martes, 19 de mayo de 2020

Datos genealógicos sobre los grupos de poder y la nobleza peñiscolana del siglo XVIII

El presente artículo es fruto de un trabajo de investigación de varios meses, en el que gracias a la documentación analizada a través de la sección de Escribanías de Cámara (presente en el Arxiu del Regne de València), junto con la registrada en nuestros apuntes, nos ha permitido plasmar de modo detallado una serie de informaciones genealógicas, sobre algunas de las familias más importantes de la Peñíscola del siglo XVIII. Un conjunto de linajes que gozaron de un reconocimiento social y su respectivo derecho a portar armas heráldicas, al conseguir ennoblecer con motivo del privilegio extendido por Felipe V, tras la estoica resistencia del municipio durante el estallido de la Guerra de Sucesión.

Quien mejor conoce la representación gráfica de los correspondientes blasones de esos vecinos es Joan Roig i Vidal, autor que hace unos años ya los representó gráficamente en uno de sus artículos (2015). No olvidemos como esta localidad durante el siglo XVIII era un enclave que había perdido la influencia política de centurias pasadas. Por aquellas fechas Vinaròs y Benicarló habían superado notablemente a la Peñíscola de los tiempos del Papa Luna.

Y es que el precio que tuvo que pagar la ciudad de la roca fue carísimo, debido al recelo de los mandatarios que desde Madrid sabían de la necesidad de dominar una plaza, que contraproducentemente hacía que el municipio estuviera siempre sumido en conflictos, en el que aquella guerra sólo fue uno más, diezmando por tanto la capacidad económica de unos habitantes, que pasaban mucho tiempo confinados en sus muros, sin posibilidad de salir a faenar al campo o zarpar con sus embarcaciones.

Sin lugar a dudas el ennoblecimiento de Felipe V a los representantes de la corporación municipal fue todo un catalizador social, puesto que aquel reconocimiento aumentaba si cabe su grado de influencia, aunque sólo fuese desde dentro de un modesto marco local como en el que se solían mover.

A través de los árboles genealógicos que hemos elaborado, salta a la vista que esta serie de familias mantendrán un conjunto de políticas cerradas, que explicarán como su inmensa mayoría guarda un estrecho parentesco, promoviéndose alianzas herméticas y previsibles, que reforzaban los nexos de poder.

Sin lugar a dudas nadie ponía en tela de juicio el protagonismo alcanzado por algunas líneas de los Ayza. Una estirpe de labradores, que atesoraba un rico patrimonio en bienes agrícolas, y que obviamente le valdrán el derecho a ocupar en multitud de ocasiones puestos destacados de la política local.

Don Juan Ayza era esposo en primeras nupcias de Esperanza Solà, además de regidor, jurado mayor y propietario de varias embarcaciones. No cabe duda que el privilegio de nobleza catapultó el nombre de su familia. Sabemos que su hijo don Agustín fue presbítero, mientras que algunos de sus vástagos casarían con gente destacada, así sucederá con doña Josefa Ayza, mujer del regidor Vicente Boix, otro integrante de una de las familias más importantes del municipio. Una hermana llamada doña Inés Ayza, lo haría con el mayordomo don Antonio Mundo, quien al mismo tiempo que su suegro, sería otro de los agraciados con el privilegio de nobleza.


Por aquel entonces la familia ya gozaba de posibles, tal y como ocurría con el referido don Agustín, quien entre sus muchos bienes tenía una vajilla de plata, además de piezas cerámicas de la Alcora y otros utensilios de valor. Don Agustín fallecería en 1757, mandando ser enterrado en la sepultura del clero que había en la parroquia. Como veremos el linaje entroncará con otras de las casas que conseguirían el distintivo social de 1709, es el caso de don Antonio Mundo, además de otros descendientes que ahora engalanaban su nombre con un don (don Jaime Fresquet, esposo de doña Josefa Ayza o don Juan de Llaudís, marido doña Rosa Martín i Ayza).

Escudo de armas perteneciente a don Antonio de Mundo. De plata, una cruz en gules, al medio de ella una flor de lis de plata perfilada de sable, y cuatro flores de lis de azur en los vacíos que forma la cruz (Roig i Vidal, 2015).

Más adelante un biznieto de don Juan Ayza, será sobre quien averiguaremos datos que confirmarán como la familia había consolidado su posición dentro del municipio. Por aquel entonces don Agustín Ayza (y que era esposo de Isabel Boix), mandó ser enterrado con el hábito de los agustinos en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Su hermano era el corregidor don José Ayza, y el cuerpo de su hija doña Bárbara Ayza también descansará en la misma sepultura en la que éste se encontraba. Agustín repartió entre sus dos hijos un amplio patrimonio que sumará varias casas, más de veinte fincas e incluso una bodega. Como sucedía tantas veces, la costumbre siempre daba preferencia a un hijo (por norma general se trataba del primogénito), quien recibía una cantidad superior de bienes en comparación con el resto de hermanos, llegando muchas veces a consolidar el grueso del patrimonio existente, tal y como veremos en la figura catalana del “hereu”.

Árbol genealógico de la descendencia de la familia Ayza, así como las líneas de linajes locales que entroncarán con ellos. Datos del archivo personal, ARV -1761- y ARV -1794-. Elaboración propia a partir de genopro.

Las alianzas de los Mundo, Llaudís, Martín, Albiol y especialmente los Boix, serán una constante con el trascurso del tiempo. Precisamente esta última familia es la que desde siglos atrás ostentará un control importante en el municipio, ocupando cargos destacados, entre los que les veremos ejerciendo de regidores y jueces hasta entrado el siglo XIX.

Miguel Boix era un soldado inválido biznieto de don Juan Ayza. Éste había casado con Josefa María Ayza, quien en su testamento solicita enterrarse en la “sepultura que se halla inmediata a la capilla de Nuestra Señora de los Dolores de la Parroquial de la Iglesia de Peñíscola” (ARV, 1799, fol. 11v). Ambos tenían varias fincas, e incluso una fábrica de aguardiente, que Miguel y su padre Pablo vendieron “en 1777 a don Francisco Moliner en las Cuevas de Vinromà por el precio de 725 libras” (ARV, 1794, fol. 69). Entre los parientes veremos a gente de renombre, como sucederá con el caballero gobernador y regidor, don José Domingo Vidal, esposo de doña María Ayza, y vecino de la localidad de Vinaròs.

Árbol genealógico de la familia Boix y sus entronques con otras familias destacadas del lugar. Datos del archivo personal, ARV -1799- y ARV -1816-. Elaboración propia a partir de genopro.

David Gómez de Mora

Bibliografía:
* Arxiu Gómez de Mora. Apunts genealògics. Inèdit.
* Arxiu del Regne de València. Escribanías de cámara. Año 1761, expediente nº74
* Arxiu del Regne de València. Escribanías de cámara. Año 1794, expediente nº178
* Arxiu del Regne de València. Escribanías de cámara. Año 1799, expediente nº69
* Arxiu del Regne de València. Escribanías de cámara. Año 1816, expediente nº120
* Roig i Vidal, Joan (2015). “Hidalguías” a Peníscola i la Jana al 1709. Centre d’Estudis del Maestrat. Nº93, pp. 124-135

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).