sábado, 2 de mayo de 2020

El castillo de Montalbo y los Coello

Una de las fortificaciones sobre la que se han escrito varias referencias, pero de la que prácticamente nada se ha conservado, es la del castillo de Montalbo. Su ubicación, siguiendo los parámetros geoestratégicos del momento, realzaban una antigua estructura en la zona alta de un cerro, dejándolo a una altitud de 900 metros sobre el nivel del mar, y desde donde podían divisarse las lagunas de Hito.

Los orígenes del edificio son inciertos, aunque parece ser que los árabes entre el siglo X y la época de los Reinos de Taifas ya habían levantado un sistema defensivo, que posteriormente sería reutilizado por los cristianos. La funcionalidad militar con el trascurso de las centurias quedaría en un segundo plano, pues trascurrida la Edad Media, el espacio prácticamente funcionará como un reciento palaciego de uso residencial.

Los propietarios que habitaron en sus entrañas hasta la llegada de los Coello fueron unos cuantos. Tras la conquista, su plaza acabaría siendo propiedad del Señor de Villena, don Juan Manuel (concretamente, desde 1294 hasta el fallecimiento de Blanca Manuel en 1360, momento en el que recaerá en la corona real), hasta que de nuevo, el Marqués de Villena se hará con sus dominios desde 1371 hasta finales del siglo XIV, fase en la que volverá a revertirse al monarca, para inmediatamente caer en las manos de los Coello. Entradas las dos primeras décadas del siglo XIV, don Juan Manuel tenía como designio fortificar sus dominios, de ahí que destinará importantes sumas de dinero a la adecuación de algunas obras.

Restos del castillo de Montalbo. Imagen: palomatorrijos.blogspot.com

Sabemos que el lugar era bastante confortable, razón por la que su dueño acabaría empleándolo como zona de residencia temporal, pues ofrecía buenas prestaciones cinegéticas. Una reseña de interés la encontramos en el “El Chronicon Dominis Emmanuelis, en el que se indica como en el año 1323 se levantó una muralla en la población” (Fernández Flórez). Las razones de las frecuentes visitas podían ser el control de las obras de la muralla, la caza de grullas o que el lugar le resultase agradable” (Salas, en coord., 2019, 314).
Mientras tanto, el tiempo trascurría, y entre sus paredes irían transitado grandes figuras de la historia de esta tierra, como serán los diferentes alcaides, encargados de supervisar y velar por la seguridad del emplazamiento. Uno de ellos fue Lope López de Ribera, personaje de interés, y sobre el que hicimos escaso tiempo un breve esbozo, como resultado de una publicación sobre la genealogía de los Señores de Villarejo de la Peñuela (Gómez de Mora, 2020). Sabemos que su nieta doña Violante de Ribera, acabaría siendo señora de la fortaleza, tras contraer matrimonio con don Esteban Coello (quien representaba la tercera generación de la familia).
Los orígenes de los Coello con el lugar se remontan a un noble portugués del siglo XIV (Egas Coello), quien recibió esos dominios, junto con los de Hito, Alcolea, Villar de Cañas, Casablanca y Casa del Caballero. Tras su muerte, como era de esperar, su hijo Pedro sería el siguiente en representar a la estirpe familiar, sucediéndole en el Mayorazgo y sus respectivas propiedades. Hemos de incidir que la alianza entre su vástago Esteban y Violante fue muy provechosa para el clan, pues no olvidemos que ésta se encontraba al mando de los señoríos de Villarejo junto con los de Cabrejas y Valmelero. Además, incorporaba al Señorío la marca de los Jaraba junto los históricos Albornoz, y lo cierto, es que a pesar de que el primero de aquellos apellidos portaba sangre conversa, era beneficioso para las miras del linaje, puesto que les acercaba al círculo de las altas esferas en el que se movía una élite, que veía la necesidad de ser vista en la ciudad de Cuenca. En realidad, aquello era un constante ejercicio de proyección social, donde se analizaba y estudiaba al detalle cada uno de los movimientos y políticas matrimoniales que las familias habían de celebrar.
Resulta de enorme interés comprender la evolución de las dos primeras generaciones de la familia portuguesa, ya que marcarán un precedente en la historia y futuro de la fortaleza, dentro del seno de una aristocracia floreciente, que iba medrando de modo satisfactorio, en un territorio que poco tiempo después será motivo de grandes disputas. Al respecto, Ortega Cervigón precisa que “la unión familiar de Pedro Coello con los Álvarez de Toledo y la de Egas con los Pacheco, así como algunos episodios de armas en la frontera con el reino nazarí pudieron influir en la concesión del señorío de Montalbo” (Ortega, 2006, 214).
Obviamente la familia sabía lo que hacía, pues Egas contrajo matrimonio con Leonor Alfonso Pacheco, quien era a su vez tía de Juan Fernández Pacheco, una figura de peso, y que conoceremos por ser el primer señor de Belmonte. Desde luego se había sentado un precedente en el rumbo social de la familia, muestra de ello será el testamento de Egas, y que se firmará “en El Espinar (Segovia) durante 1421, con el mantenimiento del patrimonio familiar a favor de su primogénito Pedro, a quien el monarca Juan II confirmó el mayorazgo en 1430” (Ortega, 2006, 214).
No olvidemos que “Egas Coello acumuló en las dos primeras décadas del siglo XV diversas propiedades agrarias al sur del obispado de Cuenca, en Montalbo -además de disfrutar de su señorío jurisdiccional-, Tres Juncos y Alcolea, junto a los bienes urbanos en Almonacid, Huete y la propia Montalbo. Las rentas señoriales alcanzaban los 300.000 mrs. anuales, montante económico que les permitió mantener una pequeña corte de vasallos y la acumulación de bienes santuarios, junto las aportaciones de la Corona en forma de juros y acostamientos, que ascendían a 70.000 mrs. anuales, con parte de los que debía mantener veinte lanzas” (Ortega, 2006, 614).
Su vástago Pedro Coello siguió la misma senda, casando con la noble Mayor Carrillo. En realidad se trataba de otro enlace con una familia cuyo pasado arrastraba enormes tachas de conversión. Otra cosa muy distinta es lo que éstos contaban sobre sus orígenes, y que se pregonará centurias a posteriori en los tratados históricos del linaje. Un sofisticado ejercicio de comunicación y distorsión historiográfica que ha llegado con sus respectivas consecuencias hasta la actualidad, cuya funcionalidad además de realzar el estatus de sus integrantes, albergaba un claro propósito de lavado de imagen. Un arma de doble filo en toda regla, que ayudaba a esquivar los problemas que podían aparecer ante una sociedad neurótica, plagada de sospechas (muchas veces bajo un fundamente lógico, a tenor de lo que serán los orígenes de la nobleza del país), que alimentarán la necesidad de despejar cualquier duda, que tuviera como objetivo dañar la figura del apellido. Lo cierto es que la represión contra el pueblo judío no será la misma a finales del siglo XIV, respecto la que apreciaremos durante la senectud de Esteban, pues por aquellas fechas la Inquisición era un nuevo elemento que añadir a la ecuación, y que cada vez resultaba más complicado de solventar.
Sin lugar a dudas el lapso cronológico que separa las tres generaciones de Egas y su nieto, serían cruciales para que muchas familias de la nobleza conquense saliesen bastante bien paradas, ante los rumbos que se tomarían sólo cien años después. Creemos que muy probablemente si la fase de emersión de ese movimiento represor hubiese sucedido un siglo antes, los destinos de muchas de estas casas hubieran sido notablemente diferentes a los que hemos conocido.
El castillo según el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752).

Recordemos como tras esta primera fase, la familia hará de Montalbo su punto de control. Así por ejemplo, en la Iglesia del municipio, el linaje alzará una capilla, de la que nos han llegado dos lápidas, entre las que está la que cubría la sepultura de Esteban y su esposa Violante de Ribera. Se cree que muy posiblemente éste sea el primer representante de la familia que pasaría más tiempo en el castillo, puesto que tanto su padre, como el abuelo Egas habían nacido en Portugal.
En cuanto a los restos, podemos decir que “del antiguo castillo hoy sólo queda un muro de mampostería en el exterior y de cal y canto en el interior (a juzgar por la fotografía de Rodríguez Zapata de 1992) que se corresponde con una torre rectangular que mide 6,50 metros en sus lados este y oeste y 7,30 en sus lados norte y sur. Su altura máxima ronda los 7,50 metros. Los cuatro lados de la torre se conservan muy desigualmente, pues han perdido parte de la mampostería e incluso de los cimientos, en la parte superior sólo queda un pequeño muñón. Sus cuatro lados están orientados a los puntos cardinales” (Salas, en coord., 2019, 313).

David Gómez de Mora

 Bibliografía:
* Fernández Flórez, Enrique (1754). La España Sagrada, Tomo II.
* Gómez de Mora, David (2020). “Notas sobre los primeros Señores de Villarejo de la Peñuela”. En: davidgomezdemora.blogspot.com
* Ortega Cervigón, José Ignacio (2007). La acción política y la proyección señorial de la nobleza territorial en el obispado de Cuenca durante la baja Edad Media. Tesis. Universidad Complutense de Madrid
* Salas Parrilla, Miguel -coord.- (2019). Cuenca, castillos y fortalezas. Autores: Miguel Salas Parrilla, Rafael Moreno García, José Luis Rodríguez Zapata, José Antonio Almonacid Clavería, Michel Muñoz García, Miguel Ángel Valero Tévar, Santiago David Domínguez-Solera, Marino Poves Jiménez, José Ramón Ruiz Checa, David Gallego Valle, Juan Ramón Arcos Conde, Jaime García-Carpintero López-Mota, Miguel Romero Sáiz, Agrimiro Sáiz Ordoño, Miguel Ruiz Bricio, Jorge Jiménez Esteban, Miguel A. Castillo Sepúlveda, 576 pp.

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).