jueves, 9 de abril de 2020

La pequeña nobleza en Villarejo de la Peñuela

Desde finales de la Edad Media, Villarejo fue una modesta localidad que permanecía impasible a los bruscos cambios de tipo económico como demográfico, vividos en algunos puntos de las tierras conquenses. Estaba sustentada por la riqueza de sus cultivos, como por un posicionamiento geográfico, resultado de una indiscutible ubicación estratégica, donde la localidad quedaba conectada por diversos caminos de herraduras, que le eran aptos para comercializar sus excedentes agrícolas con los enclaves de sus alrededores.

Los Señores del lugar llevaban a sus espaldas un prestigioso pasado, consolidado por una genealogía que los hacía compartir apellidos con miembros de la alta y media nobleza conquense. Mientras tanto, fuera de aquella órbita social, estaban las familias de labradores del pueblo. Promotores de una política endogámica, que favoreció el desarrollo de una reducida sociedad agrícola.

Entre sus representantes surgirán apellidos, que en otros puntos de la comarca llegaron a integrar las filas del estado noble. La única diferencia que les distinguía, era su escueto radio de acción y la obligación de contribuir a los pagos indicados, pues no dejaban de ser meros pecheros. Así se apreciará en el caso de los Rincón, y muy especialmente los Peña, estos últimos familiares del Santo Oficio en Villarejo, y con nexos muy estrechos en la ciudad optense, que si bien en nuestra apacible localidad no llegaron a impregnarse de una etiqueta nobiliaria, lo contrario sucedía en el cercano Garcinarro, Bonilla o Alcocer, donde ya sí eran tratados como hidalgos.

Entre aquel conjunto de familias, veremos alguna mención alusiva a una casa sobre la que hasta la fecha no hemos realizado referencia alguna, los Castro. Un linaje que no dejó una marcada descendencia, pero que sí acarreaba una solera nobiliaria, que como los anteriores en su fondo tenía un pasado converso.

Escudo en Villarejo de la Peñuela. Probablemente perteneciente a los Castro (imagen del autor).

Un fenómeno que no debería sorprendernos, y que como veremos, era más habitual de lo que hasta la fecha la historiografía nos ha relatado. Algunos linajes (como es el caso de los Peña o los Rincón de Villarejo), obviamente perderían todo interés en iniciar los trámites de un proceso, que les permitieran un incremento de su reconocimiento social, pues en resumidas cuentas al final les acarreaba más disgustos que satisfacciones, ya que la Inquisición estaba sobradamente al corriente de que apellidos de la zona eran portadores de sangre conversa.

Volviendo con quienes creemos que podrían ser los Castro, apreciamos un bonito escudo de piedra, que ajustado a un esquema simple, inserta en un medallón rematado por un casco con sus penachos, un conjunto de seis roeles, puestos de dos en dos. Para quien pretenda imaginar cromáticamente la pieza de acorde a las referencias de los armoriales heráldicos, debe saber que el campo de esta familia solía representarse en plata, junto con su media docena de roeles en azur.

A la pregunta de si hay constancia sobre personas portadoras de este apellido en la localidad, hemos de decir que sí. Y esto lo sabemos por las anotaciones que tenemos registradas en nuestro archivo genealógico, donde se nos indica como a finales del siglo XVI estuvo celebrando sus bodas en el pueblo, un tal Julián Fernández de Castro con su esposa Cornelia Cipriana Ojeda. Ignoramos si este matrimonio dejaría algún descendiente o sólo estuvo de paso por el pueblo. Aunque en la centuria siguiente si que hay evidencias que confirman la presencia de algunas personas portadoras de este apellido. Concretamente tenemos constancia de una línea que para nosotros resulta interesante, se trata de la vecina María de Castro, esposa de Domingo Saiz.

Vivienda en la que se halla el mencionado escudo (imagen del autor).

Sabemos que una hija de este matrimonio llamada Ana Saiz de Castro, en 1673 celebró sus bodas con otro villarejeño. Por las mismas fechas aparece como esposa de Pedro Saiz de Marcos, otra mujer designada como María de Castro.
Desconocemos si se trata de la misma persona, o de si hablaríamos de una pariente, con idéntico nombre y apellido. De lo que no cabe duda es que esa Castro aparece anotada como vecina de Villarejo durante el siglo XVII, además de fallecer y ser enterrada en la Iglesia del pueblo.
Llama la atención que sendos enlaces se produzcan con integrantes que portan un mismo apellido, quedando en el aire si había algún nexo de sangre entre los citados Domingo y Pedro. De éste último, ya presentamos en nuestro trabajo sobre las élites en la zona este de Huete una parte de su genealogía.

Genealogía de los Saiz de Villarejo (elaboración propia)

La familia Saiz fue una de las mejor posicionadas que existieron en Villarejo, esto les permitió establecerse entre el bloque de lo que designaríamos como las élites locales. Muchos de sus representantes fueron ricos labradores. Mientras tanto, la esposa de Domingo dejaría una hija que casará con un integrante de los Sotoca, de quien pasamos a presentar una nueva genealogía, en la que observamos los repetitivos lazos entre algunas familias del pueblo.
Genealogía de Bartolomé Sotoca y Ana Saiz de Castro (elaboración propia)

Resulta complicado poder llegar a establecer conclusiones finales, cuando hablamos de un apellido que la historiografía de la comarca ya documenta en estas tierras desde los tiempos de la conquista optense, aunque como decíamos, esto no quitará peso a las acusaciones sobre el origen converso de las variadas líneas que acabarán medrando desde los tiempos del Medievo.
Siguiendo nuestra genealogía familiar podemos afirmar que durante la segunda mitad del siglo XVI hubo en la Peraleja asentado algún Castro más. Se trataba de Juana de Castro, y cuyas raíces, según los libros parroquiales, apuntarían hacía el norte de España. Igual de interesante resulta el caso de otros miembros, tal y como sucedió en Gascueña, cuando éstos intentaban legitimar sus derechos como hidalgos.
David Gómez de Mora 
Notas:
* Apuntes de la genealogía familiar

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).