Durante la segunda mitad del
siglo XVI, entre las familias asentadas en esta aldea cercana a Huete, aparece
un linaje de labradores sobre el que casi nada se ha investigado hasta la fecha.
Bien es cierto que disponemos de escasas referencias que nos sirvan para
conocer de manera detallada sus orígenes, no obstante, el libro sacramental más
antiguo conservado del lugar, sirve para reconstruir una pequeña parte de su
historia.
Las referencias que hasta la
fecha nosotros conocemos se inician con Martín de Culebras, esposo de Librada
de Miguel, quien veremos documentado como mayordomo de la Iglesia local, y con
quien tendrá varios hijos. Una de ellas será Catalina de Culebras, quien será apadrinada
en su bautismo por el noble don Gómez de Amoraga. La familia de este personaje
es notablemente conocida, por ser la que en el siglo XVII se haría con el
Señorío de Carrascosilla, aglutinando una enorme extensión de tierras que los
convertirán en unos de los acaudalados propietarios de la zona. Para ser más
precisos, el lugar fue adquirido por compra con jurisdicción civil y criminal a
la Real Hacienda en 1627, incorporándolo al mayorazgo que ya poseían, con más
de 300 hectáreas y cinco casas (Parada, 2004).
Años antes, en 1586, don Gómez de
Amoraga volvía a ejercer de padrino, esta vez con una hija de Pedro de Culebras
(María). Mientras tanto, la familia seguía sellando lazos con otros linajes
importantes como los Graciano y los Gaona. Si los primeros también habían apadrinado
en 1588 a María de Culebras (otra hija de Martín), a través de la persona de
Antonio Graciano, los Gaona lo habían realizado con distintos vástagos, como
Francisco de Gaona en 1596 con Sebastián de Culebras, o Rodrigo de Gaona años
antes en el bautismo de su otro hermano Francisco de Culebras.
Los hijos de la referida Catalina
de Culebras y su esposo Gregorio Felipe dejarán una descendencia que se extenderá
entre los municipios de Saceda y Carrascosilla. Por ejemplo, Juan Felipe de
Culebras en segundas nupcias casará con María Crespo, quien, a pesar de su
prolongada edad para ser padre, dejaría una línea que progresará en la aldea.
Su vástago Francisco de Culebras casó con Teresa Muñoz en 1681. Dos décadas
después, la hija de ambos celebrará sus esponsales en 1701 con Antonio de
Arana. Por otro lado, Diego Felipe de Culebras (hermano de Juan), lo haría en
1640 con la bien posicionada Magdalena Fernández, de cuyo matrimonio su hija
Ana Felipe sellará alianzas en 1662 con Francisco López-Lobo
(Gómez de Mora).
Casas abandonadas
en Carrascosilla. Imagen de Faustino Calderón
(lospueblosdeshabitados.blogspot.com)
Otro personaje
conocido del clan fue un hermano de Catalina (Martín de Culebras), quien casó
con Elvira García y a quién ésta nombrará como heredero universal al morir, tras un pagó
de unas 150 misas. Más adelante, el libro nos informa de que Martín falleció,
efectuando una manda de 200 misas, e interviniendo como cabezaleros don
Francisco Graciano y Gregorio Felipe.
Trascurrieron los años y los
Amoraga todavía se dejarán ver cerca de esta familia, al respecto en 1626 se
celebró el bautismo de Juan de Culebras, apareciendo como padrinos don Juan de
Amoraga y doña María Fernández. No olvidemos que sólo cuatro años después, don
Fernando Ruiz de Alarcón (caballero de la Orden de
Santiago y Regidor de Murcia) lo sería de otro de sus hijos.
Durante la segunda
mitad del siglo XVII Sebastián de Culebras, residía en la vivienda de don José
Graciano de Figueroa, pues su propietario sólo acudía hasta allí de forma
esporádica. La reputación de los Culebras como hábiles labradores que cuidaban
la tierra era una realidad, fenómeno por el que sobre éstos recaerá la
responsabilidad constante de gestionar las propiedades de la familia optense.
David
Gómez de Mora
Bibliografía:
* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de Carrascosilla de bautismos,
matrimonios y defunciones (1550-1693).
* Archivo Gómez de Mora. Apuntes
genealógicos. Inédito.
* Parada (de) y Luca de Tena,
Manuel (2004). "Huete y la guerra contra Francia". Anales de la Real
Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. Nº VIII/2