Pocas referencias históricas se
han podido conservar sobre algunas de las familias que han formado parte de la
antigua sociedad peñiscolana. Esto lo sabemos de primera mano por la dificultad
que desde la perspectiva histórica nos va suponiendo el intentar indagar sobre las
raíces de muchos de aquellos linajes que conformaron su población. Ello en
parte se debe a la ausencia de un Archivo Parroquial con volúmenes antiguos,
puesto que todos ellos fueron pasto de las llamas en 1936.
No obstante, entre legajos o
publicaciones que ignoramos, de vez en cuando puede aparecer alguna mención,
que hace que debamos plantearnos la importancia alcanzada por alguna de las
familias que se asentaron en este lugar. Hecho que sucede con el caso de los
Simó.
Sabemos que una parte destacada
de sus representantes formaron casas de marineros, como especialmente labradores
acomodados, que irán asociándose con otras familias de la pequeña burguesía
local, así como de la baja nobleza, y que afloró en el municipio a partir del
siglo XVIII.
También veremos otras líneas de
la familia que integrarían el brazo eclesiástico, siendo varios los capellanes
que portarán su apellido. Un hecho habitual dentro de enclaves como este,
puesto que aquella sociedad local, a pesar de mirar hacia el mar, guardaba
rasgos muy propios de las poblaciones que se habían forjado en un entorno rural,
donde a la hora de medrar socialmente, el poder inculcar una formación religiosa
a uno o varios de sus hijos, era sin lugar a dudas un factor determinante, así
como muy aceptado, que asociado a la tenencia de un patrimonio agrícola, en el
que algunos de sus hermanos labradores ejercían cierta influencia, potenciaban
un caldo de cultivo idóneo, propicio para el surgimiento de una mentalidad en
la que se valoraba notablemente la necesidad de dar nombre e importancia al
linaje familiar.
Ya en el censo del morabatí de
1602-1603 se citan hasta cinco vecinos portadores de este apellido, es el caso
de Pere Simó, hijo de Nicolau Simó; Joan Simó; Pere Simó, hijo de Pere Simó:
Miquel Simó, hijo de Pere Simó así como Miquel Simó, hijo de Miquel Simó (ARV).
Esto nos lleva a pensar que como mínimo a principios del siglo XVII había tres
cabezas de familia en el lugar (Nicolau Miquel y Pere). No obstante, a tenor de
nuestras referencias, apuntaríamos a que como mínimo el apellido estaría asentado
aquí desde los tiempos del Medievo.
Parece ser que los Simó fueron
reconocidos como miembros del estado noble, hecho que pasará a registrarse para
la posteridad en el Nobiliario de las Guardas Marina Leonesas de 1719-1811, recogido
por Dalmiro de la Válgoma y Díaz-Valera. En el texto se nos informa que don
Pablo Azcárate i Simó bautizado en 1775, era hijo de don Juan Lorenzo Azcárate
y doña Teresa Bernarda Simó i Figueredo, quien a su vez era vástaga de don
Pedro Manuel Gaspar Simó, peñiscolano bautizado en 1697, y que casó con la
madrileña doña María Teresa Figueredo.
En la referida documentación se
indica que se expidió una certificación del Corregidor de Peñíscola con fecha
de 2 de enero de 1726, en la que se hacía constar la nobleza inmemorial del
citado don Pedro Manuel Gaspar Simó i Donclaros como caballero de la ciudad de
Peñíscola, y que era a su vez hijo de don Andrés Simó y Josefa Donclaros. Un
hermano de don Pedro fue el señor don Félix Simó i Donclaros, quien ejerció
como regidor de la villa durante un periodo de 35 años.
Obviamente esta referencia supone
una fuente de interés adicional para comprender la historia del linaje, ya que
independientemente del reconocimiento social que hubiesen tenido a lo largo de su
historia, no cabe duda de que los Simó son otra de esas grandes casas que
conformaron las élites del municipio siglos atrás.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Histórico Nacional
(1793). Orden de Carlos III, Expediente 3715. Caja 84
* Arxiu del Regne de València
(1602-1603). Morabatís de Peñíscola