Indagar en las raíces más
antiguas de la ciudad de Huete, conlleva investigar la historia de su barrio anexo
a la falda del castillo (el de Atienza). Nada extraño si tenemos en cuenta, que
por norma general, la vida de las poblaciones recién conquistadas seguía
guardando enormes rasgos de las culturas anteriores que vivieron en tiempos de
entreguerras, en las que se reflejaba la necesidad de posicionar sus
residencias en lugares que otorgaran una protección inmediata, que apoyándose
en la figura de las fortalezas, les aportaba una mínima seguridad.
Eran tiempos de inestabilidad, en
los que se hacía necesario implementar una planificación urbana de índole
proteccionista y conservadora, que no viera más allá de las prestaciones que
permitieran mantener un control de la plaza del lugar recién ocupado.
Lógicamente, trascurrida la conquista cristiana, el panorama iría cambiando aquella
mentalidad inculcada desde siglos atrás, entregándose una mayor libertad de
crecimiento a los municipios, donde todavía se percibiría esa influencia tan característica
del urbanismo tardomedieval, y que en el caso de Huete daba un protagonismo
destacado al área ocupada por la falda de la montaña. Lo cierto, es que a pesar
de la ausencia de grandes riesgos en comparación con épocas pasadas, aquellos
elementos arquitectónicos seguían siendo un hito del poder local, por lo que
sólo paulatinamente será como irán mutando hacia una planificación más profusa,
y que en el caso de algunas de las arrabales o barrios periféricos aislados como
el de la población morisca derrotada, ya se levantarán en las afueras desde un
primer momento.
Dentro de aquellos núcleos
urbanos que tímidamente se fueron prolongando desde la zona inmediata de la
plaza fuerte, irían discurriendo las viviendas de centenares de pobladores,
entre las que en el caso que nos ocupan se hallarán las de los habitantes cristianos,
como especialmente de la población judía. Éstos últimos desde una fase inicial
buscarán el cobijo entre miembros de su misma comunidad religiosa, creando agrupaciones
residenciales que consolidarán lo que nosotros denominaremos como judería.
Ciertamente, la conquista había
dado una tregua (un tiempo sin excesivas situaciones convulsas), en relación a lo
que estaría por llegar un par de centurias después. Cabe imaginar, como sucedía
en cualquier entorno de nuestra geografía peninsular, que habría muchas
familias que irían asimilando un cristianismo, y que hasta la fecha no había
resultado tan impositivo como el que vendrá en los tiempos de la persecución
judía.
En el caso de Huete a finales del
siglo XIII se nos habla de la presencia de unas 150 familias de judíos
residiendo en el barrio de Atienza. Un enclave idóneo por diferentes motivos. El
primero era su cercanía al castillo, y en el que ya habría alguno de sus
convecinos residiendo, entre los que probablemente se encontrarían las
personalidades más destacadas del lugar. Mientras tanto, desde su falda hasta
el área de Atienza se ubicarían casas, en las que la presencia de agua era
indispensable, y no sólo como recurso de supervivencia, pues será un elemento
significativo de la Torá, e inevitable en la base religiosa del pueblo judío. Obviamente,
en aquellas inmediaciones la había, resultando otro punto a tener en cuenta. Al
respecto, cerca de lo que será el entorno ocupado por la iglesia de Santa María
de Atienza, Sánchez Benito (2006, 59) nos informa de la presencia de esa
surgencia de agua.
La idea urbanística del barrio de
Atienza, se adecua a la descripción que nos efectúa el mismo autor, relatando
la distribución como aspecto del mismo, y que transcribimos a continuación: “Hacia el norte, la Iglesia de Santa María
de Atienza y el postigo de Santa Justa polarizaban el discurrir del vecindario.
Abundaban los solares, corrales y cuevas para la bodega, ni siquiera dejan de
verse reducidos huertos cuando las dificultades del terreno lo permitían. Pero
todo ello no impedía que proliferasen casas pegadas a las murallas y, aunque la
mayoría de las moradas debían ser humildes, cabe encontrar, como ya ocurría en
el siglo XIV, residencias de buen porte, cual era, obviamente, la de los
Sandoval, señores de la Ventosa, o la que ocupaba el también noble don Esteban
Coello. Además, no olvidemos que allí había estado el palacio del obispo,
quemado en 1307” (Sánchez Benito, 2006, 50-51).
Las medidas de planificación
urbana de los tiempos de la conquista no se saldrán de los parámetros
habituales, pues se reaprovecharán los principales espacios arquitectónicos que
había dejado la cultura musulmana, y es que además del castillo, se cree que la
vieja mezquita, se alzaba donde luego se edificaría la Iglesia de Santa María
de Atienza. Esta información ya viene dada por Amor Calzas (1904, 45-46), manifestándose
en algunas fuentes manuscritas que la califican como la más antigua de la
ciudad (López Rubio, 2002, 61), en las que se evidenciaría su antigua funcionalidad
como oratorio empleado por los habitantes de la alcazaba de Wabda.
Obviamente los Sandoval
aprovecharían las prestaciones del lugar, pues sin entrar a fondo en sus raíces
genealógicas y religiosas, sabemos que éstos se harían con el control de la
principal zona de enterramiento que había en la Iglesia medieval de Santa María
de Atienza. Concretamente tenían su cripta familiar en la zona que ocupa el
ábside del templo y que todavía se conserva. Sobre esta construcción religiosa,
Carlavilla nos dice que “se
trataba de un lugar importante, económicamente pudiente y posiblemente avanzado
respecto al estilo gótico, pues encontraremos muy pocos casos de forma excepcional
en la provincia de Cuenca. Es por tanto ya desde su inicio un edificio
importante con una simbología considerable dentro de las tierras de Huete” (Carlavilla, 2015-2016, 15).
Restos de la antigua Iglesia de
Santa María de Atienza. Imagen: listarojapatrimonio.org
El Conde de La Ventosa nos
comenta como los Sandoval se avecindaron en Huete desde fechas tempranas, a
pesar de tener su casa fortaleza en la localidad de La Ventosa, haciendo vida a
caballo entre ambos municipios. Sabemos que por ejemplo Juan de Sandoval (hijo
de Gutierre Díaz de Sandoval y María de Toledo), en su testamento “declaraba ser parroquiano de Santa María de
Atienza, de lo que se deduce que sus casas de morada se encontraban en las
proximidades de dicha Iglesia” (Álvarez de Toledo, 2002, 65; puede verse
una copia de su testamento, otorgado en Huete el 5-X-1409 ante el escribano
Juan Sánchez, en A. H. N., Consejos, legajo 37789).
Toda judería de una ciudad
importante llevaba aparejada otros edificios vinculados y que la complementaban.
Uno de ellos será la sinagoga, y que como veremos la historiografía local ha
situado en el área de este mismo barrio, aunque sin llegar a precisar con
exactitud un punto concreto. Villegas (1996, 107) al respecto incide que “la existencia de la sinagoga -y no sólo
como elemento de culto- queda en una nebulosa completa, aunque quepa, no obstante,
deducir con aplastante lógica su materialización” (Villegas, 1996, 107). Amor
Calzas la ubicaba dentro de la Puerta de Daroca, aunque años más tarde la desplazaría
un poco más arriba, como resultado de unas obras realizadas en la falda del
castillo, en las que aparecieron un conjunto de restos con inscripciones en
hebreo (Villegas, 1996, 108).
Manuel de Parada en su
bibliografía optense nos informa del proceso inquisitorial a Catalina Alonso
por prácticas judías entre 1493-1494, en el que se cita como ésta junto con su
esposo asistían a su sinagoga en el castillo, y en la que guardaban la Torá.
El autor reseña que “es de advertir que
la referencia al castillo no supone necesariamente fuera edificación en la
cumbre del cerro, la alcazaba, pues también se incluían las de intramuros en el
cerro”.
Al respecto, el mismo aporta datos
en este sentido al hablar sobre el emplazamiento de la judería optense, cuando
indica que ésta se hallaba “en el
empinado cerro que coronaba la fortaleza y dentro de la muralla que hasta
mediados del siglo XV rodeaba la Ciudad, luego fuera de ella y extendida por la
parte baja de su falda y llano que le sigue, según se ve ahora. Con sinagoga de
la que se ignora lugar y que se ha supuesto en las cercanías de la antigua
parroquia de Santa María de Atienza, gótica y cuya fábrica, de la que permanece
alguna parte, es la más antigua de la Ciudad” (Parada, 2019).Veremos como el perímetro que
abarca este barrio, y que conecta con la antigua alcazaba musulmana a través de
la falda de la montaña mediante la confluencia de la actual calle de los
Almendros y del Castillo, pudo formar parte de ese espacio donde encontraríamos
algunas de las viviendas que cobijaron a una parte de esta comunidad.
Al
respecto, Villegas indica como “desde el
punto de vista espacial, se puede ya afirmar, no sólo como mera hipótesis, que
a fines del siglo XIV -y con mayor probabilidad durante toda su etapa anterior-
la judería se hallaba ubicada en el recinto del castillo de la villa, tal como
queda de manifiesto por las fuentes aquí registradas. Así lo hace también Amor
Calzas (1904: 12-13, 35, 85-86), que la ubica en el barrio de Atienza al pie
del castillo, haciéndola coincidir con la calle del mismo nombre. Tal opinión
es seguida por Lacave (1992: 329)” (Villegas, 1996, 110).
Es probable que con anterioridad
a la purga del pueblo judío, el barrio de Atienza comenzara a ver como muchas
de sus familias irían diseminándose por diferentes zonas del municipio, tal y
como sostiene Amor Calzas (1904, 86), citando por ejemplo su presencia en
puntos más alejados como es el caso de la calle de la Civera.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Álvarez de Toledo y Gómez
Trenor, José María (2002). “Los Sandoval, vecinos de Huete, parroquianos y
patronos de una capilla en Santa María de Atienza”. Esplendores
de la Devoción en San Nicolás el Real. Huete, pp. 65-69
* Amor Calzas, Juan Julio. Curiosidades históricas de la Ciudad de
Huete (Cuenca). Cuenca: Ediciones Gaceta Conquense. Edición original de Domínguez
J. J.
* Carlavilla López, Pablo (2015-2016). “Ábside de Santa
María de Atienza. Huete (Cuenca). Con énfasis en la última intervención”. Grado
Historia del Arte, UV. 3ºB. Historia y gestión del patrimonio artístico, 33
páginas
* López Rubio, María José
(2002). “La antigua parroquia de Santa María de Atienza”. Esplendores de la
Devoción en San Nicolás el Real. Huete, pp. 59-64
* Parada (de) y Luca de
Tena, Manuel. Apuntes para una bibliografía sobre la noble y leal ciudad de
Huete. Ayuntamiento de Huete. Ed. 2019
* Parada (de) y Luca de
Tena, Manuel (2010). “Naturales y vecinos de la ciudad de Huete que pasaron a
Indias durante los siglos XV y XVI”. Revista de la CELEL, 10,
2010, pp. 91-134
* Sánchez Benito, José María
(2006). Ciudad, territorio y poder. Huete y sus aldeas en el siglo XV.
Editorial Alfonsípolis. Cuenca
* Villegas Díaz, Luis Rafael.
(1996). “Para una historia de la judería de Huete. Datos y documentos”. MEAH,
sección Hebreo 45, pp. 101-133