lunes, 25 de mayo de 2020

Familias de hidalgos en La Peraleja. El caso de los González-Breto, Patiño y Suárez

Durante el siglo XVI en el municipio de La Peraleja se viviría un periodo de auge con la instalación de linajes adscritos al estado noble. Casas como la de los Daza, Patiño, Suárez…, se enmarcan en un momento de la historia del municipio, en el que algunas de sus gentes invertirán esfuerzos y dinero en ejecutorias con las que incrementarán su estatus social.

Como bien sabemos, en el ámbito de la nobleza son muchos los matices a la hora de hablar sobre las raíces genealógicas de cada familia. Por norma general si leemos los armoriales o el contenido de la documentación que acreditaba aquella privilegiada situación, apreciaremos que por aquellos tiempos estaba en boga el ideario romántico que difundía una imagen nostálgica e idealizada del caballero, haciéndolo participe de las gestas que se habían logrado con la instauración de la religión cristiana, en el periodo de la conquista contra los musulmanes.

La gran mayoría de familias que deseaban medrar socialmente, siempre que pudieran y cuando hubiera garantías de que aquello no les iba a acarrear ningún problema, se decidían a probar suerte en la Real Chancillería.

Durante los siglos XIV y XV, muchos linajes conversos procedentes del área portuguesa y sus anexas tierras gallegas, comenzarán a llegar hasta el territorio conquense, argumentando un pasado heroico, que nunca se podrá rastrear con el mismo detalle que el de las familias asentadas en este lugar desde inmemorial. Algunas, sabremos tiempo después que se adscribirán al colectivo de los “marranos”, judíos portugueses que intentaron poner un nuevo rumbo a su vida.

Aquel relato donde se solía faltar mucho a la verdad, poco menos que se acabó convirtiendo en un procedimiento habitual y extendido que hacía prosperar el nombre de la familia. Los requisitos reclamados y entre los que se hallaba la pureza de una sangre que nunca había tenido contacto con algún antepasado ajeno a la religión cristiana, eran prácticamente imposibles de cumplir (resultando menos comprensibles entre aquellos inquisidores, que por norma general arrastraban una tacha conversa igual o incluso más grande que la de las personas que luego iban a condenar).

Imagen: amigosdelaperaleja.org

En el caso de La Peraleja es probable que nos encontrásemos con las dos caras de la moneda (habiendo caballeros que tenían unas evidentes raíces conversas, así como algunos conformados por familias de cristianos viejos, que por lo menos, hasta donde llegaba la documentación, parecían no inmiscuirse en el mismo grupo).

Ya era sabido que en este entorno geográfico muchas de las élites ennoblecidas descendían de antiguos judíos e incluso musulmanes, cuyas genealogías estaban registradas en los informes de procesos e investigaciones de los que eran más que conocedores los miembros de la Inquisición Conquense.

Los Patiño destacarán por su política matrimonial, buscando desde un primer momento enlaces con gente de su mismo eslabón social. Por ejemplo, Tomás Patiño, celebró sus bodas con María Daza (perteneciente a otra destacada casa de la nobleza optense), fruto de cuya unión nacería doña Isabel Baptista Patiño, y que casó en 1565 con el noble don Francisco Suárez de Salinas.

Siguiendo nuestros apuntes genealógicos veremos que el destino de cada una de las líneas asentadas en este municipio intentará diversas estrategias, aunque finalmente todas acabarán confluyendo hacia un mismo círculo local.

Francisco e Isabel tuvieron algunos hijos, una fue doña Isabel Suárez Patiño, quien celebró sus nupcias en 1595 con Juan Vicente de Oliva (una familia de labradores acomodados que estaba instalada en el lugar desde hacía tiempo). Los Vicente no portaban ningún tipo de nobleza, pero si una impoluta marca de cristianos viejos y que tanto gustaba a los ojos del Santo Oficio. Sus descendientes pasarán a enmarcarse dentro de las típicas alianzas locales con familias de propietarios agrícolas, y que al menos en el municipio seguían gozando de cierto prestigio (es el caso de los Hernán-Saiz, del Olmo…).

Por otro lado, el hermano de Isabel, don Juan Suárez de Salinas y Patiño, intentará preservar las miras sociales de sus abuelos, por lo que se acabaría casando con la distinguida doña Beatriz Núñez (descendiente de otra casta de nobles de la ciudad de Huete, pero con unas raíces judías que eran imposibles de esconder, tal y como lo evidencian algunas de las acusaciones que sobre ellos recaerían por parte de la Inquisición). Creemos que la idea de la familia de Juan era clara, pues éste seguiría intentando no inmiscuirse con las casas locales, buscando apoyos que venían desde los linajes asentados en Huete, de ahí que nuevamente no resultará casual que su hija Beatriz Suárez case en 1600 con Manuel de Escolar, otro vecino asentado en la Peraleja, pero cuyos padres procedían de la ciudad optense.

Creemos que a partir de ese momento se marca un punto de inflexión en la familia, ya que la escasez de una descendencia que garantizara una prolongación masculina, junto con la pobre disponibilidad de nobles para gestar aquella jugada en La Peraleja, acabarán explicando la desintegración de sus aspiraciones, por lo que irían fusionándose con el núcleo de labradores autóctonos, como ya veremos con la hija de ambos, y que casó en 1653 con el bien posicionado Miguel Jarabo Rojo.

Ascendencia de Miguel Jarabo Vicente y María de Escolar Suárez (elaboración propia).

¿Y qué decir de los Suárez de La Peraleja?, lo cierto es que hasta la fecha son pocas las referencias que hemos podido aportar sobre su pasado, aunque cabe advertir que existe documentación de interés, y que a día de hoy no se ha publicado de manera pormenorizada, de ahí que los califiquemos como unos de esos muchos linajes de la nobleza local que la historiografía ha infravalorado, pero sobre los que en un futuro se irán presentando resultados interesantes, y que los sitúan entre una de las familias más influyentes de la ciudad de Huete a finales del medievo.

Supuestamente sus raíces los hacían vincularse con la nobleza asturiana, a través de la dinastía de los Suárez-Carreño. Como hemos visto, sus alianzas con los Patiño correrán la misma suerte, pues las líneas asentadas en La Peraleja, ante la falta de miembros del mismo grupo social, les llevará a que su descendencia pacte matrimonios con las casas de labradores emplazadas en el pueblo.

Caso aparte nos merecen los González-Breto, otra de las tantas estirpes infravaloradas por la historiografía optense, pero de la que nos gustaría tratar aspectos más concretos, debido a su rol entre los peralejeros mejor posicionados.

Aunque éstos pudiesen parecer una mera casa de la baja nobleza, nuestras investigaciones nos han revelado que su profusión en el sector nobiliario fue más grande de lo que hasta la fecha se ha creído, sacando ejecutorias de hidalguía en diferentes lugares del territorio (puesto que el caso de La Peraleja sólo sería un ejemplo). En este sentido, paradójicamente serán tenidos como el modelo ideal de aquellos caballeros portadores de la tan valorada vieja sangre cristiana, motivo por el que algún notable linaje converso de la ciudad optense, hará una usurpación de su identidad con tal de esconder las raíces judías que le imposibilitaban obtener su reconocimiento de hidalguía. Una cuestión que quisiéramos tratar pormenorizadamente en otro artículo, debido a la peculiaridad del suceso.

Los González gozaron en este lugar de una favorable situación económica, pues sólo hay que echar un ojo a algunos de sus testamentos, y que se hallan presentes en la sección de los protocolos notariales de La Peraleja, además de los cargos que ocuparon dentro de la política local con el trascurso de los siglos. Los modestos enlaces que celebrarán, y que se sellarán en el seno de familias de labradores como los Rojo y los Muñoz, son sólo una muestra de la actitud que adoptarán algunos de sus descendientes, llegando incluso a renegar en múltiples ocasiones a portar la forma entera del apellido.

David Gómez de Mora

Bibliografía:

* Archivo Gómez de Mora. Apuntes de la genealogía familiar. Inédito

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).