domingo, 24 de mayo de 2020

Notas históricas sobre el Barrio de Atienza en la ciudad de Huete

Indagar en las raíces más antiguas de la ciudad de Huete, conlleva investigar la historia de su barrio anexo a la falda del castillo (el de Atienza). Nada extraño si tenemos en cuenta, que por norma general, la vida de las poblaciones recién conquistadas seguía guardando enormes rasgos de las culturas anteriores que vivieron en tiempos de entreguerras, en las que se reflejaba la necesidad de posicionar sus residencias en lugares que otorgaran una protección inmediata, que apoyándose en la figura de las fortalezas, les aportaba una mínima seguridad.

Eran tiempos de inestabilidad, en los que se hacía necesario implementar una planificación urbana de índole proteccionista y conservadora, que no viera más allá de las prestaciones que permitieran mantener un control de la plaza del lugar recién ocupado. Lógicamente, trascurrida la conquista cristiana, el panorama iría cambiando aquella mentalidad inculcada desde siglos atrás, entregándose una mayor libertad de crecimiento a los municipios, donde todavía se percibiría esa influencia tan característica del urbanismo tardomedieval, y que en el caso de Huete daba un protagonismo destacado al área ocupada por la falda de la montaña. Lo cierto, es que a pesar de la ausencia de grandes riesgos en comparación con épocas pasadas, aquellos elementos arquitectónicos seguían siendo un hito del poder local, por lo que sólo paulatinamente será como irán mutando hacia una planificación más profusa, y que en el caso de algunas de las arrabales o barrios periféricos aislados como el de la población morisca derrotada, ya se levantarán en las afueras desde un primer momento.

Dentro de aquellos núcleos urbanos que tímidamente se fueron prolongando desde la zona inmediata de la plaza fuerte, irían discurriendo las viviendas de centenares de pobladores, entre las que en el caso que nos ocupan se hallarán las de los habitantes cristianos, como especialmente de la población judía. Éstos últimos desde una fase inicial buscarán el cobijo entre miembros de su misma comunidad religiosa, creando agrupaciones residenciales que consolidarán lo que nosotros denominaremos como judería.

Ciertamente, la conquista había dado una tregua (un tiempo sin excesivas situaciones convulsas), en relación a lo que estaría por llegar un par de centurias después. Cabe imaginar, como sucedía en cualquier entorno de nuestra geografía peninsular, que habría muchas familias que irían asimilando un cristianismo, y que hasta la fecha no había resultado tan impositivo como el que vendrá en los tiempos de la persecución judía.

En el caso de Huete a finales del siglo XIII se nos habla de la presencia de unas 150 familias de judíos residiendo en el barrio de Atienza. Un enclave idóneo por diferentes motivos. El primero era su cercanía al castillo, y en el que ya habría alguno de sus convecinos residiendo, entre los que probablemente se encontrarían las personalidades más destacadas del lugar. Mientras tanto, desde su falda hasta el área de Atienza se ubicarían casas, en las que la presencia de agua era indispensable, y no sólo como recurso de supervivencia, pues será un elemento significativo de la Torá, e inevitable en la base religiosa del pueblo judío. Obviamente, en aquellas inmediaciones la había, resultando otro punto a tener en cuenta. Al respecto, cerca de lo que será el entorno ocupado por la iglesia de Santa María de Atienza, Sánchez Benito (2006, 59) nos informa de la presencia de esa surgencia de agua.
La idea urbanística del barrio de Atienza, se adecua a la descripción que nos efectúa el mismo autor, relatando la distribución como aspecto del mismo, y que transcribimos a continuación: “Hacia el norte, la Iglesia de Santa María de Atienza y el postigo de Santa Justa polarizaban el discurrir del vecindario. Abundaban los solares, corrales y cuevas para la bodega, ni siquiera dejan de verse reducidos huertos cuando las dificultades del terreno lo permitían. Pero todo ello no impedía que proliferasen casas pegadas a las murallas y, aunque la mayoría de las moradas debían ser humildes, cabe encontrar, como ya ocurría en el siglo XIV, residencias de buen porte, cual era, obviamente, la de los Sandoval, señores de la Ventosa, o la que ocupaba el también noble don Esteban Coello. Además, no olvidemos que allí había estado el palacio del obispo, quemado en 1307” (Sánchez Benito, 2006, 50-51).
Las medidas de planificación urbana de los tiempos de la conquista no se saldrán de los parámetros habituales, pues se reaprovecharán los principales espacios arquitectónicos que había dejado la cultura musulmana, y es que además del castillo, se cree que la vieja mezquita, se alzaba donde luego se edificaría la Iglesia de Santa María de Atienza. Esta información ya viene dada por Amor Calzas (1904, 45-46), manifestándose en algunas fuentes manuscritas que la califican como la más antigua de la ciudad (López Rubio, 2002, 61), en las que se evidenciaría su antigua funcionalidad como oratorio empleado por los habitantes de la alcazaba de Wabda.
Obviamente los Sandoval aprovecharían las prestaciones del lugar, pues sin entrar a fondo en sus raíces genealógicas y religiosas, sabemos que éstos se harían con el control de la principal zona de enterramiento que había en la Iglesia medieval de Santa María de Atienza. Concretamente tenían su cripta familiar en la zona que ocupa el ábside del templo y que todavía se conserva. Sobre esta construcción religiosa, Carlavilla nos dice que se trataba de un lugar importante, económicamente pudiente y posiblemente avanzado respecto al estilo gótico, pues encontraremos muy pocos casos de forma excepcional en la provincia de Cuenca. Es por tanto ya desde su inicio un edificio importante con una simbología considerable dentro de las tierras de Huete” (Carlavilla, 2015-2016, 15).
Restos de la antigua Iglesia de Santa María de Atienza. Imagen: listarojapatrimonio.org
El Conde de La Ventosa nos comenta como los Sandoval se avecindaron en Huete desde fechas tempranas, a pesar de tener su casa fortaleza en la localidad de La Ventosa, haciendo vida a caballo entre ambos municipios. Sabemos que por ejemplo Juan de Sandoval (hijo de Gutierre Díaz de Sandoval y María de Toledo), en su testamento “declaraba ser parroquiano de Santa María de Atienza, de lo que se deduce que sus casas de morada se encontraban en las proximidades de dicha Iglesia” (Álvarez de Toledo, 2002, 65; puede verse una copia de su testamento, otorgado en Huete el 5-X-1409 ante el escribano Juan Sánchez, en A. H. N., Consejos, legajo 37789).
Toda judería de una ciudad importante llevaba aparejada otros edificios vinculados y que la complementaban. Uno de ellos será la sinagoga, y que como veremos la historiografía local ha situado en el área de este mismo barrio, aunque sin llegar a precisar con exactitud un punto concreto. Villegas (1996, 107) al respecto incide que “la existencia de la sinagoga -y no sólo como elemento de culto- queda en una nebulosa completa, aunque quepa, no obstante, deducir con aplastante lógica su materialización” (Villegas, 1996, 107). Amor Calzas la ubicaba dentro de la Puerta de Daroca, aunque años más tarde la desplazaría un poco más arriba, como resultado de unas obras realizadas en la falda del castillo, en las que aparecieron un conjunto de restos con inscripciones en hebreo (Villegas, 1996, 108).
Manuel de Parada en su bibliografía optense nos informa del proceso inquisitorial a Catalina Alonso por prácticas judías entre 1493-1494, en el que se cita como ésta junto con su esposo asistían a su sinagoga en el castillo, y en la que guardaban la Torá. El autor reseña que “es de advertir que la referencia al castillo no supone necesariamente fuera edificación en la cumbre del cerro, la alcazaba, pues también se incluían las de intramuros en el cerro”.
Al respecto, el mismo aporta datos en este sentido al hablar sobre el emplazamiento de la judería optense, cuando indica que ésta se hallaba “en el empinado cerro que coronaba la fortaleza y dentro de la muralla que hasta mediados del siglo XV rodeaba la Ciudad, luego fuera de ella y extendida por la parte baja de su falda y llano que le sigue, según se ve ahora. Con sinagoga de la que se ignora lugar y que se ha supuesto en las cercanías de la antigua parroquia de Santa María de Atienza, gótica y cuya fábrica, de la que permanece alguna parte, es la más antigua de la Ciudad” (Parada, 2019).Veremos como el perímetro que abarca este barrio, y que conecta con la antigua alcazaba musulmana a través de la falda de la montaña mediante la confluencia de la actual calle de los Almendros y del Castillo, pudo formar parte de ese espacio donde encontraríamos algunas de las viviendas que cobijaron a una parte de esta comunidad.
Al respecto, Villegas indica como “desde el punto de vista espacial, se puede ya afirmar, no sólo como mera hipótesis, que a fines del siglo XIV -y con mayor probabilidad durante toda su etapa anterior- la judería se hallaba ubicada en el recinto del castillo de la villa, tal como queda de manifiesto por las fuentes aquí registradas. Así lo hace también Amor Calzas (1904: 12-13, 35, 85-86), que la ubica en el barrio de Atienza al pie del castillo, haciéndola coincidir con la calle del mismo nombre. Tal opinión es seguida por Lacave (1992: 329)” (Villegas, 1996, 110).
Es probable que con anterioridad a la purga del pueblo judío, el barrio de Atienza comenzara a ver como muchas de sus familias irían diseminándose por diferentes zonas del municipio, tal y como sostiene Amor Calzas (1904, 86), citando por ejemplo su presencia en puntos más alejados como es el caso de la calle de la Civera.
David Gómez de Mora
Bibliografía:
* Álvarez de Toledo y Gómez Trenor, José María (2002). “Los Sandoval, vecinos de Huete, parroquianos y patronos de una capilla en Santa María de Atienza”. Esplendores de la Devoción en San Nicolás el Real. Huete, pp. 65-69
* Amor Calzas, Juan Julio. Curiosidades históricas de la Ciudad de Huete (Cuenca). Cuenca: Ediciones Gaceta Conquense. Edición original de Domínguez J. J.
* Carlavilla López, Pablo (2015-2016). “Ábside de Santa María de Atienza. Huete (Cuenca). Con énfasis en la última intervención”. Grado Historia del Arte, UV. 3ºB. Historia y gestión del patrimonio artístico, 33 páginas
* López Rubio, María José (2002). “La antigua parroquia de Santa María de Atienza”. Esplendores de la Devoción en San Nicolás el Real. Huete, pp. 59-64
* Parada (de) y Luca de Tena, Manuel. Apuntes para una bibliografía sobre la noble y leal ciudad de Huete. Ayuntamiento de Huete. Ed. 2019
* Parada (de) y Luca de Tena, Manuel (2010). “Naturales y vecinos de la ciudad de Huete que pasaron a Indias durante los siglos XV y XVI”. Revista de la CELEL, 10, 2010, pp. 91-134
* Sánchez Benito, José María (2006). Ciudad, territorio y poder. Huete y sus aldeas en el siglo XV. Editorial Alfonsípolis. Cuenca
* Villegas Díaz, Luis Rafael. (1996). “Para una historia de la judería de Huete. Datos y documentos”. MEAH, sección Hebreo 45, pp. 101-133

davidgomezdemora@hotmail.com

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Profesor de enseñanza secundaria, con la formación de licenciado en Geografía por la Universitat de València y título eclesiástico de Ciencias Religiosas por la Universidad San Dámaso. Investigador independiente. Cronista oficial de los municipios conquenses de Caracenilla, La Peraleja, Piqueras del Castillo, Saceda del Río, Verdelpino de Huete y Villarejo de la Peñuela. Publicaciones: 25 libros entre 2007-2024, así como centenares de artículos en revistas de divulgación local y blog personal. Temáticas: geografía física, geografía histórica, geografía social, genealogía, mozarabismo y carlismo local. Ganador del I Concurso de Investigación Ciutat de Vinaròs (2006), así como del V Concurso de Investigación Histórica J. M. Borrás Jarque (2013).