invertía una mayor cantidad de mandas para la salvación de sus seres queridos. No olvidemos que otro de los puntos valorados era el coro de la Iglesia.

Iglesia parroquial de Caracenilla (foto del autor)

Una de las costumbres más demandadas, era asegurarse una de las áreas con mayor trasiego por parte de los fieles, pues estaba extendida la creencia de que esto les permitía estar más cerca de sus seres querido. También era habitual comprar sepulturas anexas entre sí, pues de este modo los familiares de los difuntos estaban más cerca.

Como sabemos en un nicho subterráneo podían enterrarse varias personas, y siempre que el dinero lo permitiese, se contrataba a un artista que fabricaba una lauda sepulcral, en la que se inscribía el nombre, fecha y algún aspecto personal o social del difunto, entre los que solían proliferar los escudos de armas siempre que éste fuese integrante del estado noble.

Tampoco podemos pasar por alto las capillas laterales, destacadísimas entre las élites locales, ya que otorgaban un estatus al linaje, al funcionar estas como una propiedad privada dentro del lugar más sagrado del municipio. Aquel espacio se transformaba en un entorno personal, que solía mantenerse a costas de sus representantes, y que en el caso de miembros del estado noble, solía engalanarse con su escudo de armas, y dependiendo de su capacidad económica, decorar y complementarlo con piezas religiosas, un retablo o incluso una verja.
¿Qué es lo que sabemos al respecto en este sentido de la Iglesia de Caracenilla?, lo cierto es que tras haber leído y estudiado a fondo sus libros de defunciones, hemos conseguido recoger un conjunto de datos sobre los lugares en los que reposaron los cuerpos de los principales linajes del municipio, y que a continuación transcribimos de nuestros apuntes personales.
En lo que respecta a sepulturas familiares, tenemos constancia de la que poseía la familia de los Pérez de Albendea (después apellidados como Pérez). Éstos la tenían en la segunda bancada por el lado del Evangelio. En la misma hilera estaba la de los Medina, una familia con recursos, que representó con algunos de sus integrantes a los servidores del Santo Oficio en el municipio.
Los Orozco, junto con sus parientes los Espada y los Montemayor, son algunas de las casas que se moverán en la órbita de la nobleza asentada entre Huete y la ciudad de Cuenca, y que por su relación con Caracenilla, también adquirieron una sepultura.
Unos de los más privilegiados (y que conformarán esa élite agrícola), fueron los Alcázar-Rubio, quienes tenían su zona de enterramiento en el coro de la Iglesia. Tampoco se nos pueden pasar por alto los Garrote, otro linaje con una influencia destacada en el municipio desde el momento inicial de su asentamiento en el siglo XVII, y cuyas raíces les llevaban hasta la localidad de Villar del Horno. La sepultura de la familia fue fundada por Juan Garrote Saiz, quien era marido de María de Alcázar Pérez, y que como en otros espacios habilitados, sólo podían enterrarse aquellos miembros que portaran su sangre.
En el lado de la epístola se cita la sepultura de los Martínez, familia también importante, por llevar durante algunas generaciones la escribanía en la localidad. Gracias a los datos que se precisan en el libro de defunciones, pudimos averiguar que por aquellos tiempos, su sepultura se hallaba al lado de la tarima del altar de San José.
Otro de los linajes que se cita, es el de los Fernández de Culebras, cuya tumba estaba en el lado de la epístola, y donde sólo podían enterrarse aquellos familiares que demostraran su ascendencia con los fundadores Gabriel Fernández y su esposa María de Culebras.
Una de las familias que integró el conglomerado nobiliario del municipio fueron los León, otro linaje de hidalgos, con raíces en Valdemoro del Rey, y que tras su instalación en Caracenilla, consiguieron casar con las gentes más influyentes del municipio. Obviamente, para no ser menos, alzaron una capilla familiar, que todavía daba un mayor estatus a sus integrantes.
No olvidemos que los León llegaron a controlar varias de las capellanías que se fundaron en el municipio, lo que fortalecía más si cabe su nexo con el clero local, fenómeno por el que casi era obligado para su reputación el levantamiento de un punto de enterramiento que lo distinguiera del resto de linajes.
Los Ballesteros eran otra de las familias que se adjudicó un lugar de destacado, éste se hallaba enfrente del altar de la capilla de San José, ubicándose en el coro, concretamente en la primera bancada, al lado de la epístola, estando pegado a la tarima donde se hallaba el altar de San Miguel.
Sin lugar a dudas, las referencias extraídas, son vitales no sólo para saber el lugar exacto en el que descansaron los restos de muchos de nuestros antepasados, sino también para conocer la distribución de las advocaciones, y si éstas han cambiado poco o sustancialmente de lugar con el trascurso de siglos pasados.
Otra referencia de interés es que la capilla mayor durante el siglo XVIII tenía en sus laterales los altares del Rosario y San Roque, siendo precisamente junto a este último en el que se enterraban los curas, pues adquirieron en ese mismo lugar una sepultura, únicamente para su uso exclusivo, y que según parece, tenía a su lado la que era de los Ballesteros.
Valgan pues estas modestas notas personales, como un conjunto de información histórica que nos ayude a conocer mucho mejor la mentalidad y estructura social de un enclave como el de Caracenilla, sobre el que quedan muchos datos por sacar a la luz.
David Gómez de Mora
Referencias:


* Archivo familiar Gómez de Mora-Jarabo. Notas sobre los linajes de la Iglesia de Caracenilla.

* Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro I de defunciones (1571-1631).

* Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro II de defunciones (1631-1701).

* Archivo Parroquial de Caracenilla. Libro III de defunciones (1701-1767).

* Gómez de Mora, David (2018). “Las Élites locales en la franja Este de Huete entre los siglos XVI-XVIII”. En: davidgomezdemora.blogspot.com

davidgomezdemora@hotmail.com

Mi foto
Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).