jueves, 7 de mayo de 2020

Referencias en los libros sacramentales sobre los grupos de poder en Carrascosilla

Los libros parroquiales son una fuente de estudio indispensable para conocer y reconstruir parte del pasado de un municipio, especialmente si queremos ceñirnos a características de tipo social o histórico, mediante las cuales irán dibujándose un conjunto de estrategias familiares, que marcarán las riendas del crecimiento y evolución de ese lugar. Esto se convierte en un valor añadido, cuando la documentación de tipo notarial o de otra índole apenas ha aflorado por tratarse de enclaves con baja presión demográfica.

Sabemos que en Carrascosilla a finales del siglo XVI, familias como los Amoraga, Graciano y Jarabo disponían de amplios dominios agrícolas, en los que concentraban sus tierras de labor, y que estaban regulados bajo la figura del mayorazgo. No obstante, si algo tenían en común, era el hecho de que éstos no residían en el municipio, a pesar de contar con una vivienda para ello.

Por los datos que hemos estado trabajando, vemos que los Amoraga y los Graciano desarrollaron una parte de su vida en Huete. Por otro lado, los Jarabo optarían por moverse en entornos tranquilos, como sucedió con el rico terrateniente Juan Jarabo en la aldea de Uterviejo. Pero, ¿y qué era del resto de casas de labradores y renteros que vivían permanentemente en Carrascosillla?, ¿guardaban un estrecho vínculo con sus vecinos?, sabemos que en este municipio existieron varias familias de propietarios que sí lo hicieron (los Gaona y los Rodríguez).

Altar de la Iglesia de Carrascosilla. Imagen de Faustino Calderón (lospueblosdeshabitados.blogspot.com)
En el primer volumen de la parroquia de Carrascosilla (donde se aglutinan bautismos, matrimonios y defunciones), se señala que el 25 de agosto de 1604 fallecía Martín Rodríguez, quien de acuerdo a su partida de defunción, estaba censado como vecino en la localidad. Sabemos que éste dejó por heredera a su mujer Teresa de la Peña, además de efectuar un pago superior a 100 misas.
Lo cierto es que mandó enterrarse en La Peraleja, por tener allí su padre una zona de sepultura. No obstante, tanto él como su hijo mientras vivieron optaron por quedarse en la pequeña aldea. Al respecto, su vástago Martín -el mozo-, sería quien en 1616 casaba con doña María de Gaona. Su suegra doña María Tamayo, y mujer de Juan de Gaona, fallecería el mismo año, mandando alrededor de 145 misas, además de una donación de 500 maravedís.
Poco tiempo después lo haría su hijo, don Gaspar de Gaona y de Tamayo, quien solicitó enterrarse en la sepultura familiar, y que se hallaba en las gradas del altar del templo, acompañando su último descanso con una petición total de 360 misas. Su esposa Francisca Nieto moría a la corta edad de 23 años. La situación de la familia favoreció a Martín, puesto que éste se acabaría convirtiendo en el heredero de la casona familiar de los Gaona. El problema es que no siempre desempeñó sus obligaciones, entre las que estaba el pago de una serie de misas por la familia de su esposa, y que de no realizarlas, podían apartarlo de la herencia recibida (previa excomunión). Decir que los Gaona poseían un mayorazgo, lo que nos llevaría a considerarlos como una de las casas más ricas del lugar.
Otro de los linajes que se asentaron en el municipio durante generaciones fueron los Culebras. Sabemos que Elvira García fue la esposa de Martín de Culebras, a quién ésta nombrará como heredero universal, tras un pagó de unas 150 misas. Más adelante, el libro nos informa de que Martín falleció, efectuando un pago de 200 misas, e interviniendo como cabezaleros don Francisco Graciano y Gregorio Felipe.
En 1630 Catalina Lucía, fue la hija bautizada de Francisco de Culebras y Catalina de la Cuesta, teniendo por padrino a don Fernando Ruiz de Alarcón, caballero de la Orden de Santiago y Regidor de Murcia. Entre otros datos curiosos leemos el caso de Bartolomé de Molina, fallecido en 1638 con un pago de 174 misas, y quien a su vez era hijastro de Francisco de Culebras (hijo de Martín de Culebras y Librada de Miguel). Otra mención indica que en 1657 fallecía Sebastián de Culebras, solicitante de un pago de 150 misas, y que acabó enterrándose en el coro de la Iglesia.
El linaje había comenzado a consolidarse, y a éste le acompañarían casas de renteros, que intentarían ubicarse de manera estable: los Arana y los Cantero. Siendo los encargados de controlar los principales puestos del lugar. En 1674 el alcalde ordinario era Juan de Arana al recibir su nombramiento por el Corregimiento de Cuenca, mientras tanto, el cargo de alguacil mayor recaía en Francisco de Arana, junto con el de regidor por parte de Sebastián Cantero. Este último fallecerá en 1684 con un pago de casi un centenar de misas. Recordemos que el progenitor de los Arana llegó desde Canalejas durante el siglo XVII, (Asensio de Arana), casando con María Cantero. Una política matrimonial entre renteros, que como veremos con el paso de los años fue dando sus frutos.
David Gómez de Mora

Bibliografía:
* Archivo Eclesiástico de Huete. Libro I de bautismos, matrimonios y defunciones de Carrascosilla (1550-1693).

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).