Entre las familias de labradores
que tuvieron cierta importancia durante el pasado, el caso de los Martínez es
una de las que más nos ha interesado, por la diversidad de datos que aparecen
sobre algunos de sus integrantes en determinados momentos de la historia del
municipio.
Desconocemos cuando se produce de
manera precisa la llegada de este apellido a Peñíscola, aunque siguiendo
nuestras anotaciones genealógicas, hemos comprobado como al menos durante el
siglo XVI ya había asentado algún vecino entre sus portadores.
Gracias al censo que nos presenta
Joan-Hilari Muñoz (1983), sabemos que la corporación municipal a 14 de
noviembre de 1549 tiene por “Lloch de Justícia” al señor Miquel Martínez.
Recordemos que el requisito que se exigía para ejercer aquel cargo era el de
pertenecer al estado llano, es decir, no ser caballero o ricohombre, no
obstante, la gente que lo representará siempre estará asociada con las personalidades
del municipio que gozarán de cierta reputación, pues no hemos de olvidar que su
función era la de colaborar en la resolución de disputas ocasionadas entre
vecinos de la localidad.
Veremos como por ejemplo en el
morabatí peñiscolano de 1644 se cita a un Francesc Martínez con cargo de
“Jurat” (ARV). Un puesto que éste seguirá ostentando con el trascurso de los
años, pues volverá a aparecer ejerciendo como tal en 1656. Poco después, en
1662 Jaume Martínez figura como “Jurat Major”. Recordemos que las familias de
la pequeña burguesía local por antonomasia ostentarán puestos como el de “Jurat,
Mostassaf i Justícia”, pues aquello en cierto modo alimentaba el prestigio e
imagen del clan.
En el siglo XVIII se menciona al
vecino Esteban Martínez, labrador de oficio, y quien en 1756 se le habían peñorado
unas colmenas dentro su propiedad (ARV), indicándose que entre los meses de julio
y octubre, éste quedaba privado de poseerlas en sus huertas y viñedos, con
motivo de los daños que estaban provocando en los higos y uvas de las fincas de
sus alrededores. Decir que en 1702 el arrendador de las acequias de los
estanques de Peñíscola era otro residente llamado Miquel Martínez.
Sabemos por nuestros apuntes
genealógicos que el citado Esteban ejerció de apoderado en el pleito entre
Pablo Albiol y Juan de Ayza, en relación con la disputa que desencadenó la
sucesión de una serie de bienes de la familia de su esposa, pues recordemos que
éste era marido de Margarita Martín i Ayza, nieta materna del noble don Juan
Ayza.
En el siglo XIX veremos miembros de
los Martínez ostentando el cargo de Alcalde de Campo, además de residir en
algunas de las principales zonas con las que contaba el municipio. Sabemos que
por aquellos tiempos las calles más valoradas de Peñíscola eran las que desembocaban
hacia el flanco sureste, lo que explicará que muchas de las familias con mayor
disponibilidad de recursos acabarían asentándose en ellas. Esta cuestión es
obvia de entender, si tenemos en cuenta que estos viales eran los que recibían
una mejor entrada de aire (hallándose más ventilados), además de estar
posicionados en una zona donde el relieve de la roca no es tan abrupto, lo que
permitía una mayor disponibilidad de espacio en las residencias, pues en la
roca la superficie de suelo aprovechable siempre ha sido mínima. Esas zonas
eran las calles que hoy denominamos con los nombres de don Juan José Fulladosa,
Mayor, San Vicente, San Juan y del Príncipe. Siguiendo el Padrón General de
1853 comprobamos como por ejemplo José Martínez residía en la calle San Juan,
mientras que Vicente y Francisco Martínez lo harán en la calle Mayor. Como dato
curioso en el año 1827 el síndico personero del Ayuntamiento fue don Vicente
Martínez i Martorell.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
* Apuntes genealógicos de Peñíscola. Inédito
* Arxiu Municipal de Peníscola
(1853). Padrón General de Peñíscola
* Arxiu del Regne de València
(1644, 1656 y 1662). Morabatís de la población de Peñíscola.
* Arxiu del Regne de València
(1756). Escribanías de Cámara. Expediente 117.
* Muñoz Sebastián, Joan-Hilari
(1983). “Els habitants de Peníscola a l’any 1549, segons una llibreta de
compliment Pasqual”. Centre d’ Estudis del Maestrat, n. 68 (jul.-dic. 2002), p.
107-117