Una de las familias con un pasado
profundamente arraigado en el municipio de La Peraleja es la de los Vicente.
Una estirpe de labradores bien posicionados desde al menos la primera mitad del
siglo XVI. Éstos, a pesar de no ser miembros del estado noble, gozaban de una
buena reputación entre muchos de los linajes de la zona por portar según se
cree sangre de cristianos viejos. Como otras tantas familias de sus mismas
características, las alianzas matrimoniales que entablarán, girarán en torno a linajes
como los Jarabo, además de estirpes de labradores entre las que encontraremos a
los Rojo o los Olmo, sin antes olvidar algunas casas pertenecientes a miembros
de la baja nobleza rural.
La planificación matrimonial entre
personas portadoras del apellido Vicente será habitual, fenómeno explicado por la
profusión de su descendencia. Ejemplo será Juana Vicente-Campanero, quien casa
en 1617 con Miguel Vicente-Rubio, hijo de Francisco Vicente-Rubio y Catalina de
Saceda. Al respecto, sobre esta línea, sabemos que Juan Vicente-Rubio, fundará
tras su defunción en 1691 un mayorazgo que incluía un patrimonio considerable.
Vistas
del paisaje alcarreño desde lo alto de la Ermita de Nuestra Señora del Monte (wikiloc.com)
La viuda de Juan
Vicente-Campanero, y que en segundas nupcias casó con Juan Rodríguez (también
de buena posición), redactó uno de los testamentos más importantes del siglo
XVI tras fallecer en 1602, con un pago total de 224 misas.
En 1664 Miguel Vicente-Rubio creó
un vínculo muy potente, siendo de los más destacados de la localidad durante el
siglo XVII; en 1668 Bárbara Vicente, mujer de Juan Jarabo Vicente-Campanero
paga 200 misas; junto con Juan Vicente Suárez de Salinas, quien tras fallecer
en 1675 manda 300 misas. Aunque si alguno de los Vicente mencionados destacó
por su nivel de riquezas, ese fue Miguel Vicente, fallecido en 1698, quien
además de pagar 580 misas, cita entre su patrimonio varias casas y la creación
de tres fundaciones. Lo cierto es que la lista sería larga, por lo que no vamos
a extendernos más, pues no resulta complicado hacerse una idea de la riqueza
que amasaron.
Los Vicente de Saceda del Río
están relacionados en su origen con la misma línea de La Peraleja. Concretamente
ésta deriva de Miguel Vicente del Olmo, peralejero que casará en 1570 con la
sacedera Quiteria de las Heras, fruto de su matrimonio nacerá Miguel Vicente de
las Heras, que en 1595 celebrará sus bodas con Magdalena Martínez, nieta del
célebre Gonzalo Martínez “de Unda”, en el que siglos después se apoyó la
familia para reclamar su reconocimiento como miembros del estado noble.
Miguel y Magdalena expandirán el
apellido en el municipio, a diferencia de su hermana María, quien al caer por
línea de mujer, se perdería en la siguiente generación (ésta selló alianzas
matrimoniales con Domingo Fernández López-Lobo en 1587).
Si nos ceñimos al pago de misas,
veremos cómo algunos de sus integrantes remarcan sus posibilidades, como sucede
en el caso de Ana Vicente, fallecida en 1671, mujer de Esteban García y
pagadora de 350 misas; María Vicente, mujer de Juan Martínez Vicente, pagó 550
misas, así como el mismo Juan, fallecido seis años después, mandó un total de
1.060 misas; en 1682 el Licenciado Francisco Vicente, mandó 502 misas, además
de enterrarse en una sepultura de la capilla Mayor, y que ya era propiedad de
su padre. Otra de sus mandas destacadas es la donación de 80 ducados a su
sobrino Diego Martínez, para que con 40 de los mismos alzase una capilla junto
a la Ermita de Nuestra Señora de la Paz de Saceda, colocándose en su interior
una imagen de San Guillermo.
David
Gómez de Mora
* Extraído del artículo: “Las Élites locales en la franja Este de
Huete entre los siglos XVI-XVIII”